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El héroe bizco de una generación

B.G.J.

'En todo hay una parte de suerte. Yo tuve la suerte de nacer bizco'. El niño que había nacido siendo Richard Buck-minster Fuller Jr. en 1895, en Milton, Massachusetts, murió en 1983 siendo simplemente Bucky. Bucky Fuller, como mucho. Pero el nombre, por una vez, siguió el camino inverso al reconocimiento social. El niño que nació bizco, murió como un visionario.

Todos los varones de su familia que lo precedieron habían estudiado en Harvard desde 1770. Su padre, empresario importador de pieles y té, también. Pero él no acabó sus estudios para los que se había matriculado en 1913. Dos años después empezó a trabajar, en la fábrica de ladrillos de su suegro, entre otros. En 1917 se casó con Anne Hewlett.

El año clave, sin embargo, llegaría una década después. Un año, de encierro y silencioso estudio, aunque Hsiao-Yun Chu, que traza su semblanza biográfica en la última monografía de Arquitectura Viva, dedicada a Fuller, duda de que se tratara de una crisis tan profunda, bordeando el suicidio, como el mismo Fuller relató decenas de veces. Es indudable, sin embargo, que a partir de ese año Fuller no volvería a trabajar en nada que no pudiera ayudarle a responder a su pregunta: ¿Cuál es la mejor manera de sobrevivir en este planeta? Una buena idea de hasta qué punto abordó su investigación desde un enfoque integral es el título de la exposición que el Whitney Museum de Nueva York le dedicó en 2008: Empecemos por el universo.

Durante largos años vivió arruinado. 'A finales de los años cuarenta aceptó dar clases en el Black Mountain College, por cuatro duros, porque le pagaban el alojamiento y la comida', según Luis Fernández-Galiano, director de Arquitectura Viva y comisario de la exposición Bucky Fuller and Spaceship Earth junto a Foster.

'Las dos últimas décadas de su vida fue un gran gurú. Porque pese a su aspecto de burócrata, los hippies lo respetaban mucho. De hecho, decían que era la única persona mayor de 40 años de la que podía uno fiarse', añade Fernández-Galiano. El Whole Earth Catalog, que por entonces vendió más de un millón de ejemplares, declaraba en su primera página: 'Las ideas de Bucky Fuller son las que inciaron este catálogo'. Fuller murió en 1983, 36 horas antes que su mujer, Anne Hewllett.

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