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Historias de un antiguo exiliado

El chileno Luis Sepúlveda recopila sus escritos periodísticos en su último libro

BRAULIO GARCÍA JAÉN

El escritor chileno Luis Sepúlveda (Ovalle, 1929) celebra el rescate de los 33 mineros atrapados el 5 de agosto pasado en la mina San José. 'Pero hay 205 que desde que se produjo el derrumbe no han cobrado sus salarios', precisa. 'Los dueños de la mina se atrevieron incluso a anunciar que los 33 tampoco iban a cobrar. Porque no han trabajado, evidentemente'.

El encuentro con Sepúlveda no tenía nada que ver con los mineros, aunque sí con Chile: 'El presidente [de Chile, Sebastián] Piñera, cuando estaba en la oposición, era uno de los que defendían que las normas de seguridad sólo generaban burocracia y que atentaban contra la libertad de mercado', dijo a Público en el jardín de Casa de América, en Madrid, antes de presentar su último libro en un coloquio organizado al efecto. Chile, del que se exilió a finales de los setenta, está presente en varios de los artículos, reportajes y notas periodísticas reunidos ahora en Historias de aquí y de allá.

Aunque no sólo. Entre esas historias, también está el making of de Un viejo que leía novelas de amor, el libro del que ha vendido casi 20 millones de ejemplares en decenas de idiomas. Y Nushiño, 'el shuar que educó al viejo en el arte de vivir en la frágil y violenta Amazonia', se lee.

Los pueblos indígenas, incluidos los mapuches, 'el pueblo originario de Chile', tienen hoy en la cabeza de Sepúlveda el lugar que nunca tuvieron en la de buena parte de su generación: 'El marxismo no aceptaba la posibilidad de que hubiera pueblos que no precisaban de ser proletarizados', dijo en el jardín de Casa América, en Madrid.

El libro es también un viaje en el tiempo. Autocrítico: 'Yo fui uno de los que dieron los primeros golpes mortales a esa vida democrática y sana', escribe en relación a su país. 'Los que luchamos por el gobierno de Allende no metimos la mano en nada, pero metimos la pata en muchas cosas', explicó.

Sepúlveda, tras la llegada de la democracia, dio por finalizado su exilio. Aunque eligió seguir viviendo en Europa. Desde hace 15 años, concretamente en Gijón.

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