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Los malvados del cine español pueden con Almodóvar

Con seis estatuillas, 'No habrá paz para los malvados', de Enrique Urbizu, triunfa en los premios de la industria.'Internet no es una alternativa ni sustituto', dijo Enrique González Macho, presidente de la Academia,

CARLOS PRIETO

Enrique Urbizu pasó anoche a engrosar la lista de directores a los que la Academia no hace caso hasta que, de pronto, arrasan en los Goya (ver fotogalería). Algo que ya es tendencia. En los tres años anteriores habían triunfado en los Goya Agustí Villaronga (Pa negre), Daniel Monzón (Celda 211) y Javier Fesser (Camino), la segunda unidad del cine español escalando hasta las primeras posiciones.

Urbizu (Bilbao, 1962), rey del cine policiaco nacional, ha tenido una carrera complicada, lastrada tanto por la debilidad de la industria cinematográfica como por la subestimación del cine de género. Pese a que su segunda película, la notable road movie negra Todo por la pasta (1991), le puso en el mapa antes de cumplir los 30 años, Urbizu languideció durante los noventa condenado a ganarse la vida con comedias intrascendentes. Recuperó el brío con La caja 507 (2002), thriller criminal sobre la relación entre mafia y ladrillo en la Costa del Sol, y La vida mancha (2003), drama de ecos negros, que recibieron el beneplácito de la crítica.

'La piel que habito' se llevó cuatro de los 16 premios a los que aspiraba

Urbizu se pasó casi todo el resto de la década buscando financiación para un thriller sobre un policía corrupto que se ve envuelto a su pesar en la trama de un atentado islamista en Madrid. No habrá paz para los malvados (consulta la ficha técnica) ha consagrado a Urbizu. Y no sólo por los Goya de anoche: participó con éxito en San Sebastián pese a irse de vacío, fue aclamada por la crítica y recaudó cuatro millones de euros.

El protagonista del filme, el agente de policía Santos Trinidad, que le valió a José Coronado su primer Goya, es un héroe por accidente. 'Santos Trinidad no es un héroe. Es un hijo de puta con mayúsculas. Lo que pasa es que intentando salvar su culo... acaba salvando al mundo. Sin querer, por pura casualidad', ha explicado a Público José Coronado. En efecto, Trinidad es una de las escorias andantes más logradas de la historia del cine español. El filme, como es habitual en el cine negro de Urbizu, se sumerge en las cloacas de la crónica negra española. Un Madrid convertido en una ciudad del lejano oeste, donde las disputas se dirimen a tiros, la corrupción y la incompetencia se hacen fuertes en los despachos oficiales y la incertidumbre se apodera del cuerpo social.

El filme de Urbizu se sumerge en las cloacas de la crónica negra española

Además de No habrá paz para los malvados, mejor película y mejor director, también triunfaron anoche Blackthorn y Eva, que se llevaron cuatro y tres premios cada una, y las actrices de La voz dormida.

Santiago Segura se atrevió a bromear en su monólogo sobre el gran tabú: las idas y venidas de la Academia de Almodóvar, que regresó el año pasado tras años de distanciamiento. La piel que habito (consulta la ficha técnica) se llevó cuatro de los 16 premios a los que aspiraba. Almodóvar, nominado a guión adaptado y dirección, se fue otra vez de vacío. Un nuevo capítulo del psicodrama 'Almodóvar y la Academia', que se remonta a tiempos inmemoriales. Hagamos memoria: en 1991, Átame no consiguió ningún premio de los 15 a los que aspiraba. Y Almodóvar dejó de asistir a las ceremonias. En 1992, más jarabe de palo: Tacones lejanos, cero de cinco. Kika (1994) y La flor de mi secreto (1995) se llevaron uno de ocho y cero de ocho. Por el contrario, Todo sobre mi madre (2000) triunfó y Almodóvar recogió el premio al mejor director. Pero en 2003, con Hable con ella, volvió el mal rollo: uno de siete. Las relaciones entre Almodóvar y la Academia saltaron por los aires en 2005. La mala educación se fue de vacío en los Goya. Los Almodóvar abandonaron la Academia descontentos con el sistema de votación. En 2007, Volver ganó los Goyas a mejor película y mejor director, recogidos por Penélope Cruz. Ayer, noche agridulce.

'Blackthorn' consiguió cuatro 'cabezones' y 'Eva' se hizo con tres

'¿Se sufre menos en Águila roja que haciendo de roja a secas?', le preguntó Eva Hache al principio de la gala a Inma Cuesta, nominada a mejor actriz por La voz dormida (consulta la ficha técnica). No le faltaba razón. La voz dormida, dirigida por Benito Zambrano, va a la yugular del melodrama y la denuncia política de la represión franquista contra las mujeres. 'A las mujeres que han aprendido a perdonar, pero no a olvidar', dijo María León al recoger su premio a la actriz revelación, en un guiño a las represaliadas de la posguerra española. Ana Wagener, por su parte, se llevó el de actriz secundaria y mentó también la memoria histórica.

Y más chicha política: Escuchando al juez Garzón, de Isabel Coixet, se llevó el galardón al mejor documental. 'Hubiera preferido no tener que hacer este documental. Que los tres procesos a los que se ha enfrentado el juez Garzón no se hubieran producido. Hubiera preferido que no hubiera paz para los malvados, pero para algunos sí que la hay', afirmó la directora.

El Gobierno mandó a toda su artillería cultural a la ceremonia. Asistieron a la ceremonia de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert; el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, y la directora general del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales), Susana de la Sierra. La tijera gubernamental todavía no le ha hecho un traje al cine, así que no se esperaban grandes sustos, pero hubo alguno. Eva Hache, conductora de la gala, dedicó el monólogo inicial a la crisis. 'Quiero mandar un mensaje a las personas que gobiernan este país: Merkel y Sarzozy', espetó dejando al ministro Wert con cara de circunstancias.

Pero la pesadilla de las históricas malas relaciones entre el PP y el mundo de la cultura no revivió ayer: Enrique González-Macho, nuevo director de la Academia, habló con prudencia sobre los futuros recortes en el sector y reservó su ardor guerrero para su tradicional bestia negra: Internet ('no es una alternativa ni sustituto, ni tan si quiera un complemento al enorme esfuerzo económico que supone producir cine'). Horas antes, medio millón de personas se manifestaban en Madrid contra la reforma laboral. El clamor no llegó a la gala, más allá de las esporádicas defensas de la TV pública (Gerardo Herrero) y la educación pública (Kike Maíllo). ¿Habrá paz para los malvados?

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