Público
Público

"El mus es fundamental para la rebeldía adolescente"

Juan Diego Botto cambió su acento argentino para evitar burlas en el colegio donde ignoraban a ese chico tímido al que el cine le 'salvó la vida'

JAVIER SALAS

Reservado, reflexivo, tímido, solícito, habla con voz escasa y siempre para decir algo sutilmente apropiado. Nadie diría que estamos describiendo a un actor porteño, pero es que Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) es raro. Y lo es desde el colegio, cuando don Anselmo le daba capones con el anillo, los compañeros le ignoraban por ser 'profundamente tímido' y se burlaban de él por su acento. 'Un día, mi hermana mayor, María, me encerró en una habitación y me dijo que teníamos que quitarnos ese acento, tan raro para ellos, porque estaba harta de que se rieran de nosotros. Y así empecé a trabajar el deje castizo', rememora Botto con dicción pucelana.

La cronología de sus primeros años de vida es de las que marcan: 'Nazco en 1975, el golpe en Argentina es en 1976, mi padre desaparece en 1977 y nos venimos para acá en 1978', relata, en cuatro sencillos pasos, como quien explica cómo se abre un tetra brick. Las instrucciones de uso de una persona que se 'radicaliza' más y más con los años: 'Si a todo el mundo le afecta la política, a mí me ha arrancado parte de mi vida, me arrebató a mi padre'.

'Si a todo el mundo le afecta la política, a mí me arrebató a mi padre'

Por eso, deja que la política le robe tiempo, porque tiene claro que 'las cosas no se solucionan, las solucionas'. Y porque quiere dejarle a su hija de un año un mundo mejor, no uno que no para de empeorar: 'Cuando nos escapamos del instituto para manifestarnos contra la Guerra del Golfo, no podíamos pensar que habría una segunda guerra mucho más terrible'.

Aquella fue una escapada cargada de compromiso, pero los mejores novillos de su vida los hizo con 15 años, para pegarse siete horas de espera antes de ver la Venus del espejo en el Museo del Prado. Eran los días de los primeros pedos, de 'esas experiencias de la adolescencia en las que no paras de repetir que esa había sido la mejor noche de tu vida'. Allí, en esa cola histórica para ver a Velázquez, forjó unas amistades que todavía conserva. Y aprendió a jugar al mus, algo más que un juego de cartas: 'El mus es un elemento fundamental para la rebeldía adolescente'.

Los envites al sistema los aprendió en el madrileño instituto Ramiro de Maeztu, pero el órdago de su vida llegó mucho antes, el día en que ese crío apocado y 'muy poco socializado' logró salir del huevo. 'A mí lo que me salvó fue el cine. Cuando era pequeño, un amigo de mi madre (la actriz Cristina Rota) me dio un papel en una película. Un niño en un rodaje es una persona a la que se cuida, se mima, es el centro de atención. Ahí empecé a sentirme con un poquito más de autoestima y de confianza. Y eso me dio la posibilidad de ser algo más extrovertido'.

'De niño, no podía creer que pagaran a alguien por actuar, por hacer el tonto'

El cine también protagonizó sus sueños de infancia. Se juntaba con su hermana y otros amigos y se recorrían uno a uno todos los cines de la Gran Vía. Aunque vio varias veces Cuenta conmigo, de Rob Reiner, las que más le gustaban eran las de ciencia ficción, como Exploradores, con unos jovencísimos Ethan Hawke y River Phoenix. De ahí que, con 10 años, quisiera ser astronauta. 'Algo paradójico, porque tengo miedo a volar'.

También gracias al cine descubrió las locuras que se hacen por amor. Con 11 años, rodó El río de oro junto a Ángela Molina, y se quedó prendado. 'Me propuse escribir el guión de una película, porque sabía que era la mejor manera de pasar más tiempo con ella. Tenía incluso la idea pensada; unos chavales que se metían con el hijo de una puta del barrio. Ella sería la puta y yo su hijo, claro. Así estaríamos juntos todo el rato'. De ese guión no escribió ni una línea, pero poco después se atrevería con los primeros poemas de amor.

Fue más o menos con 15 años cuando asumió que lo que iba hacer en la vida es actuar, a pesar de que durante la infancia no consideraba que fuera para tomárselo muy en serio.

'Jamás pensé que se pudiera vivir de ser actor, pensaba que lo que mi madre hacía era sólo un juego con amigos. Un día me dieron un sobre con dinero para ella y me dijeron que era el pago por una actuación. Creía que estaban de broma. No entendía que te pudieran dar dinero a cambio de disfrazarte y hacer el tonto durante un par de tardes'.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?