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Cómo montarla en ARCO

Empieza el espectáculo. El próximo miércoles arranca la edición 29 de la feria, con Los Angeles como invitada

PEIO H. RIAÑO

Se abre el telón y aparece un imán islámico tumbado orando en el suelo, con la Biblia al lado. Sobre su espalda inclinada, un cura católico reza arrodillado con un rosario en la mano y la Torá en el brazo. Sobre los hombros del cura, un rabino judío con el Corán. La pieza es tan grande como para volver a llamar la atención entre los cientos de stands y las más de 200.000 personas que pasan por Arco en cuatro días. Eugenio Merino es el artífice de la obra, que irónicamente ha titulado Stairway toHeaven. Es un artista experto en el arte que se hace notar, que pide un minuto de atención entre la saturación.

Cada año sus piezas aparecen en las portadas de los periódicos, como el Damien Hirst en actitud suicida con una pistola del año pasado o el Fidel Castro zombie de hace dos. Pero parece que para esta edición ha tocado uno de los puntos más sensibles, la religión. Su galerista tiene miedo a la censura, prefiere mantenerla en secreto hasta el día de la inauguración, cree que va a levantar ampollas y que se la van a retirar del stand. Lourdes Fernández, directora de Arco, con la imagen encima de su mesa de trabajo, la mira con inocencia, ríe y admite que 'esto no tiene por qué dar problemas'.

Eugenio Merino: 'El arte es un show, Damien Hirst es un show'

El próximo miércoles 17, y hasta el domingo 21, Arco llega a su edición número 29, por primera vez dedicada a una ciudad, Los Angeles. En todos estos años, la feria de arte contemporáneo más importante de este país se ha convertido en un motivo de espectáculo y algo de mercado, como reconoce Simón Marchán Fiz. 'Arco se ha ido suavizando y las obras más caras handesaparecido'.

'Siempre que el lado económico se debilita, se agudiza el espectáculo. Las grandes obras históricas ya no llegan por falta de venta y la feria ha derivado en obras que tienden a llamar la atención, aunque no todas busquen el escándalo', asegura el crítico de arte, quien explica que las propuestas que se enseñan en la feria no tienen más remedio que atender a la faceta publicitaria porque necesitan vender. Reconoce que 'la gente va a Arco para ver lo último y divertirse'.

'No por subir el volumen, el sonido tiene más calidad', dice Carlos Aires

Este año la tarifa de la entrada general sube hasta los 32 euros y la aportación del espectador es más importante este año que ningún otro por las malas previsiones de venta de obra de arte. 'La parte más cuestionable de la feria es aquella en la que desapareces si no llamas la atención, porque todo el mundo quiere vender', explica Lourdes Fernández. 'Algunos artistas piensan que como van a estar en Arco hay que llamar mucho la atención'. ¿Podría darse un episodio de censura en Arco? 'No, jamás. No hay límites', contesta la directora de Arco.

Es probable que este año el espectáculo se amplíe, precisamente por la crisis económica, y el visitante asista a la culminación del grito artístico a pie de moqueta. 'A Arco hay que intentar llevar diversión, que es lo que espera encontrarse el espectador que viene en busca de lo inédito. Viene tanta gente', cuenta Alex Nogueras, de la galería Nogueras Blanchard. 'Que es un factor que no se puede obviar: Arco tiene mucho de show', y asegura que intentarán llamar la atención tanto del coleccionista como del público general.

'Si buscas espectáculo sin calidad, te estás metiendo en un charco', cuenta Alberto de Juan, director de la galería Max Estrella. Describe el diseño del stand concienzudamente: meses planificando la colocación de las piezas en uno de los espacios más grandes (150 metros cuadrados), como si fuera una exposición colectiva, destacando la pieza que vertebre el resto. 'Todas las ferias reclaman la atención. Hay mucha competencia en pocos días, hay que conseguir que la gente se entusiasme. Yo monto con la aspiración de que el público se convierta en coleccionista con los años. Habrá gente que se ría los dos primeros años, y al tercero compre',explica De Juan.

