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El hombre ha muerto, larga vida al zombi

El ensayo 'Filosofía zombi' se vale del icono del no-vivo para describir al individuo de la era capitalista y posmoderna

JESÚS ROCAMORA

Unir los estudios sobre el comportamiento humano de Freud, Foucault o Deleuze y hasta un poema de Garcilaso de la Vega con las películas de George A. Romero, los tebeos, novelas y videojuegos de zombis no suena a tarea fácil. Más o menos como coserle una mano muerta a un cuerpo vivito y coleando y que el resultado no sea extraño y repulsivo. Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982) lo hizo con tan buen pulso que quedó finalista del premio Anagrama de Ensayo el pasado abril con Filosofía zombi, que ahora sale a la calle. El objetivo de Fernández no era un fetiche para amantes del género de la casquería y el splatter, sino de 'autorizar el zombi como metáfora desde donde entender el entorno mediatizado que nos rodea: desequilibrios financieros, pasiones reducidas al pastiche de su expresión hiperreal, modelos de pensamiento afianzados por el poder y consolidados en la puesta en práctica de la maquinaria capitalista', escribe en la introducción. Casi nada.

El eje de Filosofía Zombie es, claro, la obra de Romero, no sólo porque el cineasta sea el padre del muerto viviente moderno ('hay un modelo anterior, el zombi folclórico, que a mí no me interesa iconográficamente', reconoce Fernández a Público) sino porque en su filmografía 'están casi todos los temas y me permitía elaborarlos y hacer lecturas de determinados aspectos'. En su opinión, igual que Richard Matheson consiguió 'animalizar' al vampiro gótico en su novela Soy leyenda (1954), Romero 'desarrolla una animalización del ser humano' con sus no-vivos hambrientos, torpes y contagiosos.

Fernández, que es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense con una tesis sobre la poesía de Claudio Rodríguez, se vale de La noche de los muertos vivientes y El amanecer de los muertos para profundizar en lecturas 'sociales' ya conocidas de la obra de Romero, pero también, y esto es lo interesante, para revertirlas y ofrecer nuevos discursos: desde el adoctrinamiento de los individuos en las grandes sociedades a través de estrategias globalizadoras a la publicidad-zombi y el culto a lo efímero; desde una formación que castra los sentimientos a la cultura de la copia y el remake; de las políticas de género sexual al Apocalipsis... que hoy tendría su eco en las redes sociales.

El zombi, como agente contaminante, salta de un campo a otra infectándolo todo porque, como dice Fernández, 'el zombi es punk, antisistema, anarquista, vanguardista' y desafía 'los modelos conservaduristas' para favorecer el cambio, 'ulcerar las categorías tradicionales', permitir la transgresión. 'Vivimos en una época en la que el contagio es casi un género mediático, un género discursivo'. Todos somos zombis.

Fernández también hace suyo el llamamiento a 'despertar del sueño tecnológico' que hace Romero en El diario de los muertos (2007) ¿Cómo? 'El mito del zombi también ha sufrido en los últimos años una completa reversión: el zombi ya no es el espectador que se queda en su casa viendo atontado el televisor, sino que el zombi ahora es alguien que sale a la calle, que quiere contagiar sus ideas, que quiere movilizarse y formar hordas. Y eso nos lo ha facilitado el modelo que representa internet, que es el modelo lógico de nuestra globalización'.

¿Les suena de algo? Con las movilizaciones que suceden estos días, Fernández tiene claro que 'nuestra sociedad también ha zombificado nuestras costumbres, incluso nuestros discursos e ideales, y hay que salir de ese corsé'. Siguiendo con la analogía, Fernández juega con la idea de un manifiesto zombi 'en el que dijéramos que las personas no somos un voto, somos lenguaje, somos ideas. Realmente podríamos cambiar las cosas. Pero hay que cambiar las estructuras de poder, que siguen siendo las mismas. Realmente lo que hay que contagiar es ideas, no partidismos ni políticas reductoras'.

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