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Marcela Said: "Los israelíes han pasado de ser víctimas a cómplices del horror"

La cineasta chilena arriesga en ‘Los perros’ con el personaje de una antiheroina, una mujer enamorada de un torturador, para denunciar la complicidad de la alta burguesía con la dictadura, con los crímenes y con el endeudamiento del país.

La directora chilena Marcela Said en San Sebastián

Una mujer atrapada en un mundo de hombres feroces, incorrecta, caprichosa y enamorada de un torturador. Mariana, “retrato de una mujer en aguas oscuras”, es también una metáfora del miedo que la dictadura de Pinochet implantó en Chile y que aún resiste. Protagonista de la nueva película de Marcela Said, Los perros, es una herramienta en manos de la cineasta para denunciar la responsabilidad de la alta burguesía en el establecimiento y perpetuación de la dictadura y de los crímenes cometidos.

Premio Horizontes Latinos en San Sebastián, Los perros, que se estrenó en el Festival de Cannes en la Semana de la Crítica, cuenta una historia inspirada en una experiencia ‘buscada y planeada’ por la directora. Cuando Marcela Said estaba rodando su primer largo, ‘El Mocito’, conoció a Juan Morales Salgado, ex coronel del ejército que entonces daba lecciones de equitación. Durante dos años acudió a sus clases con la intención de descubrir la esencia de aquel hombre. El militar hoy está en la cárcel, de donde no saldrá ya jamás.

Muy perturbadora, por momentos siniestra, la película presenta a Marcela, una mujer de la alta sociedad, a la que su padre y su marido desplazan, y que aprende equitación con Juan, un militar retirado investigado por la conexión con la dictadura. Esta relación la hace tropezar con los abusos y crímenes de esos años y descubrir el estrecho vínculo que existe entre su padre y ese hombre. Antonia Zegers y Alfredo Castro, que consigue estremecer al espectador casi nada más aparecer, son los protagonistas.

La experiencia que vivió al conocer a Juan Morales Salgado ¿es el origen de esta película?

Sí y no. La primera intención era hablar de esa complicidad civil en la dictadura, que se ha tocado muy poco y me parece muy interesante ahora. Hay mucha gente que hoy se lava las manos y todos saben que apoyaron la dictadura. Al reflexionar sobre esto, me acordé de que cuando iba a esas clases de equitación muchos de los que me decían: “¿Cómo vas a dar clases con un criminal?” eran personas de derechas que habían sido cómplices. Era una contradicción vital y ellos ni siquiera lo veían.

¿Cómplices que siguieron tranquilamente con sus vidas?

Sí. Unos hicieron el trabajo sucio y otros se enriquecieron. Estos consiguieron imponer un modelo económico, se quedaron como dueños del país, que en la dictadura se privatizó entero. Compraron las empresas en cinco pesos y las vendieron en 500. Se hicieron muy ricos. Hay un libro sobre ello, El saqueo. Todo quedó en manos de las transnacionales. Por eso hoy se come a crédito en Chile. Dictadura, muertos, torturados y, además, un país saqueado. Es uno de los países donde hay más ricos muy ricos.

¿Luego apareció el personaje de Mariana?

Sí. Lo primero fue crear el contexto político que era lo más importante, luego vino Mariana, casi de un modo inconsciente, pero muy pronto entendí que con ella podía hablar de la violencia machista, cotidiana. Se convirtió entonces la película en el retrato de una mujer en aguas oscuras.

Es una mujer rodeada de hombres que la desprecian. ¿La excepción es precisamente el ex coronel?

El ex coronel 40 años más tarde ya es otra persona. Ha sido abandonado por sus superiores. Hubo muchos militares que fueron traicionados por Pinochet, que les abandonó. Él, ¡que dijo que no sabía nada, después de haber declarado que en Chile “no hay una hoja que se mueva sin que yo lo sepa”! En la película hay un juego de los grises y de prejuicios. Las personas no son lo que uno espera de ellas. El coronel, después de 40 años, es el único hombre en el mundo de Mariana que es capaz de ser generoso.

Ella tampoco se pone en contra de su familia cuando descubre la complicidad con la dictadura.

Es muy difícil escapar de su clase, ella es incapaz de traicionar a los suyos. La burguesía no se traiciona a sí misma. Ahí está la incapacidad de Mariana, está tratando de liberarse, pero no lo logra. En realidad, ella es una metáfora del miedo. Por miedo hay muchas cosas que la gente no hace. Por el miedo que nos quedó de la dictadura no se ha vuelto a rebelar Chile. Las clases dominantes han preservado lo suyo y la gente tiene miedo de que todo vuelva a pasar, porque Chile es capaz de volver a la violencia de nuevo, aunque hoy se ejerza la violencia de otra manera. Lograron que el pueblo no se pudiera revolucionar, están todos endeudados.

Usted viene de una familia con un padre de derechas. ¿Se habla en su familia de esa herencia familiar?

