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Ignacio Pinazo reivindica la acuarela

El IVAM muestra el trabajo pictórico del casi olvidado pintor valenciano

MARÍA GARCÍA TORRES

Bromeaban los patrocinadores de esta muestra con que 'como nadie ha pagado una fortuna por un Pinazo en una subasta', el artista valenciano no está altamente cotizado. Sin embargo, Javier Pérez Rojas, comisario de la exposición Pinazo y la acuarela, explicó que, en lo referente al interés artístico, el pintor está muy valorado. 'Es algo que ocurre: una cosa es el plano que llamaríamos científico y otra es el comercial', especificó este experto en la obra de Ignacio Pinazo (1849-1916).

De la pintura española del siglo XIX poco se sabe a nivel internacional, aparte de ciertas figuras como Sorolla. 'Es una labor que tenemos pendiente, reivindicar la obra y talento de algunos artistas, como Pinazo, que eran extraordinarios', añadió Pérez Rojas. No hay más que ver sus acuarelas para coincidir con él.

La modernidad de las obras de Pinazo, el juego con plenos y vacíos, el brío de las manchas que forman los personajes costumbristas de las 60 acuarelas que forman esta muestra, impactan. Cuando muchos artistas actuales apuestan por los grandes formatos, visitar esta exposición requiere un acercamiento a las piezas y un detenimiento en las imágenes que rompen la dinámica habitual de algunos espectadores de arte contemporáneo. Pero la recompensa es infinita: las figuras parecen suspendidas en escenas difusas, eternas, plácidas.

La acuarela estaba poco implantada en España hasta la llegada de los románticos. Se empleaba, sobre todo, para el abocetado de las obras 'serias', las que se realizaban al óleo. No obstante, Pinazo encontró en ella una herramienta adecuada a su estilo suelto y de trazo rápido.

La utilizó durante toda su vida, pero principalmente entre 1870 y 1890, tomando referentes de la tradición goyesca, de Fortuny y de Turner. 'Algunas de sus obras te hacen pensar en los maestros orientales, expertos en esta técnica. Pero Pinazo tenía unas influencias limitadas: estaba en Valencia y aprendía de manera autodidacta. Sólo al salir a Roma, becado, profundizó en sus estudios y empezó a vender obra. Algunas de sus acuarelas llegaron a Inglaterra y Francia', explicó Pérez Rojas. Pero el carácter retraído del pintor le hizo huir de la fama para recluirse en su Godella natal.

Pérez Rojas espera que se despierte el interés internacional por Pinazo y empiece a surgir obra en países donde, en su tiempo, el artista realizó ventas. Quizá entonces, sea una de esas ocasiones en que se encuentran el interés artístico y comercial.

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