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La loca historia de los carteles de Bollywood

Un libro reúne las ilustraciones de las películas indias

SARA BRITO

Cuando el pintor G. R. Dharamdas recibió el encargo de hacer el cartel de Hércules (1964), de Dara Singh, se puso manos a la obra sin haber visto el filme. Dharamdas no puso freno a su ingenio.

Poco después, la productora fue demandada por publicidad engañosa por un espectador que protestó porque la corrida de toros del cartel no aparecía en la pantalla. El juez lo desestimó: el filme tenía suficiente espectáculo como para que valiese la pena pagar la entrada.

¿Una anécdota aislada? Quizás sí, pero ilustra la manera improvisada, loca e independiente en que se creaban los carteles pintados a mano en Bollywood hasta que llegó la era digital y dio al traste con una tradición que rondaba los 90 años. Lo que a Bollywood le importa es el exceso y el espectáculo.

Esa norma fue reproducida en el fascinante mundo del cartelismo de la industria cinematográfica más potente del planeta, que Taschen repasa en El arte de Bollywood. Dotado de una iconografía excesiva y colorista, el arte gráfico del cine indio empapó la cultura del país hasta el punto de haber influido en el diseño de señales de tráfico y de las representaciones religiosas.

Veamos la receta. Desde el principio, el cine indio ha adaptado los géneros de Hollywood a los gustos locales. Las pautas eran sencillas: primero se junta al héroe con una madre y una amada, a lo que se añaden canciones, comedia y buenas dosis de sentimientos. Del western al cine de suspense, del fantástico al de época o al mitológico, todo pasaba por la misma fórmula de túrmix que los carteles trataban de reproducir sin valerse del clásico eslogan, sin casi imprimir tipografía ni créditos en él: los muchos idiomas indios y el alto analfabetismo demandaban imagen pintada.

La historia del cartelismo del cine indio refleja también el de sus tensas relaciones con Occidente. Toda filtración, incluida la psicodelia de los sesenta y setenta, no se colaba así como así. La postura del cine indio, y de su grafismo, guardaba siempre una advertencia sobre las 'consecuencias depravadas' de las prácticas occidentales.

La era digital está acabando con una tradición de casi un siglo

Si hay un estilo que aglutina la historia y estética del cine indio ese es el Masala. Significa mezcla. Sean platos con muchas especias o cine cargado de géneros, música, y toda clase de excesos.

'Un número en cada rollo de película', dice su eslogan. El resultado es un estimulante estilo colorista que fascina y marea al mismo tiempo, pero que garantiza que el espectador vaya al cine.

A pesar de su influencia, los cartelistas ocupaban el último escalafón en las estructuras de Bollywood, situación que se fue deteriorando a medida que la televisión se convertía en la principal forma de promoción de las películas. La muerte del arte gráfico tradicional llegó con el uso del vinilo en los ochenta, material que se afianzó a partir de los noventa. El diseño digital haría el resto y dejaría de lado una tradición transmitida de padres a hijos.

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