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Hagamos el amor para resistir al sistema

Los franceses Klotz y Perceval examinan la nueva rebeldía en 'Low Life'

 

SARA BRITO

La lucha no es lo que era. No hay una militancia definida (si alguna vez la hubo), ya pocos creen en la política, en los partidos... el sistema de control es tan sofisticado que la resistencia debe ser distinta. 'La lucha ya no puede ser frontal. Se trata de ir más abajo, más profundo, a las emociones, recuperar lo que nos hace humanos', apunta Elisabeth Perceval, autora del guión y codirectora junto a Nicolas Klotz de la magistral Low Life, presentada ayer en el Festival de Gijón.

La resistencia tiene que ver hoy, según estos cineastas visionarios, con lo más primitivo del ser humano: el amor, la solidaridad, el lenguaje, que ha sido usurpado y controlado y que ya no nos pertenece. Eso es Low Life, una vida más abajo, más profunda. Ese es hoy el underground desde el que pensar un mundo posible. 'Incluso el 15-M piensa Perceval está basado en las microacciones, en las redes de solidaridad que unen a gente heterogénea'.

En Low Life, Klotz y Perceval nos ponen frente a un grupo de jóvenes rebeldes que busca la manera de vivir en el mundo. La película arranca con un desalojo: el de una casa ocupada por inmigrantes, que intentan evitar Carmen y sus amigos, entre los que está su última pareja, Charles. Esa misma noche, Carmen conoce a Hussain, un poeta afgano al que las autoridades francesas quieren deportar. Se enamoran, pero su amor y su intimidad están en peligro. 'El Estado se mete entre sus sábanas', dice Perceval. Y lo único que les queda es una resistencia agazapada, la clandestinidad.

Esas fuerzas profundas y ancestrales del ser humano las representan Klotz y Perceval no sólo a través del amor de la pareja sino también del vudú, elemento fantástico que se convierte en otra manera de lucha, en una manera de profanar los sistemas de control que encadenan la vida. Un conjuro por un mundo posible.

'Lo que mostramos en Low Life, y lo que estamos viviendo ahora, es una prerrevolución, ese momento suspendido en que el cóctel molotov está en la mano del rebelde a punto de ser lanzado', dibuja Nicolas Klotz. Resistencia latente, profunda, pero nunca pasiva.

Con Low Life, película que reformula la tradición francesa que examina los deseos y las tribulaciones de una juventud en lucha (La Chinoise, de Jean-Luc Godard o Los amantes habituales, de Philippe Garrel), Nicolas Klotz y Elisabeth Perceval regresan con material explosivo para el pensamiento, como hicieron en la premiada La cuestión humana (2007). Low Life es una obra maestra que abre un espacio poético sobre cómo recuperar la vida en estos tiempos de control, miedo y crisis económica y moral.

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