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Mabel Lozano: "Me traspasa el dolor de mis películas"

Después de denunciar la trata en España, la cineasta presenta ‘Tribus de la Inquisición', otro documental escalofriante sobre la llamada 'justicia comunitaria' que consiente decenas de linchamientos cada año en la región boliviana de El Chapal.

Mabel Lozano, directora de 'Chicas nuevas 24 horas', presenta 'Tribus de la Inquisición'. / EFE

CRISTINA S. BARBARROJA

MADRID.- Nada tiene que ver con la joven de sonrisa perenne que triunfaba en el cine, las pasarelas y la televisión de los noventa. Once años después de ponerse al otro lado de la cámara, Mabel Lozano (Toledo, 1967) se ha consolidado como una activista del celuloide, "traspasada por el dolor" que provocan sus películas.

Ya lleva cinco largos y una docena de cortos, a cuál más lacerante, y con tanto premio que no llega con una entradilla. El más laureado, también el que más "agredió" a la directora: Chicas nuevas 24 horas, los testimonios de cuatro esclavas sexuales y el retrato de una España, primer país europeo de tránsito y destino de víctimas de trata.

Ahora está a punto de estrenar, en el prestigioso Festival Internacional Mar de Plata, ‘Tribus de la Inquisición’, otro documental de corte periodístico sobre los linchamientos masivos que tolera en la Constitución de Bolivia la llamada ‘justicia comunitaria'.

¿Se está convirtiendo Mabel Lozano en la cineasta de la maldad humana y el horror?

Los documentales te los da la vida. Cuando tienes esas gafas de mirada sensibilizada con los derechos humanos o contra la violencia de género, surgen, no los buscas debajo de las piedras. Y el cine es una herramienta importantísima de sensibilización.

Mabel Lozano, directora de 'Chicas nuevas 24 horas', presenta 'Tribus de la Inquisición'.

¿Cómo le dio la vida ‘Tribus de la Inquisición’?

Apareció cuando conocí a Roberto Navia. El documental está basado en su crónica periodística del mismo título, Tribus de la Inquisición. Probablemente haremos un largo, pero es todo tan tremendo, que da miedo. Tardé meses en montar el corto por lo que me dañaba y me agredía.

¿Por qué?

Primero porque las imágenes son muy fuertes. Ver quemar a un ser humano te hipnotiza (no cambias la mirada) pero agrede a tu vida personal, agrede a tu entorno. Y, por supuesto, por el dolor de las familias.

Y supongo que también por la impunidad de una práctica más propia de la Edad Media.

En la Constitución boliviana, en la Ley de Deslinde, existe la justicia comunitaria, que se ofreció a los indígenas y que ha degenerado en linchamientos, en asesinatos a manos de civiles en especial en la zona de El Chapal.

32, sólo en el año 2015. Y el resultado es que las víctimas que no están muertas están encarceladas.

"El Ministerio no consideró el documental ‘Chicas nuevas 24 horas’ interesante y nos negó la ayuda"

Esa es la impunidad. Los que sobreviven a la masa que les quema o les entierra vivos (esa es la barbaridad de la que hablamos) acaban en la cárcel autoinculpados. Aunque la mayoría mueren, como es el caso de nuestro protagonista, Roberto, cuyos asesinos siguen en la calle.

Por cuestiones como el presunto robo de un camión…

O como sucedió hace muy poco, el robo de un móvil por parte de un chaval muy jovencito al que quemaron vivo. Y no pasa nada. En el documental se ve a ancianas, a niños, mirando y pidiendo “¡que los quemen, que los quemen!”. Se han normalizado terriblemente los asesinatos.

¿Cómo es posible, más allá de la permisividad de la Constitución?

El problema es la mirada hacia el otro lado, la falta de la presencia del Estado, la normalización de los linchamientos. Lo que contamos no son casos aislados. Bolivia es el segundo país, después de Guatemala, con el récord de linchamientos de civiles a manos de civiles.

Sin ningún tipo de repercusión mediática a nivel internacional. ¿Por qué?

Porque nadie se atreve a hablar, a contar, a decir. La ciudadanía allí lo ve de una manera muy normal. Para ellos es ‘la justicia comunitaria’, a la que habría que quitar la primera palabra. ¿Qué justicia es esa? Antiguamente la justicia comunitaria estaba muy bien, y por eso está recogida en la Constitución boliviana, pero no puede degenerar en linchamientos y en el amparo al asesinato.

¿Igual algo cambia con ‘Tribus de la Inquisición’?

"El problema es la mirada hacia el otro lado, la falta de la presencia del Estado, la normalización de los linchamientos. Lo que contamos no son casos aislados"

Deberíamos hacer una reflexión en España. Cuando hablamos de las violaciones en Pamplona y decimos “habría que cortarles… habría que hacerles lo mismo”, deberíamos preguntarnos dónde acaba eso. Porque sabemos cómo empieza pero no cómo termina. Tenemos que creer en nuestro sistema de Justicia y en nuestros gobernantes.

Ya que usted lo menciona, ¿para cuándo un documental sobre España? ¿No se dan situaciones igual de terribles en este país?

