¿Cómo le dejó el cuerpo el rodaje de Slumdog Millionaire'?

Slumdog Millionaire fue un desafío: nunca había estado en Bombay. Ni siquiera tengo acento de allí porque soy británico. Todos los personajes que me llegaron después eran estereotipos. Este es Zuko. Controla el fuego. Y hay artes marciales. Además, pude trabajar con gente como Frank Marshall o Andrew Lesnie [director de fotografía de El señor de los anillos]. Me dije: 'Tengo que hacer esto, aunque sólo sea como experiencia vital'.

Y se metió en un rodaje en 3D...

El 3D no nos afectó mucho: hicimos nuestro trabajo. Luego Shyamalan y el equipo hicieron la magia.

...Y con artes marciales.

Eso fue genial. Me atrae mucho esta especie de soldado que lleva dentro Zuko: es un verdadero guerrero. Pero en esta primera parte está demasiado inundado por la pasión. Demasiado ciego por lo que quiere recuperar. El entrenamiento fue duro, quizá un poco menos para mí, porque he hecho taekwondo durante ocho años, pero estaba bastante oxidado.

¿Se ha inspirado en si mismo para sacar esta parte guerrera'?

Me gustaba portarme mal en clase... pero porque así conseguía que me echaran [risas]. Zuko está confundido. Lo que le pasa a él es más profundo: busca recuperar el amor de su padre. No quiere capturar al Avatar por que sea malvado, sino para recuperar el honor perdido, aunque en el fondo sabe que no está actuando bien. No puede hacer otra cosa.

¿Considera a Shyamalan más autor que director?

A Shyamalan le encanta rodar escenas en una toma: si la cagas en medio, hay que volver a empezar. Es un proceso bastante cansado. Hay que estar en sintonía con el resto de actores todo el tiempo, requiere una concentración constante. En otras películas tienes la posibilidad de ser espontáneo, decir algo no previsto en una toma y cambiar un poco el curso de tu personaje. Esto no era posible en esta: Shyamalan tiene una visión muy clara de lo que quiere.