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JFK: 45 años del primer presidente mediático

Mañana se cumple el aniversario del asesinato de John F. Kennedy en Dallas 

JESÚS CENTENO

La fecha del 22 de noviembre de 1963 ha quedado tan grabada en la conciencia de los ciudadanos de Estados Unidos como la del 11 de septiembre de 2001. Ese día de otoño murió asesinado John Fitzgerald Kennedy, el tercer presidente de EEUU víctima de un atentado mortal y un icono de su época.

Los historiadores norteamericanos aún se preguntan el porqué de su muerte y continúan investigando qué ocurrió aquella tarde en Dallas. ¿Quién y por qué disparó tres veces con un fusil de repetición desde el Almacén de Libros Escolares de Texas a veinte metros del presidente, a su paso por la Plaza Dealey? Las investigaciones policiales de entonces, con sus incongruencias y sus dudas, concluyeron que se debía detener a un sujeto llamado Lee Harvey Oswald, un enajenado ex-marine procomunista que fue presentado a la prensa como seguro culpable de su muerte. El mafioso Jack Ruby lo asesinó y no pudo ser juzgado.

Se han escrito muchos libros y ensayos sobre la presidencia de Kennedy y su violento final. El último de ellos, La Conspiración: la historia secreta de John y Robert Kennedy (Crítica), escrito por David Talbot, periodista de The New York Times, retrata a JFK través de la pétrea mirada de su hermano, Robert Kennedy, compañero entregado del presidente y candidato a las primarias demócratas de 1968, año en que fue asesinado por un joven inmigrante palestino.

Sin embargo, más que sobre quién apretó el gatillo o el posible complot, la cuestión a esclarecer son los motivos que convirtieron a los hermanos Kennedy en objetivo.

Hay varios. Primero, que el alto mando militar encajó mal su intención de organizar una retirada de Vietnam en 1963, cuando dos años antes había acelerado la escalada militar en ese país. También que ocultó sus planes a los burócratas para mantener su imagen pública de militante de la guerra fría, una necesidad evidente en las políticas de EEUU del siglo pasado.

La idea no gustó, como tampoco la reacción del presidente en la desastrosa Operación de Bahía Cochinos, la cuestión de los misiles cubanos y su política de distensión con la URSS, que acabó en la construcción del Muro de Berlín en 1961 (“es mejor que la guerra”, dijo Kennedy).

Peor aún fueron sus propuestas con respecto a los derechos civiles, que provocaron estallidos de violencia en los estados del Sur.

La incógnita del asesinato quedó en el limbo, pero su figura se engrandeció. Su secretario de Defensa, Robert McNamara, dijo tras su muerte: “Si hubiera vivido, el mundo hubiera sido diferente. No estoy seguro de si la distensión hubiera llegado antes, pero tengo la certeza de que el mundo hubiese sido menos peligroso”.

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