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"Hoy todo el mundo se dice amigo de Gabo"

El fotógrafo del grupo de Barranquilla muestra las imágenes de una Colombia añeja

PEIO H. RIAÑO

Nos espera al borde de un portátil. Está ultimando las fotografías que componen la exposición Colombia por Nereo, que se inaugura el próximo jueves en la galería del Retiro de Madrid, organizada por la Embajada de Colombia y la SGI. Cierra el ordenador y se acerca con una sonrisa gigante, espigado y moreno, lleno de historias, con ganas de hablar y bromear. Nació en Cartagena (Colombia) hace 89 años y se ha dedicado la mayor parte de su vida a fotografiar su país y su gente.

Antes de cumplir los 20 ya era huérfano y tenía varias cámaras de fotos, 'fui dueño de mi vida desde muy pronto', resume. Empezó a trabajar en un cine mientras hacía fotos y revelaba. Como buen autodidacta se nutrió de libros y revistas de fotografía. Así que cuando decidió cambiar Bogotá por Nueva York hace diez años, como quien quiere volver a construir su vida entera, dejó todo lo que le sobraba en su país natal y donó a la Biblioteca Nacional un fondo de 1.200 ejemplares dedicados a la fotografía.

Nunca se había visto su obra en España y se recrea en los detalles de cada una de las imágenes seleccionadas. Entre ellas asoma un joven Gabriel García Márquez, entre otros retratos de aquella pandilla, 'piña', del local de La Cueva, en Barranquilla. 'Aquello ni era una tertulia intelectual, ni Gabito tenía tantos amigos como le han salido con los años. Simplemente era una tasca de pescadores, cazadores y nosotros, unos amigos que nos juntábamos para hablar y emborracharnos. Es más, ni siquiera éramos el grupo de Barranquilla, el nombre vino con los años. Lo pusieron ustedes, los periodistas', y él era el fotógrafo del grupo.

Recuerda los tiempos de La langosta azul, una película experimental y vanguardista que se propusieron aquellos amigos de bar. Años más tarde les calificarían como un grupo de cineastas y Nereo se ríe al recordarlo. Lo cierto es que tratar de desentrañar aquel argumento surrealista, de ciencia ficción, que contaba la vida y milagros de una langosta atómica y azul, es un atrevimiento. ¿Quién se atreve a contar un sueño de Dalí? Nereo López lo intenta, pero nadie entiende nada. No importa, habla, es suficiente. Uno puede detenerse en su barba bien cortada, en ese capricho de dejar los tres botones inferiores sin abrochar, en su vehemente fragilidad.

Entre 1952 y 1957 es el corresponsal para Barranquilla de los periódicos El Tiempo y El Espectador, publicación donde coincidió con el Gabriel García Márquez periodista. 'Me cuido mucho de hablar esto. ¿La razón? Hay tanto farsante, tanto amigo de García Márquez todo el mundo se dice amigo de Gabo. Ni siquiera me gusta decir Gabo. Así que prefiero mezclarme en esa onda'. Cuenta entre risas el fotógrafo del grupo que hubo alguno que se mandó escribir en su tarjeta de visitas: 'Amigo personal del Nobel'.

García Márquez, Obregón, el Álvaro Cepeda... el ambiente caló en la foto de Nereo, más que la tradición de los grandes fotógrafos norteamericanos. 'La fotografía se hace entre lágrimas', suelta al hilo y cierra.

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