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MacDonogh destapa las culpas aliadas

El historiador británico denuncia abusos contra civiles alemanes en 1945

TONI POLO

Giles MacDonogh (Londres, 1955) conoce a alemanes a los que no ha vuelto a ver tras la publicación de Después del Reich. Crimen y castigo en la posguerra alemana (Galaxia Gutenberg). 'Son intelectuales liberales que no habrían aprobado este libro, porque en sus círculos no está bien visto cuestionar la posguerra en Alemania', dice. Más de 900 páginas, muy documentadas, en las que recoge el sufrimiento del pueblo alemán después de la caída del III Reich, en 1945. Del libro, se desprende que a los aliados no les tembló el pulso a la hora de aplicar los mismos métodos de represión nazis.

El autor denuncia, en cierto modo, el silencio oficial asumido en toda Alemania: 'Creo que más que voluntad de esconderlo, había una falta de voluntad de hablar de ello. La diferencia es sutil pero importante. Sencillamente, no era correcto hablar', comenta.

Más de dos millones de alemanes murieron tras la guerra; 200.000 niños nacieron en 1946 fruto de violaciones; 16 millones de civiles fueron expulsados de sus hogares... Son cifras que suenan a Holocausto. 'Son datos oficiales', se defiende MacDonogh. 'La historia aprende de la historia: para degradar y humillar al vencido muchos inocentes fueron metidos en trenes malolientes, recibieron palizas, fueron violados, recluidos en campos de concentración...'.

MacDonogh no se entretiene en buscar culpables, pero ante la evidente delicadeza del tema, no rehúye la terminología más dura cuando se le citan nombres: Roosevelt, Churchill...: '¿Criminales de guerra? Culpar a los jefes de Estado es, en definitiva, correcto, porque son los responsables últimos, pero los ejecutores estaban en un rango muy inferior'.

Los más sanguinarios fueron los más jóvenes, 'de entre 14 y 19 años', que habían pasado por campos de concentración. El sentimiento de venganza no se puede negar. No todos, ni mucho menos, pagaron sus culpas.

Franklin Delano Roosevelt dijo que había que enseñar al pueblo alemán su responsabilidad por la guerra. Y eso fue lo que se hizo: 'Se le dio mucha propaganda a la reeducación de la población civil: los llevaron a ver sus campos de concentración, sus horrores, cómo morían sus víctimas... y pasaron a ser responsables por no haber evitado que la policía se llevara a sus vecinos'. El pueblo alemán, por lo tanto, 'sufrió doblemente', porque se hizo cargo psicológicamente de los crímenes del nacionalsocialismo.

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