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Nacho y Christina, magnéticos

Nacho Vegas y Christina Rosenvinge ofrecieron un concierto notable en Madrid, donde brillaron las canciones de su disco conjunto.

JESÚS MIGUEL MARCOS

Lo que comenzó como una colaboración esporádica para un festival –Rockdelux Music Weekend, el pasado octubre– está durando más de lo esperado. Nacho Vegas y Christina Rosenvinge siguen dando conciertos, revisando las canciones de Verano fatal –el disco que grabaron juntos el pasado verano– y otros temas de sus respectivos repertorios.

El sábado volvieron a Madrid, concretamente al Neu! Club, nombre que toma la sala Galileo Galilei determinados sábados. Primer acierto: la sala tiene un sonido excepcional, algo muy raro de encontrar hoy en día. La cola a la puerta, larguísima, daba cuenta de la capacidad de convocatoria de los artistas.

Bailando un vals
Llenaron la sala y además convencieron con un concierto de notable alto. Les salió tan bien que Nacho Vegas y el bajista acabaron bailando un vals sobre el escenario, agarrados a una botella de JB, mientras Rosenvinge cantaba la íntima No lloro por ti. Pero eso fue casi al final.

El principio fue más dramático, con un Vegas ejerciendo su papel de crooner ebrio y guitarrista tóxico, y una Rosenvinge como mujer fatal, frágil y fantasmal. Juntos han forjado un repertorio sólido, sin casi altibajos y de una unidad loable. El pop y el rock arty de ella –hipnótico, enmarañado– y la canción de autor de él –melodías adictivas, letras sobresalientes– quedaron bien empastados.

El público, por su parte, convirtió aquello en un karaoke colectivo, sobre todo en las canciones del asturiano. El concierto confirmó la imparable ascensión del cantante, capaz de abrirse paso a públicos más amplios desde la independencia. Su fórmula no es el marketing, sólo buenas canciones.

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