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Un nuevo estilo de vida centenario

Diez hombres y dos mujeres establecieron el primer kibutz en 1910

POR BRAULIO GARCÍA JAÉN

'Mi papá me dijo que íbamos a cambiar de estilo de vida: ¿Qué carajo será estilo y qué carajo será vida?, pensé yo'. Valeria tenía 10 años, así que no entendió que ella, su hermano y sus padres iban a mudarse de país. Era verano y cuando llegaron, además del hebreo les enseñaron a usar máscaras de gas. 'Cuando sonaban las alarmas era porque te tenías que encerrar en el cuarto, pero mi padre y mi hermano salían corriendo a avisar a los demás. Mi madre se ponía histérica'.

Veinte días después de que el ejército de Sadam Hussein hubiera invadido Kuwait el 2 de agosto de 1990, quizá no sea el mejor momento para cambiar la vida urbanita de Buenos Aires por la vida rural en Israel, al que el dictador iraquí convirtió en diana de sus misiles. Pero hacía meses que Néstor Elfman y Nora Prepelitchi habían decidido irse a vivir a un kibutz, algo en lo que tampoco es que fueran pioneros. Diez hombres y dos mujeres habían establecido el primero, Degania Aleph, 80 años antes.

Sólo 60 kibutz, de los 273 que hay en la actualidad, viven según la idea de comuna original

Los kibutz 'agrupación', literalmente son comunidades, agrícolas y sionistas en origen, establecidas en Israel con la idea de trabajar y vivir como una comuna socialista. 'Un asentamiento sin explotadores ni explotados', recuerda la página web de Degania Aleph, el kibutz de los pioneros, fundado en octubre de 1910. 'Fue allí donde los principios de trabajo independiente y vida colectiva se materializaron', añade.

El kibutz Yzrael, en el que la familia Elfman vivió durante tres años y medio, había sido fundado en 1948, el mismo año del nacimiento del Estado de Israel. Aproximadamente la mitad de los 273 kibutz que hay actualmente fueron fundados antes que el país que los acoge y del que ocupan un 10% del territorio. La inmensa mayoría son laicos; sólo 16 de ellos están registrados como religiosos, y en ellos viven en torno a 120.000 personas, según datos del propio movimiento kibutz.

Tras dos décadas perdiendo población, en dos años han ganado 2.500 nuevos habitantes

En Yzrael, durante los años noventa, todos cobraban lo mismo. 'Cobrábamos lo mismo que el gerente general de la fábrica de Robotim [aspiradoras industriales], que facturaba diez millones de dólares por año. En general, funcionaba bien y sigue funcionando. Pero se ha ampliado una enorme cantidad de libertades y derechos individuales. Ahora, por ejemplo, pueden tener su propio auto'. Las decisiones se tomaban por mayoría absoluta de todos los adultos reunidos en asamblea.

Hoy, de los 273 que hay, sólo unos 60 siguen funcionando según aquella idea original. La mayoría han flexibilizado su planificación colectiva, privatizando algunos servicios que hasta entonces se habían prestado de manera gratuita, para evitar el colapso financiero, y permiten sueldos diferenciados. Muchos reciben mano de obra extranjera, como el caso de los palestinos que trabajaban en el kibutz Yzrael durante los años noventa, o los trabajadores del sureste asiático llegados durante los últimos años al país y que trabajaban en otras comunidades.

'Fue una experiencia maravillosa: desde luego, la sociedad más democrática en la que hemos vivido', recuerda Néstor Elfman desde Barcelona, a donde llegaron en 1994 para evitar que su hijo Martín tuviera que incorporarse al servicio militar en Israel. Los 2.500 nuevos miembros llegados a los kibtuz durante los dos últimos años suponen un vuelco a la tendencia a la baja de los últimos 20 años.

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