Público
Público

Guerra a muerte entre escuelas de kung-fu

La familia Smith al completo presenta en Madrid su nueva versión de 'Karate Kid'

CARLOS PRIETO

El ser humano siempre vuelve a los relatos clásicos: la Ilíada, la Odisea, Jasón y los Argonautas Karate Kid. Y es que hay lecciones morales que nunca se pasan de moda: Hombre que es capaz de atrapar mosca con dos palillos puede con todo. Y película respaldada por la familia Smith al completo, también.

El padre (Will Smith, productor), la madre (Jada Pinkett-Smith, productora), el hijo (Jaden Smith, protagonista) y el, llamémosle, tío (Jackie Chan, nuevo Señor Miyagi) pasaron por Madrid para presentar su versión de Karate Kid, con la que, una vez más, han reventado la taquilla en EEUU. Aquí se estrena el 26 de agosto.

'No se trata de un remake. Es una historia completamente diferente', explicó Chan con la convicción de un trilero de mercadillo de Hong Kong. Vale, saltamos de California a Pekín y del karate al kung-fu, pero las situaciones arquetípicas permanecen (lo contrario hubiera sido un auténtico escándalo pop). Veamos.

Dre, un niño de 12 años de Detroit se va a estudiar a Pekín. El choque cultural (léase guantazo) está servido: será acosado por unos niñatos chungos cuyo maestro de kung-fu ha transformado en pequeñas máquinas de matar al grito de: '¡Sin piedad en el gimnasio! ¡Sin piedad en la vida!' (¡Sin piedad en los mercados!, cabría añadir si esto fuera una parábola sobre la China posmaoista).

Por suerte, un maestro venerable seguidor de una escuela antagónica del arte marcial instruirá a Dre en una filosofía pacifista ('Kung-fu sólo para defensa. Kung-fu vive en cómo tratamos a los demás') e inescrutable ('Parecer quieto y no hacer nada son dos cosas diferentes').

Chan entrenará a Dre en lugares como un templo milenario donde los maestros hacen piruetas con abanicos e hipnotizan bocas con la mirada (entre el manierismo oriental y el humor involuntario, como ven). Lecciones que el niño aplicará en el tatami.

La primera clave del éxito del filme, según Will Smith, es que 'a todos los niños les gustaría tener a Chan de maestro' (opinión refrendada por su hijo con un sonoro 'Jackie Chan mola'). La segunda tiene que ver con su condición de relato clásico (ochentero) con lección de regalo: 'La vida te puede llegar a derribar, pero si asumes las cosas malas serás capaz de ponerte en pie', zanjó Will Smith. O sea: Hombre capaz de atrapar marrón con dos palillos puede con todo.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?