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Ha nacido una fotógrafa

Días antes de la muerte de Vivian Maier, descubrieron su archivo inédito de 100.000 negativos sobre medio siglo de Nueva York y Chicago

PEIO H. RIAÑO

Escondía la curiosidad bajo su abrigo de oso. Convirtió las calles de Chicago y Nueva York en un zoo habitado por especies a las que nadie había mirado antes a los ojos. Caminaba camuflada con su silencio entre los gestos de sus vecinos, buscando el instante íntimo. Ellos le dieron su complicidad. Vivian Maier manejaba su cámara en los ratos libres que le dejaba su trabajo como niñera. Saltaba a la calle, como una falsa atrevida, mirando a la cara con su cámara Rolleiflex entre las manos: Vivian Maier murió dos días antes de convertirse en fotógrafa.

Esta refugiada judía francesa, que llegó con 11 años a Nueva York, desaparecía, olvidada, en 2009, a los 83 años de edad, con algunas cuentas pendientes. Los niños a los que había cuidado a lo largo de su vida le devolvieron el favor comprándole un apartamento en Chicago y pagando sus recibos. O casi todos. El del trastero en el que guardaba la memoria inédita acumulaba retrasos, hasta que una casa de subastas sacó a la venta los montones de valijas. En sus tripas escondían 100.000 negativos, la mayoría de ellos ni siquiera revelados, películas filmadas, cintas en las que grababa su voz y algo de ropa. Semejante mensaje en una botella a la deriva sólo podía esperar a la casualidad.

Un joven de 27 años, desconocedor absoluto de fotografía, compró toda aquella memoria por 400 dólares y se la llevó al desván de su casa. Cuando se dio cuenta de lo que tenía entre manos, empezó a revelar y digitalizar un archivo que estaba llamado a cambiar los manuales de la historia de la fotografía. Han pasado dos años y Maloof reconoce sentirse 'superado' por el ingente archivo. 'Hay cerca de 30.000 fotografías pendientes de revelar en rollos', asegura a este periódico por email el dueño de todo el material que, de momento, se conserva en 'tres cámaras de seguridad a prueba de fuego'.

Maloof acudió al centro universal de datos en busca de las huellas de esta mujer anónima. Ni una entrada en Google. Sólo contaba con su nombre escrito a lapicero en los sobres de los negativos. Vivian Maier no tenía rastro. Había retratado dos ciudades durante medio siglo y ella seguía escondida en el cuarto oscuro. En silencio. Volvió a los pocos días a googlear el nombre de Maier. Esta vez encontró su obituario publicado en el Chicago Tribune, con escuetos datos que empezó a desmenuzar hasta reconstruir someramente la vida de un fantasma. Ella moría, era el turno de su memoria. Fallecía la huraña Vivian, nacía la fotógrafa Maier.

Esta última, que vivió en la oscuridad, ha visto la luz hace unos días en el Chicago Cultural Centre. Allí, una selección de su trabajo ha hecho que su primera exposición sea también su primera retrospectiva. Algo parecido a lo que le pasó al fotógrafo de pueblo Virxilio Vieitez que, tras su paso por el MARCO de Vigo, llegará a la sala de exposiciones de Telefónica, una vez se cierren las puertas de otro archivo fotográfico inédito hasta hace unos meses: el de Josep Brangulí.

La vida de Maloof ha cambiado por completo: ya ha recibido peticiones para mostrar el trabajo de la escurridiza Maier en Australia, Canadá, Inglaterra, Francia y México. De momento, no tiene noticias de España, pero no tardará en cruzar el charco para aterrizar en alguna de las salas más importantes de este país. Dice que desde que lo descubrió ha tratado de educar su ojo a la manera de su fotógrafa y hasta se ha comprado su misma cámara, con la que pasea por las calles que ella retrató 'para entender la dificultad de lograr estas fotos'. De hecho, fue en Flickr donde enseñó las fotos de Maier a finales de 2009 buscando consejo. No sabía qué hacer con todo aquello, pero le parecía bueno.

Además, quiere reconstruir la figura de la fotógrafa en un documental para el que no tenía dinero con el que contratar a un director. Así que hace un mes y medio hizo un llamamiento en kickstarter.com a los usuarios desinteresados que quisieran aportar una cantidad para cubrir el presupuesto y realizar el proyecto. Tenía un máximo de tres meses para conseguir 20.000 dólares y, a falta de 39 días, ya dispone casi de 80.000 dólares del bolsillo de 1.216 mecenas espontáneos. 'Hemos superado los 20.000 ampliamente, lo que nos permitirá elaborar una película de mayor calidad, desde una mejor investigación a una mejor producción', aclara John Maloof, que recibió a la CBS hace tres días en su casa.

Algunos de los patronos al otro lado de la pantalla de su ordenador dejan felicitaciones, palabras de asombro, preguntas y preocupaciones: uno de ellos comenta que es una iniciativa formidable, pero plantea si no sería más oportuno donarlo a un museo para su conservación. Varios de ellos se muestran preocupados por el estado de los miles de negativos en ese ático.

'Por mucho que a mí me guste que un museo como el MoMA adquiera el fondo, lo han rechazado', cuenta. 'No admiten el legado porque está formado por negativos y los museos ni se pueden hacer cargo de ellos, ni están interesados en la impresión póstuma. Sólo quieren impresiones vintage para las exposiciones; es decir, copias de la época'.

No hay fotos de retratados molestos, cuenta Maloof. Niños, playa, mujeres mayores y personas sin hogar son los motivos en los que se fijó esta autodidacta que vivía en la oscuridad, pero amaba la luz de la calle. Nunca trabajó para revistas ni periódicos, nunca expuso ni mostró sus imágenes. Maier acumuló y acumuló su vida en silencio, en cajas, hasta formar un diario que sólo ahora vuelve a ser abierto. Ahí dentro sus secretos desgajados poco a poco, escaneados para descubrir que no se quedó sólo en EEUU y se dejó asombrar a finales de los cincuenta por Egipto, Tailandia, Taiwan, Vietnam, Francia, Italia, Indonesia Incluso un retrato de Dalí en Nueva York, de ella, la fotógrafa de la gente sin apellidos.

Es probable que conociera el trabajo de Diane Arbus o Walker Evans, por entonces el suizo Robert Frank publicó la visión escéptica de Los americanos (1958), tenía libros de Berenice Abbott y de Cartier-Bresson, pero nada se sabe con exactitud de su formación. Sólo conocemos sus resultados, las soluciones magistrales de quien encontró en la calle su motivo y alimentó un misterio póstumo. A la espera de que siga hablando el cuarto oscuro desde el que renace para el resto de la humanidad, Vivian Maier ha llegado para quedarse.

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