¡La trata de Chicas nuevas 24 horas, es cien por cien España! Somos el primer país de Europa de tránsito y destino de mujeres víctimas de trata. El documental está rodado en cinco países, pero el foco está puesto en España.

¿Pero qué otros asuntos le darían para un documental?

Muchísimos. Pero al final, como te decía, los documentales te los va dando la vida.

¿No se ha planteado buscar una explicación a la violencia de género, por ejemplo?

La trata es violencia de género; la mutilación genital femenina es violencia de género. El problema es la ausencia de educación. La ley integral de violencia de género es magnífica; nos ha copiado media Europa. Falla la educación en respeto, en igualdad.

La educación, que sigue compartiendo el Ministerio con la cultura y el deporte.

Con Chicas nuevas 24 horas he impartido cientos de conferencias en institutos de Secundaria y he sacado la conclusión de que a los chavales no se les habla de sexualidad y de relaciones afectivas sanas en su entorno familiar. Eso se deja para los centros educativos. Y a los chavales hay que educarlos en el entorno familiar, donde tú eres su referencia.

Usted misma decía en Salamanca que sólo el 5% de los estudiantes de secundaria saben de qué va eso de la trata.

Además tienen muchísimos prejuicios y clichés que no tienen nada que ver con la realidad. También es porque los medios de comunicación son amarillos con la trata. Y porque en España las familias siguen sin hablar de sexualidad.

¿Cuántas subvenciones ha recibido Mabel Lozano de ese Ministerio de Educación, Cultura y Deportes?

Ninguna. Y Chicas Nuevas 24 horas ha sido un documental que ha dado la vuelta al mundo, que se ha vendido en televisión internacionales, que está en centros educativos y universidades de todo el mundo. Pero el Ministerio no lo consideró un documental interesante y nos negó la ayuda.

¿Cómo se financia pues?

Gracias a televisiones y a fundaciones de derechos humanos. Por ejemplo, la Fundación de la Abogacía y el Consejo Superior de la Abogacía Española, una pata indispensable. No sólo por la financiación, sino porque trabajan con los derechos humanos y tocan todos los temas que yo abordo. Así que, no sólo financian, sino que suman. Para mí han sido imprescindibles.

"La trata, los linchamientos, no tienen color, no son ni de izquierdas ni de derechas. Son asuntos de justicia social que no están vinculados a ningún partido. Mis documentales no tendrán jamás ningún tinte político"

¿Hubiera sido distinto con otro gobierno? ¿Tiene algo que ver la ideología?

No lo creo. No hablo de nada que tenga que ver con política, sino con la justicia social. La trata, los linchamientos, no tienen color, no son ni de izquierdas ni de derechas. Son asuntos de justicia social que no están vinculados a ningún partido. Mis documentales no tendrán jamás ningún tinte político.

¿Qué le pasó para convertirse en la cineasta-activista, o la activista-cineasta, que es hoy?

Soy una cineasta comprometida y activista. Sería muy difícil hacer el cine que hago y no comprometerme. No tendría ningún sentido.

¿No vivía mejor antes, más tranquila, cuando hacía tele y cine delante de la cámara?

Debería ser una mujer mucho más fría, pero ya no lo puedo cambiar. Tendría que volver a nacer. Montar Tribus de la Inquisición me contaminó la vida. Tú no puedes apagar el ordenador cuando has visto quemarse vivo a un ser humano, con un nombre, del que conoces a su papá, a su mamá, y a su familia, levantarte y quedarte tan tranquila. El dolor te traspasa. Pero yo no me quedo en un sofá llorando; reacciono, hago las películas para que se vean y para que llegue el mensaje. Me rebelo. Mis películas no me dejan llorando, me generan mucho cabreo.

¿Es ‘Tribus’ el documental que más cabreo le ha generado?

La trata es un referente en mi vida. No me desvincularé nunca. Estoy mucho más lejos de lo que ocurre en Bolivia, aunque ahora mismo tenga un compromiso enorme con la familia de Roberto, a la que me siento obligada a proteger. Han sido muy valientes, como lo fueron Yandy, Ana Ramona, las protagonistas de Chicas. Soy consciente del riesgo que corren con su denuncia y, además del agradecimiento, tengo que responder llevando su mensaje alto y claro, con rigor y sin hacer pornografía de su sufrimiento.

¿Qué es lo próximo que le va a cabrear?

El año que viene rodaremos En el vientre de las sirenas, un largometraje con exposición itinerante y web, para denunciar la falta de derechos sexuales de las niñas en Latinoamérica, embarazadas, violadas por su familias con diez o doce años. Es un proyecto multidisciplinar sobre la falta de derechos sexuales y reproductivos que rodaremos en cinco países latinoamericanos.

¿Igual EEUU también le da para mucho en los próximos años? ¿Cómo se le quedó el cuerpo con la victoria de Donald Trump?

¡Madre mía! ¡No es que se me quedara el cuerpo de ninguna manera… es que no me lo encontré! Y lo malo no es la victoria de Donald Trump; lo peor es que los norteamericanos han votado a un misógino, sectario, millonario, un hombre para que elimine a las mujeres-jefas, los matrimonios gay, a los latinos que triunfan… ¡En qué mundo vivimos!

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