En Chile no se habla de eso. Si se saca la política en la mesa del domingo, hay una discusión y entonces tu tía, que es una mujer amorosa, empieza a defender a Pinochet y tú no entiendes nada. Y sale el miedo al otro, a lo que va a pasar. Es lo mismo que piensa Mariana si no hace lo correcto. Mi familia es de clase media. Mi madre es profesora de Básica y mi padre es un pequeño editor de libros. Él es de derechas, apoyaba a Pinochet cuando yo era pequeña y es muy machista. Mi madre, no, tiene un hermano en el exilio. Yo crecí en una especie de sufrimiento y te preguntas todo el tiempo cómo es posible. Quieres entender.

'Los perros'

'Los perros'

Es difícil empatizar con el personaje de Mariana, ¿no era demasiado arriesgado?

Ella es un personaje no vendible, es una anti heroína que se enamora de un torturador. Pero ahí hay una intención de perturbar, de poner incómodo al espectador. Me gusta eso. Quiero poner al espectador en un lugar difícil, incómodo, quiero violentarlo. En cada escena hay violencia psicológica.

¿Al final ‘Los perros’ es una película también sobre la impunidad hoy en su país?

Sí. Pero hablar de la impunidad y de la violencia que eso genera, si no hay justicia… Ahora está la Comisión FUNA, un grupo de personas que incomoda a los vecinos, que sala a la calle, que les avergüenza. La esperanza es el Frente Ampliado creado por los jóvenes de izquierdas, que tienen ímpetu y quieren cambiar las cosas. Si logran madurar, hay una esperanza, si no, yo soy muy pesimista.

Alfredo Castro crea un personaje que es una especie de encantador de serpientes…

Tuvimos que construir al personaje que interpreta Alfredo Castro. También él tenía miedo al encanto del coronel, tenía que ser encantador y siniestro. Y al final dice: “Yo no soy bueno”, es un trabajo de reflexión que algunos han hecho. Otros no lo han hecho, los hijos de estos militares no son capaces. Chile no es capaz de hacer eso. Es como la modelo Ivette Vergara, cuyo padre está condenado y ella está enojada, porque dice que su padre no es culpable. Los familiares del coronel me llamaron en un tono muy amenazante.

¿Cuántos hombres como Juan quedan todavía en la calle en Chile?

Muchos de esos militares hoy están en la cárcel, otros fueron procesados y están libres. La justicia en Chile es muy lenta. Pero hay un proceso de justicia que se lleva a cabo. Por el momento, ha habido una tendencia a condenar solo a los altos mandos.

Sin embargo, usted no cuenta la historia de ese hombre…

Contar la historia del malo era fácil y ya estaba hecho. Sabía que contar esto otro era algo políticamente incorrecto. En todo el mundo hay muchos monstruos cargados de humanidad. No es difícil entender la banalidad del mal, todos somos capaces de hacer el mal, cualquiera, nadie es tan bueno, el acto heroico es difícil. Hoy en día no es tan fácil hacer el bien.

¿Por qué cree que es tan difícil?

La falta de empatía del mundo hoy me parece extraordinaria. Es terrible. En la dictadura chilena había muchos salvajes, pero creo que también debemos entender las historias de estos salvajes, todos estamos obligados a cooperar. Hay que entender también el drama de esos soldados, al soldado que mató también le destruyó la vida la dictadura. Y no hemos ahondado nada en eso.

¿Creen que lo han hecho en otros países?

No en todos. Lo de Israel y Palestina es trágico. Lo que le pasa a Palestina, por supuesto, pero también lo que pasa en la sociedad israelí. Han pasado de ser víctimas a ser cómplices del horror que vive el pueblo palestino, y lo han hecho sin querer asumirlo. Es el horror, ¿cómo se puede vivir con eso? Mi apuesta es humanizar sin miedo a hacerlo.

Pero eso ¿no puede resultar un poco siniestro?

Es siniestro. Pero es que los nazis también debían tener humanidad, mataban de día y por la noche llegaban a sus casas, con sus familias…

Dice que con Mariana podía hablar de violencia machista, ¿hay mucho machismo en su país?

Sí. La violencia machista es universal y existe en Chile. Todavía se hacen muchas bromas machistas y muchas veces ves a las mujeres riéndose de ello. Hay una falta de toma de conciencia impresionante. ¿Cómo funciona el dinero dentro de una pareja? Para entender el grado de evolución de una sociedad hay que ver qué se comparte del dinero y de las tareas domésticas en una pareja. Y en Chile…

¿Nota el machismo como directora de cine?

Las mujeres en el cine es como si no existiésemos. Hay muchas haciendo documentales, pero muy pocas en ficción. Y hay una desconfianza de la sociedad entera que se pregunta ¿por qué ella está haciendo películas y no cuidando a sus hijos?

¿Cuál ha sido la reacción ante la película en Chile?

La película se estrenó en Chile el 15 de marzo en muy pocas salas y con muy poca atención por parte de la prensa. Nada en televisión. Era una manera de decir que “esto no existe”.

'Los perros'

'Los perros'

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