L.A. sabe lo que es pisar el barro y enfangarse hasta las rodillas. Luis A. Segura, líder de la banda mallorquina, ha pasado en algo más de tres años de vender ropa en un H&M a ser una de las promesas musicales de España. Llegó a pisar el infierno. Ahora empieza a saborear las mieles del cielo con su cuarto disco Heavenly Hell. Un verdadero infierno celestial.

'He estado muchas veces a punto de tirar la toalla', confiesa el músico balear. No ha sido un camino fácil. Para empezar, decidió desafiar las leyes de Google poniendo a su proyecto un nombre compuesto por sus iniciales, por ser fiel a si mismo (como cuando grababa sus primeras 'demos' en cintas de casetes). No existe para los buscadores, o al menos, es bastante complicado encontrarle. Tampoco fue un obstáculo no tener ni siquiera un disco en las tiendas para haber actuado en los principales festivales del país (FiB o Sonorama, entre otros).   

Otra 'locura' fue dedicar tres años de su vida a la producción de un disco. Junto al productor Toni Noguera, Luis dio forma a canciones como Perfect Combination, Stop the clocks o Elisabeth, temas que llegaron a tener más de diez versiones diferentes en la búsqueda de 'la canción perfecta'. Un espacio sonoro en el que cada detalle cuenta. Cada sonido es importante. Indie pop de alta definición (como lo definió Chema Rey, ex locutor de Radio 3).

Un trabajo que remató Nick Didia, mano derecha de Brendan O'Brien y creador del sonido de bandas como Pearl Jam, AeroSmith, Rage Against the Machine o Incubus, y que supo filtrar lo superfluo para quedarse con la esencia de las canciones: el resultado es éste.

Luis Alberto pasó de ser un completo desconocido, con tres discos invisibles, a ver cómo las multicionales se peleaban por ficharle. Una batalla que ganó Universal, marcando un camino que no ha hecho nada más que comenzar.