'A Arco hay que llevar diversión', comenta un galerista

Eugenio Merino cuenta lo importante que es hacer una buena pieza para aprovechar una de las pocas oportunidades de brillar que suceden en el año. 'Arco lo ve mucha gente, aunque sea donde menos se venda. El arte cada vez es más popular y requiere de más visibilidad, y entre tanto artista hay que llamar la atención como sea', explica. Merino es de los pocos artistas que reconocen ponerse en el lado del espectador para pensar y decidir qué hacer específicamente para la feria. Apunta que 'no es cuestión de tamaño', aunque su obra sobre las tres religiones sea grande, 'es cuestión de romperle el esquema al espectador'. Sentencia con una máxima que resume las prioridades del arte contemporáneo en una feria como Arco: 'El arte es un show, Damien Hirst es un show'.

Por su parte, Carlos Aires, que el año pasado colocó un gran toro de Osborne rojo, con luces de fiesta, sobre la entrada de la galería Álvaro Alcázar, volverá este año a dar la nota con sus billetes recortados con figuras provocativas. 'Los billetes van con vitrinas en pan de oro, con aire lujoso y una bola de discoteca. Como Arco es una saturación, yo he preferido hacer una pequeña discoteca para que la gente se divierta con el arte', observa.

El galerista Álvaro Alcázar lo expuso sobre la puerta de entrada de su stand el pasado año porque le tocó un espacio muy retirado, al fondo, 'y con un toro de tres metros de altura con luces, todo el mundo te ubica'. A Alcázar tampoco le sirve el espectáculo por el espectáculo, que la llamada de atención debe hacerse desde la calidad, aunque reconoce que 'debe haber la parte de espectáculo, porque esmárketing y publicidad'.

A pesar de sus propuestas tan festivas, Carlos Aires advierte del peligro de caer en lo fácil: 'No por subir el volumen, el sonido tiene más calidad', perfecta imagen. Precisamente, este año tiene miedo a las consecuencias de haber recortado sobre los billetes de 50 euros la frase 'I want to break free' del grupo Queen: '¿La SGAE me perseguirá por haber utilizado la letra de la canción?'.

Otro artista acostumbrado al impacto y a las fotos en grupo junto a sus grupos escultóricos en Arco es Enrique Marty. Este año ha preparado un homenaje al trabajo de los críticos, comisarios y teóricos históricos del arte Harald Szeeman, Benjamin Buchloch, Robert Storr y Jan Hoet. 'Tienen las mismas características que los viejos roqueros: provocadores, traviesos y poderosos. Además, nunca mueren', cuenta con sorna. Esta banda de rock siniestro va colocada sobre peana, como si de un escenario y un concierto se tratara. 'Creo que conviene hacer una atracción para el espectador, porque todas las artes requieren un espacio dramático', describe.

Su galerista es José Martínez Calvo, codirector de Espacio Mínimo, para quien es muy importante el diseño del stand para sortear todo el ruido y la contaminación visual de Arco. 'Una feria de arte también tiene su punto de espectáculo, claro, es como ir a un musical, en el que la puesta en escena es muy importante', explica. Para él es fundamental sorprender al público con nuevas propuestas, pero siempre amparados bajo el paraguas de la calidad. 'Siempre nos ha importado captar la atención, pero huimos del Carnaval. La novedad no sirve a cualquier precio'.

Espacio Mínimo acostumbra a preparar exposiciones íntimas y recogidas en su espacio en el barrio de Lavapiés, pero lo que se monta en Arco 'debe ser mucho más impactante, porque una feria de arte es un acontecimiento extraordinario'. La visita se hace a base de impactos a la carrera, de impresiones a primera vista. Lo sutil apenas cuenta y 'la sorpresa tiene muchas caras, desde la sofisticación a la elegancia', dice Emilio Almagro, de Sandunga. La originalidad no es nada sin el interés.

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