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Polos opuestos: Camela vs. Ginferno

Juntamos a los pioneros de la techno-rumba con unos héroes del rock underground

JESÚS MIGUEL MARCOS

Martes, 3 de junio, cuatro de la tarde. Dioni Martín, cantante de Camela, y Daniel Fletcher, guitarrista de Ginferno, conversan por la calle Fuencarral de Madrid camino del Café Comercial.

Dioni: Entonces vosotros qué hacéis, ¿heavy?

Daniel: No, no. Comenzamos haciendo rock instrumental, bastante experimental. Digamos que la base es rock, pero también jugamos con ritmos y melodías orientales, árabes y africanas.

Dioni: Bueno, a mí no me gustan especialmente, pero los Mägo de Oz hacen algo parecido, mezclando el heavy con música celta. Son vías a explorar, hay que estar abierto a ese tipo de investigaciones y de mezclas'.

Dioni y Daniel se acaban de conocer, pero su diálogo es fluido. Camela sacaron a la venta hace unos días su nuevo disco, Laberinto de amor (EMI, 2008), con el que venderán decenas de miles de copias. Ginferno, por su parte, publicarán el 23 de junio un EP de cinco canciones a través de Myspace, para descarga gratuita. Están en las antípodas musicales, pero se interesan el uno por el otro. Hay chispa.

Dioni: Mira Dani, lo hablaba con Daniel Muneta, mi productor de toda la vida, hace ya tres o cuatro años. Llegará un momento en el que no se venderán los discos enteros, sino canciones. Será como antiguamente, porque los Beatles y toda esta gente hacían eso, sacaban un tema cada tres o cuatro meses y luego, al final del año, los recopilaban en un LP.

Daniel: Pues a mí eso me parece fenomenal. Nosotros nunca hemos pensado en la idea de un disco como concepto. Nos ponemos a grabar y cuando tenemos doce canciones decimos: ocho para un disco y cuatro para recopilatorios. O ahora regalamos tres en internet y con el resto hacemos un EP.

Detrás de ellos viene toda la troupe: la cantante (Ángeles) y el teclista (Miguel) de Camela, junto a los otros tres Ginfernos, el guitarrista Ramón -con sus dos hijos a cuestas-, el batería Federico y el cantante kRim. Además, se une al pintoresco conjunto Lilli Hartmann, que acompañará a Ginferno en los próximos conciertos haciendo videoproyecciones. Miguel Camela y Federico Ginferno caminan rezagados, señalando a la pequeña maleta con ruedas que arrastra el batería.

Miguel: ¿Vienes de viaje?

Federico: No, no, del curro.

Miguel: Pero, ¿qué haces? ¿Buzoneo?

Federico: Que va, es el traje, soy procurador en los tribunales.

La vida en la independencia
Ginferno no viven (económicamente) de la música. Su radio de acción es pequeño, pero lo suficientemente influyente como para ser considerados uno de los grandes dinamizadores de la escena underground de Madrid. Hace tres años, Daniel Fletcher fue el cerebro del recopilatorio Madrid Terminal (Subterfuge, 2005), que documentaba en un puñado de canciones la excitante eclosión de bandas que vivió la capital por aquellos meses. Grupos como Humbert Humbert o Garzón -ahora Grande-Marlaska-, además de los mismos Ginferno, estaban allí.

Militan en la más absoluta independencia, igual, exactamente igual que Camela en sus inicios. El trío que popularizó la techno-rumba romántica recorrió el camino hacia el éxito paso a paso: 1) dos años ignorados por la industria discográfica, vendiendo cintas de mercadillo en mercadillo; 2) fichaje por una independiente en 1994; y 3) salto a una multinacional en el 2000.

¿Cómo le explicaríais a Ginferno la fórmula de vuestro éxito?

Ángeles: Un estilo propio.

Daniel: Eso me intriga. ¿Cómo os dio por buscar ese sonido, mezclando el techno con el flamenco y la rumba?

