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Jeff Wall, el fotógrafo que pintó la vida moderna

Una muestra enfrenta la obra del artista con el trabajo de Kubrick, Buñuel o Duchamp

PEIO H. RIAÑO

A Jeff Wall (Canadá, 1946) le gusta jugar a fotógrafos y colocarse en la esquina de una calle para predecir el aspecto que tiene la próxima persona en doblarla. Imaginamos que no acertará nunca, pero lo que busca es lo inesperado. La mayoría de los elementos que le interesan se crean por casualidad, por azar. 'Lo fortuito es lo que hace de la fotografía algo emocionante', explica. También es lo que nunca podrá alcanzar la pintura.

Dicen de él que es uno de los artistas más influyentes de los últimos 30 años y que ha logrado ser el pintor de la vida moderna siendo fotógrafo, porque ha demostrado que es el único arte que todavía puede permitirse ser naturalista. De hecho, Wall ha recuperado la historia de la pintura en fotografías como La narradora (1986), reflejo de Almuerzo sobre la hierba (1863), de Manet; o el Retrato para mujeres (1979), inspiración de Bar en el Folies-Bergère (1881) de Manet, también.

Sin olvidar a Velázquez, 'el más fascinante pintor de la historia'. En su primera visita al Museo del Prado, en el verano de 1977, le afectó la obra del pintor sevillano y Goya. 'Velázquez no nos dejó ninguna pista sobre su relación con su trabajo, excepto su propio trabajo. Así que pensar sobre su relación con su obra tiene que hacernos sentir felices', explica Wall a Público.

Este sábado, el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC) inaugura una de las grandes citas de la temporada de exposiciones: Jeff Wall. The Crooked Path (El sendero sinuoso), en la que se explora las íntimas conexiones entre el proceso creativo del artista y sus influencias. A través de una selección de 25 de sus obras enfrentadas a las de otros artistas (desde Marcel Duchamp a Pasolini, pasando por Nauman, Haneke, Bergman, Luc and Jean-Pierre Dardenne, Buñuel, Kubrick, Malick, Truffaut, Diane Arbus, Walker Evans o Robert Frank), la muestra pretende recorrer la trayectoria de las preocupaciones estéticas del fotógrafo.

'Hay que entender que el arte no puede ser políticamente útil'

'Joel Benzakin [comisario de la muestra] me invitó. La noción de entrar en contacto directo con obras de otros artistas fue suya. Acepté porque creí que podría ser interesante para el espectador tratar de entender cómo veo y siento la obra de otros artistas que han tenido algún significado para mí. No intentamos explicar las relaciones entre mi obra y la de los otros, o las relaciones entre ellos, sólo queríamos reunirlas todas en lo que esperábamos fuera un buen conjunto y dejar a los espectadores que lo experimentaran. A través de esa experiencia, ellos construyen una idea de cómo he evolucionado', cuenta.

Tal y como subraya Wall, el visitante hará su propia expo-sición. 'De modo que hay un indicio de desobediencia o de independencia: la gente hará cosas que no podemos prever', explica. Ya hemos hablado de su interés por el azar y lo pictórico, otro punto importante en su obra es la libertad: la fotografía que da nombre a esta muestra, The Crooked Path, una larga senda torcida que se pierde en el horizonte, trata la necesidad del ciudadano a determinar su espacio, a renegociarlo y experimentarlo como algo cotidiano.

Pero se revuelve escéptico, no quiere etiquetas: 'En nuestra cultura política la cosa más significativa que podemos extraer del arte es entender que no puede ser políticamente útil. Ni siquiera creo que debamos buscar en el arte un rescate de las consecuencias de los asuntos prácticos, como el malestar social'. Sin embargo, entre los asuntos que ha tratado Wall aparece 'la memoria de los valores excluidos del progreso capitalista', al describir a marginales y desposeídos, como en la famosa Milk (1984).

'Para un artista que hace fotos, la imperfección es bella'

El artista canadiense reconoce que el significado ha perdido importancia en sus fotos, que el tema de una obra 'no es muy importante', porque el arte 'consiste en resultados estéticos'. En su opinión, por nuestra educación artística, necesitamos relacionarnos con el arte entendiéndolo, pero en realidad 'sólo necesitamos experimentarlo'.

En esas colosales cajas de luz, en las que enmarca sus imágenes desde 1978, la fotografía parecería convertirse en pintura narrativa, pero él reniega por varias razones. La primera: 'No uso las herramientas de la pintura. Uso la fotografía como fotografía'. De ahí su aprecio por lo inesperado, porque la fotografía nunca tendrá esa armonía impuesta por una composición pintada. La segunda, porque 'para un artista que hace fotografías, la imperfección es bella'. Y por último, 'puesto que la pintura está claramente viva y bien, no necesita una segunda vida'.

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