Público
Público

Homenaje a Max Aub “A España volveré. Hecho polvo, pero volveré”

El Instituto Cervantes inaugura la exposición ‘Retorno a Max Aub’, recorrido por la vida y obra creativa de una de las figuras clave de nuestra literatura. Nómada por obligación, 'outsider' por vocación, su legado se mantiene vigente.

Retrato de Max Aub en su despacho de Radio UNAM. México, 1962. (Foto: Ricardo Salazar. Fundación Max Aub)

Ni francés ni alemán ni mexicano ni judío, a Max Aub solo le quedaba ser español a “destiempo”, de una época desvanecida, como ya sabía y por eso anotó en su diario: “Soy un turista al revés: vengo a ver lo que ya no existe”. Lo escribió durante su primera visita a España después de treinta años de ausencia, y lo que encontró, sobra decir, fue desolador.

Nómada por obligación. El eterno judío errante de nuestra literatura nació en París en el seno de una familia judía alemana. Fue la Primera Guerra Mundial la que hizo que creciera en Valencia y, de rebote, la que nos brindó una de nuestras mayores —y más sui generis— figuras literarias. “Yo no contaba, tan de viaje siempre…”, llegó a escribir, colmado de nostalgia. Su periplo vital le convirtió en un outsider, ajeno a los principales focos culturales de la época, pero al mismo tiempo valorado y referenciado por ellos.

“No fue el mejor novelista de sus años, ni el mejor dramaturgo, ni el mejor crítico, ni el mejor ensayista, ni el mejor diarista, ni por supuesto el mejor poeta de su contexto… y, sin embargo, tal vez con la excepción insuperable de su admirado Juan Ramón Jiménez, seguramente no hay un escritor más completo y sólido entre la nómina del exilio republicano español”, explica el profesor y crítico literario Domingo Ródenas de Moya en el libreto de la exposición.

Y no es para menos, basta un recorrido por Retorno a Max Aub para evidenciar la naturaleza insólita de su talento. Como explica Juan Marqués, poeta y comisario de la exposición, “la obra de Aub es un laberinto divertido pero también desgarrador, a veces rudo y a menudo sensible, hecho de violencia y de poesía”. Fiel reflejo de cómo encaró sus días en el exilio; renuente al ensimismamiento en lo que no pudo ser, pero —y al mismo tiempo— reacio a pasar página. “Si existe algún escritor español en cuya obra no haya repercutido la guerra abominable que nos ha sido impuesta, o no es escritor o no es español”, llegó a decir. Humor y compromiso son la misma cosa en Aub. “Sus chanzas —apunta Marqués— hay que entenderlas como un medio para llegar a sitios más profundos, el humor es para Aub un camino más”.

Pasaporte mexicano de Max Aub, que le permitió la entrada en España en 1969. (Foto: Fundación Max Aub)

Pasaporte mexicano de Max Aub, que le permitió la entrada en España en 1969. (Foto: Fundación Max Aub)

Cuatro etapas vitales

La muestra se divide en cuatro apartados: Primeros años, primeros libros (1903-1936) que aborda su nacimiento en París, el posterior traslado con su familia a Valencia en 1914 y el comienzo de la Guerra Civil. Una segunda etapa, denominada Campo de sangre (1936-1942) en la que se recorre su vida durante la contienda y la primera posguerra en Francia, donde fue agregado cultural de la Embajada de España en la Exposición Internacional de París en 1937. En esta sección se incluye su etapa como condenado en campos de concentración franceses y argelinos por "comunista" y su marcha de Argelia a México, donde fue acogido.

La última sección corresponde a Regreso(s) a España. Campo abierto (1968-1972), cuando el autor volvió a España en dos ocasiones; una en plena dictadura en 1969 para escribir un libro sobre Buñuel, y la otra en 1972, poco antes de morir, tal y como vaticinó en su obra La gallina ciega: “A España volveré. Hecho polvo, pero volveré”.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?