Dioni: Pues no lo buscábamos, Dani. Yo cuando fui a ver los arreglos que hizo Daniel Muneta de las primeras canciones, que eran de Miguel, mi primera reacción fue: '¡Pero si esto es bakalao! ¿Y tú quieres que yo cante aquí?'. Claro, yo el mundo del techno lo desconocía completamente, sin embargo ahora me encanta. Y a raíz de nosotros, salieron muchísimos grupos. Y además, igual: dos muchachos y una muchacha, con la misma variedad de canciones de amor y desamor.

Esta pregunta sirve para los dos grupos: ¿Qué os mueve a hacer música?

Dioni: Son los genes. Yo vengo de una familia a la que le gusta mucho la música, sobre todo el flamenco. Es la sangre, lo que has mamao. Cuando veía a mi hijo, que con 14 años ya componía canciones para Camela, estaba claro: es un don que Dios te da, o se tiene o no se tiene.

Daniel: ¿Tu hijo compone para Camela?

Dioni: Sí, claro. Lleva componiendo ya cinco años. Ha escrito la mitad de nuestro nuevo disco.

Vamos, como los antiguos oficios, que el hijo hereda el trabajo del padre.

Dioni: Mira, acabamos de sacar este disco, y mi hijo ya está haciendo temas para el siguiente.

Y Ginferno, ¿por qué hacéis música?

Ramón: Pues es como respirar, levantarte, sonreír... y de paso haces una canción, no hay un motivo. Es mecánico, pero a la vez es mágico.

Dioni: En eso sí que podemos coincidir, que somos muy inquietos, que no paramos. La gente se sorprende de que saquemos un disco por año, pero es que nosotros no podemos estar un año sin hacer nada.

Daniel: Nosotros hacemos algo parecido, pero igual un poco más extremo. Cuando grabamos un disco es porque ya lo hemos tocado en directo un montón. Y cuando sale ese disco ya no lo volvemos a tocar.

Dioni: Eso mola mucho, porque ahí es donde le sacas la esencia a un tema, después de haberlo tocado mucho, de haberlo quemado. Yo por ejemplo, ahora tengo el disco hecho, pero cuando empezamos a tocarlo en directo ya me gusta más. Al terminar la gira me pones el disco y me parece aburrido. Y por cierto, una curiosidad, ¿por qué os llamáis Ginferno?

Federico: Se le ocurrió a unos amigos, una mezcla entre ginebra e infierno.

Miguel: Y entonces no hacéis heavy, ¿no? Es que nos habían dicho en EMI que érais heavys, pero por la apariencia me recordáis más a los Beatles.

Dioni: Hombre, melenudos no los veo yo (risas).

Camela escucha a Ginferno

Para salir de dudas, Daniel Fletcher saca un ordenador portátil donde guarda las nuevas canciones de Ginferno. Con el barullo del Café Comercial de fondo, los tres Camela acercan sus cabezas a la pantalla. Se oyen guitarras distorsionadas, una batería desbocada que cambia de ritmo continuamente, capas de ruido, un sintetizador estridente...

Ángeles: AC/DC, esto es igualito que AC/DC.

Dioni: ¿Eso que chirría son acoples?

Daniel: No, lo hacemos con sintetizadores. También utilizamos muchos saxos y trompetas. Se oye fatal aquí, con todo el ruido del bar.

También utilizáis mucho el ruido, ¿verdad?

Daniel: Sí. Sobre todo para dar una textura.

Miguel: Y la música va cambiando continuamente...

Daniel: Jugamos mucho con las estructuras.

Dioni: O sea, que no pilláis un compás al principio de la canción y hasta el final.

Daniel: No, los compases los cambiamos mucho.

Dioni: Yo, Dani, te lo digo sinceramente, es música que no he escuchado. Yo lo respeto, pero en casa no lo pondría (risas).

Miguel: Tendrá su propio público, como todas las cosas. Hay gente que le gusta el flamenco, otra el heavy...

Ángeles: Yo estoy convencida de que si esta canción que nos han puesto la ponen en televisión continuamente, sería un éxito seguro.

Miguel: Es como lo del chiki-chiki. Lo escuchas tanto que terminas por cantarlo.

