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Joaquín Sabina en 5 canciones

David Gallardo / EUROPA PRESS

Aún con sus achaques y el inevitable paso del tiempo, Joaquín Sabina sigue siendo uno de los músicos fundamentales en lengua española, con su talento innato e intacto para seguir arañando corazones y removiendo almas a través de sus canciones. Siempre en la brecha, el de Úbeda cumple este miércoles 65 años trabajando en una nueva colección de composiciones que podría ver la luz esta misma primavera, tal y como avanzó hace unas semanas en la presentación de su libro de dibujos. Mientras éste polifacético trovador de lo urbanamente mundano celebra su aniversario y perfila su nuevo álbum, aprovechamos tan señalada fecha para festejarle repasando su trayectoria condensada en 5 canciones (tarea gratificante pero imposible).

INVENTARIO

Tras años de conocimiento personal y exilio en Londres, Sabina publicó su primer álbum en 1978, musicando una serie de textos que ya había publicado previamente en el libreto de canciones Memorias del Exilio de 1976. La canción que daba título al disco abría el debut del ahora al fin cantautor en ciernes.

PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID

Este clásico indiscutible formaba ya parte de su segundo trabajo como solista, Malas Compañías, en el que también estaban Calle Melancolía o ¡Qué demasiao!. 'Una historia de amor y de odio a una ciudad invivible pero insustituible', como él mismo definió en su momento a esta composición inmortal en el disco La Mandrágora (donde también aparece), fiel retrato de sus años de compadreo junto a Javier Krahe y Alberto Pérez.

Y NOS DIERON LAS DIEZ

Ya asentado como un superventas gracias a discos como Hotel Dulce Hotel (1987) y El Hombre del Traje Gris (1988), Sabina facturó en 1992 uno de sus más celebrados trabajos, con temas como Conductores Suicidas, Yo quiero ser una chica Almodóvar, La del Pirata Cojo, Peor para el Sol o este melancólico y tabernario cántico inmortal que es Y nos dieron las diez.

19 DÍAS Y 500 NOCHES

A pesar de que el éxito estuvo de su lado desde principios de los ochenta, Joaquín tuvo que esperar hasta las postrimerías del siglo XX para disfrutar del que probablemente haya sido su más grande éxito, con esa desgarradora canción que le da título como momento indiscutiblemente estrella. Con sorna, con sentido del humor pero con mucho dolor. Insoportablemente enfermizo, porque los canallas también sufren. Demasiado, quizás.

LA ORQUESTA DEL TITANIC

Durante la primera década del nuevo siglo Sabina siguió su camino con discos notables y enormes baños de masas en sus directos, degustado su estatus de creador icónico e intérprete inimitable (para lo bueno y para lo malo). En 2012 se animó junto a su amigo Joan Manuel Serrat a poner en marcha el proyecto conjunto La Orquesta del Titanic, un homenaje a esos músicos que no saben hacer otra cosa que tocar y tocar, y al mismo tiempo una evidente declaración de intenciones. Porque queda Joaquín Sabina para rato, eso a estas alturas lo tenemos todos claro.

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