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La mujer que tumbó al gigante farmacéutico y al Estado francés

Dirigida por Emmanuelle Bercot y protagonizada por Sidse Babett Knudsen (‘Borgen’), ‘La doctora de Brest’ cuenta la célebre batalla que libró la neumóloga Irène Franchon contra una de las mayores farmacéuticas de Francia y que se conoció como el ‘caso Mediator’.

Un instante del film dirigido por Emmanuelle Bercot.

MADRID.- Millones de personas mueren cada año en África por el abuso de las farmacéuticas en el caso de los tratamientos anti Sida. Es, seguramente, uno de los crímenes más flagrantes que estas poderosísimas empresas –las que ostentan mayor dominio económico y político en el mundo- cometen hoy. Enfrentarse a ellas es una lucha de David contra Goliat. Una heroicidad, casi un suicidio. Sin embargo, ha habido personas que se han lanzado audazmente a esta batalla. La neumóloga Irène Franchon es una de las más célebres. Destapó uno de los mayores escándalos sanitarios de la historia reciente de Francia, el caso Mediator, y salió triunfante. Ahora, La doctora de Brest, la nueva película de Emmanuelle Bercot, con Sidse Babett Knudsen (‘Borgen’) como protagonista, cuenta su historia.

Inspirada en el libro autobiográfico Mediator 150 mg. ¿Cuántas muertes?, la película relata la larga y solitaria pelea que libró esta mujer para demostrar la conexión directa que existía entre el Mediator, un medicamento aprobado por el Estado francés, y una serie de muertes sospechosas por cardiopatías vasculares graves. Consiguió llevar a juicio a uno de los gigantes de la industria farmacéutica gala, el doctor Servier, y a su grupo empresarial. Logró que se retirara el medicamento del mercado, que se declarara culpable al millonario y a su empresa, y que se modificara el organismo regulador de medicamentos. Vendido como adelgazante, especialmente para diabéticos, este producto provocó entre 500 y 2.000 muertes, según los investigadores.

"En el cine, el bien gana"

Escrita, dirigida y producida por mujeres —“definitivamente, las mujeres somos diferentes”—, la película atiende de forma especial a una cifra espeluznante. El 80% de las personas afectadas por el medicamento eran mujeres. Coartadas por los condicionantes sociales –el sobrepeso de las mujeres está muy mal visto en Occidente- y por la moda, estas fueron las víctimas más vulnerables. Emmanuelle Dercot, con una complicidad manifiesta de su actriz principal, subraya esta circunstancia en la película, en la que cuenta una vez más con el actor Benoît Magimel.

“En el cine, el bien gana”, sentencia la danesa Sidse Babett Knudsen, una actriz muy popular en España por su trabajo en la serie Borgen. “Yo, personalmente, necesito esperanza, necesito ser parte de algo esperanzador. Creo que es algo muy valioso porque ayuda a cambiar las cosas. A mí me da valor en la vida. No se pueden vender ilusiones si no hay posibilidades. Por eso, yo necesito una idea, un gesto, un detalle, algo que sea menos triste y necesito que haya una posibilidad real de cambio”.

Emmanuelle Bercot y Sidse Babett Knudsen, en el rodaje

Emmanuelle Bercot y Sidse Babett Knudsen, en el rodaje

Nada de orgullo

“Sí, las mujeres somos diferentes. Lo ideal sería que trabajáramos hombres y mujeres conjuntamente”, añade esta actriz, que ha prescindido en este filme de su aspecto físico para añadir cierta veracidad al personaje de Irène Franchon, a la que interpreta vestida con ropa ancha, moviéndose “casi como una marioneta. Es por arriba como un globo conectado a unas piernas. Todo eso me ayudó, porque ella es una mujer inconsciente de su cuerpo y es asexual”.

“Nos limitamos a contar el punto de vista de Irène Franchon”, explica Emmanuelle Bercot, que se convirtió en septiembre en la primera directora que inauguraba el Festival de Cine de San Sebastián. “Espero que no hayan elegido la película porque yo sea mujer –dijo entonces-. No siento nada de orgullo por ser la única mujer en competición en este festival. Es evidente que hay muy pocas mujeres en los festivales. A los comités de selección parece que no les gustan tanto las películas hechas por mujeres que las que han hecho los hombres”.

"Emblemática porque era mujer"

El público del certamen aplaudió la película y reconoció con ello el mérito de la neumóloga en su batalla contra Servier. “Se convirtió en una persona emblemática porque era mujer”, declara Bercot, que confiesa haber estado siempre “obsesionada por la justicia” y recuerda que su padre era cirujano y a ella le gustaba visitar los hospitales. “Las farmacéuticas tienen mucho poder y, por tanto son muy peligrosas. Mi padre era médico y en casa se hablaba mucho del poder de los lobbies farmacéuticos. Yo procuro no tomar medicamentos. Esta película habla no solo de una lucha contra una gran farmacéutica, sino también contra las autoridades sanitarias francesas”.

Entre 1976 y 2009 se vendieron 245 millones de cajas de Mediator. Cinco millones de personas lo tomaron durante 33 años, hasta que se pudo demostrar que el benfluorex con el que se elaboraba producía patologías cardiopulmonares mortales. Jacques Servier, al que Nicolas Sarkozy reconoció con la Gran Cruz de la Legión de Honor precisamente en 2009, falleció hace un par de años siendo aún el dueño del segundo laboratorio de Francia y la fortuna número 17 del país, con 2.800 millones de euros, según el ranking de Challenges. A tal enemigo se enfrentó en su tesonera cruzada una doctora del hospital de Brest, que puso contra las cuerdas al multimillonario y a la Agencia de Seguridad Sanitaria de Francia.

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