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Mayorga y la fábula de la memoria

La Abadía de Madrid estrena ‘La tortuga de Darwin', un repaso a los últimos dos siglos de Europa

PAULA CORROTO

Una fotografía en un periódico fue el desencadenante de esta fábula. En blanco y negro aparecía una tortuga enorme. Su nombre era Harriet y, según el pie de la imagen, era el quelónido que había sido utilizado por Charles Darwin para desarrollar su famosa teoría de la evolución
de las especies.


Un animal, una teoría evolutiva y 200 años de vida. 'Ahí había una historia que contar', pensó el dramaturgo Juan Mayorga, que ya había puesto sobre el papel a otros animales para revisar críticamente la figura del ser humano (Últimas palabras de Copito de nieve, La paz perpetua). Y se puso a escribir. ¿El resultado? La tortuga de Darwin, un texto que no se lee, sino que se absorbe, y que obliga al espectador a hacer memoria de los últimos dos siglos transcurridos en Europa. Guerras, fascismo y estalinismo, todo pasado por la batidora de una dramaturgia descarada, llena de humoradas, pero no exenta de tragedia.


En escena esta tortuga es la actriz Carmen Machi. A su lado, Vicente Díez, Susana Hernández y Juan Carlos Talavera. Al frente de todo, el director Ernesto Caballero. Y ¿qué han pretendido mostrar? 'Un sano ejercicio de la memoria histórica, lo cual siempre es muy útil para cerrar heridas. En este sentido hay un propósito educativo', apunta Talavera.
Juan Mayorga, el autor, le da la razón, pero, además apunta otras claves. 'Es una mirada compasiva a 200 años de historia europea, pero también - y esto es muy darwinista- se relata una evolución en esa mirada, ya que la tortuga, que es medio humana, parte de la ilusión por la capacidad creativa del hombre a padecer la capacidad de maldad que también pueden tener los hombres', aclara.


Terrario en escena
'Es un viaje en el tiempo y un retrato de ese pretendido objetivismo histórico, de ese sueño de la razón que produce monstruos como el fascismo y el estalinismo', apostilla por su parte Ernesto Caballero.


El espacio escénico se ha preparado a modo de terrario. Un mundo natural donde campan la tortuga y los humanos que sólo buscan aprovecharse de ella. 'Metáfora y símbolo de cómo se utiliza la historia', recuerda Caballero.


Todos garantizan que aunque se escenifiquen ciertas teorías filosóficas como el positivismo, la obra es teatro popular. Eso sí, con matices. 'Es un espectáculo extraño, a contracorriente y culto. Porque no quiere ser sólo un objeto de consumo, sino que tiene un afán de provocación', resume el último premio Nacional de Teatro, Juan Mayorga.

Carmen Machi: 'Odio improvisar' 

En ‘La tortuga de Darwin’ usted es una tortuga que se transmuta en persona y viceversa. ¿Cómo es el proceso de convertirse en un personaje?
Más difícil de lo que parece. En este caso ha supuesto mucho trabajo corporal porque es una tortuga anciana muy lenta. Sin embargo, tampoco ha habido tanta obsesión con esto porque lo importante es lo que se dice, no tanto el cómo.

En relación con lo que se cuenta, en la obra se hace un repaso a la historia de los últimos 200 años. ¿Cree que nos hemos dejado muchas cosas atrás, olvidadas?
Sí, hemos olvidado mucho. Aquí hablamos de Dreyfus que fue condenado, entre otras cosas, por ser judío. O del bombardeo de Gernika. Son hechos que ya ni se recuerdan.

¿Habría que desempolvar
la Historia?
Sí, por ejemplo ahora que estamos con la Guerra Civil, a mí me parece fundamental porque es una forma de tener conciencia de lo que ocurrió.

Con esta obra vuelve a la Abadía. Hay que recordar que usted pertenece a la primera generación que surgió de este teatro. ¿Cómo llegó hasta aquí?
Mi familia tiene un punto artista. Son músicos. A mí me dio por la interpretación porque soy muy tímida. Y me presenté a las pruebas que hizo el teatro en 1993 porque admiro muchísimo
a José Luis Gómez.

¿Y qué le enseñó?
A predicar la palabra y a trabajar mucho la técnica.

¿No improvisa nada?
Nada. Yo odio la improvisación. Sólo la utilizo cuando ocurren accidentes.

He hecho un experimento. Si se teclea su nombre
en Google, sólo
aparecen referencias
a ‘Aida’.
No me afecta, pero me da rabia porque esto demuestra que la gente del teatro no es importante. Yo hacía mucho teatro hasta que llegué
a 7 Vidas, donde lo que se hacía era teatro y tenía un gran reparto. Pero hacer tele no es nada fácil ni indigno. Y a mí ahora me ha dado la posibilidad de escoger.

 

Una relación muy prometedora 

La primera vez que coincidieron los dramaturgos Juan Mayorga y Ernesto Caballero fue en el año 2000. Aquel año, Mayorga versionó el texto de Calderón de la Barca, ‘El monstruo de los jardines’ para la Escuela de Arte Dramático (RESAD), un libreto que acabaría siendo puesto en escena por Caballero en el Festival Clásico de Almagro.
La siguiente aproximación llegó con ‘Hamelin’, el texto que Mayorga escribió para la compañía Animalario y que fue representado en el Teatro de la Abadía en el año 2005. “Cuando vi esta obra me convencí de que Mayorga era un dramaturgo genial”, recuerda Caballero.
El juego del gato y el ratón acabó a mediados del año pasado, cuando Caballero le encargó un texto a Mayorga. “Y él me devolvió este regalo escénico”, apunta. Ahora, después del buen trabajo,  ambos afirman que será una relación fructífera, ya que piensan abordar nuevos textos.
 

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