El espíritu del Chikilicuatre también es factor de unión. El batería de Ginferno proclama que 'era la única forma de salvar Eurovisión', mientras que Dioni incluso se ilusionó con una posible victoria: 'Cuando vi a los otros países, con una gallina por ahí...', ríe.

Esta es para Ginferno: si os ofreciera un contrato una multinacional, ¿aceptaríais?

Ramón: Sí, ¿por qué no? Manteniendo nuestro margen de creatividad, no hay problema.

Daniel: El canal nos da igual. Siempre que tengamos independencia creativa, nos da igual por donde salga.

Dioni: Nosotros en ese sentido tenemos suerte. Te puedo decir que hay muchos artistas de multinacional que no pueden hacer eso. Hay algunas bandas que tienen que presentar 30 o 40 temas cuando quieren hacer un disco. Y luego la compañía es la que dice cuáles van. Nosotros no, hacemos los 10 o 11 temas que queremos, y eso es lo que hay. Creen en nosotros.

Por ahora, tanto Camela como Ginferno están cómodos donde están. Hay que apurar el encuentro: Miguel tiene que ir a recoger a su hijo al colegio. De nuevo en la calle Fuencarral, Dioni confiesa: 'Oye, pero mira que es maja esta gente. Mira que podrías pensar otra cosa, por lo diferentes que somos, ¿no? Pero no, son una gente magnífica'. Y se dijeron adiós (o hasta luego).

APOYO | ¿Habrá una 'colaboración espontánea'?

DANIEL (GINFERNO)
Yo siempre he pensado que no hay reglas para sentir la música, el cine o una obra de arte. Creo que depende tanto del artista, del que emite, como del que recibe.
DIONI (CAMELA)
Exacto. Yo por ejemplo no hablo inglés. Pero cuando escucho a Whitney Houston se me ponen los pelos de punta, me transmite. Tú a lo mejor flamenco puro no escuchas, pero oyes a Camarón y te
puede impactar.
DANIEL
Bueno, a algunos en Ginferno el flamenco puro nos gusta mucho. Chano Lobato, el Capullo, el Torta... Otras cosas, fusionadas con el flamenco, hemos escuchado menos. Por eso nos estimulaba mucho entrar en contacto con alguien como vosotros, que ha fusionado el flamenco con otros estilos. A mí ese híbrido que hacéis de muchos estilos me parece todo un hallazgo, es uno de los valores grandes que tenéis. Y luego, por lo que me dicen conocidos míos que son muy fans vuestros -porque yo no he tenido la oportunidad de cruzarme mucho con vuestra música, la verdad-, contáis las historias de una manera tan particular que el público se siente identificado.
DIONI
A nosotros nos gusta llamar a las canciones historias. Y la gente nos dice: 'Oye, esto que estás cantando me ha pasado a mí'. Nosotros somos como un espejo de esa vida cotidiana de la gente. Y también tenemos canciones sobre temas sociales, como el alzheimer o los inmigrantes. Yo creo que la música siempre tiene un punto de mezcla, aunque sean polos completamente opuestos. Yo por ejemplo, ahora estoy escuchando vuestra música y te digo: Dani, algo así no vamos a hacer. Ni tampoco la vamos a hacer como la hace Camela. Pero seguro que, si nos encerramos en un sitio, vamos a encontrar un punto de encuentro.
DANIEL
Sí, puntos de encuentro siempre hay.
DIONI
Lo más bonito, cuando surgen iniciativas así, es que surjan por iniciativa propia.
DANIEL
Sí, de forma espontánea.
DIONI
Si es lo que yo te digo, Dani, que al final es música y dar conciertos, que es lo que nos mola. Nosotros ya tenemos un estatus de ventas, pero cuando he tenido que ir a dar algún concierto a sitios pequeños, de 1.000 personas, me he sentido tan contento como cuando estoy ante 100.000. Yo todavía hay días que cojo la guitarra y me voy al parque con mis amigos a tocar. Al día siguiente de tocar ante 10.000 personas.  

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