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"No concibo la sordidez sin humor"

Arturo Ripstein. Ganador en dos ocaciones de la Concha de Oro, presenta 'Las razones del corazón', una adaptación de 'Madame Bovary'

SARA BRITO

Arturo Ripstein (México D.F., 1943) cerró ayer la competición oficial del Festival de San Sebastián, del que se ha ido con la Concha de Oro en dos ocasiones: Principio y fin (1993) y La perdición de los hombres (2000). En Donostia, Ripstein juega en casa. Ahora lo hace con Las razones del corazón, su primer filme en cinco años y tercero de la competición en retratar a una mujer entre dos hombres, inspirado en la gran dama de Flaubert.

¿Por qué adaptar Madame Bovary'?

Siempre ha sido una hermosa novela con un personaje muy antipático. Me resulta fascinante esa pasión exacerbada y enloquecida. Hace años, Paz Alicia Garciadiego [su mujer y guionista] y yo decidimos adaptarla. Le pedí que no volviera a leer el libro. Lo leyó a los 16 años, y recordaba los dos últimos días de Bovary. Conservamos el esqueleto: dos amantes, el suicido, una hija, el marido científico... pero el libro no termina cuando muere Emma, aunque muchos lo recordemos así. Uno suele tener mejores finales que los autores originales.

Ha rodado en blanco y negro, una sola localización y con una cámara digital que le facilita sus célebres planos-secuencia.

Es como un sueño. Cuando rodé mi primera película, hace 46 años, la cámara la desplazaban cuatro hombres. Los planos que buscaba sólo los podía rodar Max Ophüls. Siempre he deseado una cámara con alas y lo digital me las da.

Entre tanta sordidez, siempre incluye fogonazos de humor, ¿a qué responde?

'Uno suele tener mejores finales que los autores originales'

Se refiere, supongo, a los momentos con el vecino, interpretado por Alejandro Suárez, un actor cómico de televisión, que no había hecho una película seria. La precisión en los diálogos de un cómico es deliciosa, así que lo disfruté. Por otra parte, no concibo la sordidez sin humor. De otro modo, sería islandés.

¿Es más pesimista?

Creo que sí. Uno ha trabajado el pesimismo durante años y ahora logra sus frutos. Hay que situarse en esta vida, que es oscura, y en realidad no tiene por qué ser de otro modo. En el fondo, no soy tan pesimista, porque sigo haciendo películas.

¿Es pesimista también respecto a su país?

Se resolverá, aunque no sé si lo verán mis ojos. Y se pondrá mucho peor antes de mejorar. La situación es dificilísima, terrible, dolorosa. Vivir con miedo es una de las peores cosas que te pueden pasar. Acostumbrarse a los muertos es un desgaste

¿Cómo ve a directores mexicanos como Iñárritu, Cuarón, Del Toro...?

Tienen un talento indiscutible, pero no hacen cine mexicano. Ruedan en otros países y con otros temas. Querían irse y se fueron. Es como pensar que La semilla del diablo, de Polanski, es cine polaco. En México ya no existe una industria porque no hay demanda. Esperemos que Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke y Julián Hernández tengan continuidad.

Trabajó con Luis Buñuel.

'Siempre he deseado una cámara con alas y lo digital me las da'

Buñuel es como la naturaleza: está ahí antes del cine y seguirá cuando todo se acabe. Max Aub dijo que yo fui asistente de Buñuel, pero es falso. Era el hijo del productor, y como no había escuela, para aprender de cine había que estar en los rodajes. Su asistente fue su hijo Juan Luis que, por cierto, debe ser muy triste saber que sólo heredó el talento de la mamá.

La suya es la tercera película de la Sección Oficial con un trío amoroso.

Quizá tantas películas de pasiones arrebatadas se deban a que estamos despertando de la somnolencia que produce internet. Hay necesidad de sangre y de carne. Y de redención.

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