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"Manu Leguineche fue un periodista acaparador involuntario de premios"

MARIO RUIZ-AYÚCAR DORADO

 'Un grandísimo profesional. Lo aprendí todo de él. Increíble compañero. Una persona muy intuitiva. El gran enviado especial'. Los elogios se han amontonado esta tarde en el homenaje póstumo a Manuel Leguineche (1941-2014). El salón de actos del Ateneo de Madrid se ha llenado de veteranos periodistas para contar y escuchar historias, detalles o anécdotas sobre uno de los profesionales del periodismo más importantes de España.

'Lo que soy como periodista se lo debo a Manu. Todo lo aprendí de él', confiesa Pilar Cernuda, periodista de Onda Cero y ABC. 'Manu nos enseñó que lo importante en periodismo era cómo contar las historias', añade Cernuda, quién, tras haber trabajado trece años 'con y bajo la orden de Leguineche' cree que 'la timidez, la osadía y la intuición' eran las tres características que mejor definían al malogrado periodista.

Sus compañeros y amigos recordaban a Leguineche como el 'gran enviado especial' por haber cubierto noticias y guerras en casi todos los continentes del mundo. 'Manu se iba a cubrir guerras lejanas por no poder hablar de las propias', comenta Ramón Lobo, ex periodista de El País y actual colaborador en Infolibre, El Periódico o Cadena SER.

Jesús Picatoste, profesional de Libertad Digital y ABC, describe a Leguineche como el 'acaparador involuntario de premios'. El periodista vasco consiguió galardones, entre los cuales figuran el premio Nacional de Periodismo  (1980), el premio Ortega y Gasset (1991), el premio Espasa (1996) o la Medalla del Orden del Mérito Constitucional (2007).

Pero los presentes en el homenaje también han querido destacar su gran faceta humana. 'Manu fue muy humilde. Jamás iba contando situaciones propias para fanfarronear sino era con un tono jocoso', señala Cernuda. 'Nadie decía nada malo de él. Fue un excelente compañero y siempre se preocupó del resto de periodistas', recuerda Vicente Romero, histórico periodista de RTVE.

De misma manera todos han recordado su gran afición por el mus, por el vino y el queso, y, cómo no, por su club, el Athletic Club de Bilbao. 'Se sabía de reir de todo pero nunca mofarse. Lo último que recuerdo es su sonrisa amable al recordar todo lo que habíamos vivido juntos', finaliza Julián García Candau, veterano periodista.

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