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Un optimista (en chándal) frente a la crisis

Presenta una colección 'anárquica', la más 'vital' de toda su carrera

ROCÍO PONCE

Cuando el diseñador malagueño aterrizó en Cibeles, provocó sorpresa dentro y fuera del sector de la moda. Unos burkas y sogas al cuello de sus modelos en 2002 hicieron que Davi Delfín se postulase como el nuevo “niño malo” de la pasarela madrileña. Pero ¿lo es? “Pongo mucho de mí en mi trabajo”, responde. El diseñador cree que puede que toda esa “pasión, su discurso y su marcada identidad” le ayudan a generar “esa especie de interés que le diferencia de los demás”.

Su aspecto ayuda a esta definición de rebelde: lleva el pelo blanco, mantiene su ortodoncia dorada (por gusto, no por necesidad), dilataciones en los lóbulos, tatuajes, y va en chándal (a todas partes). “Igual mi imagen sí es importante, pero si llevo este chándal y estas deportivas es porque me gustan y no pienso en las convenciones”, explicó a Público.

La moda de la industría'que siempre ha estado en crisis en España'

Playback, Tautology y Dyogenes Syndrome son los títulos de sus últimas colecciones, y para la primavera-verano 2012 presentó ayer en Cibeles Katharsis: una mezcla de sentimientos de transformación, purificación y superación. “Hay muchas transformaciones en la empresa, en el proyecto y en mi vida, por eso Katharsis era la palabra perfecta”, explica el diseñador.

Aunque la crisis económica le obligó a cerrar hace unos meses su tienda en Madrid, David Delfín tira del imaginario que las limitaciones provocan para “intentar avanzar”. El resultado del trabajo de seis meses es una colección “anárquica” y que ha acabado siendo la “más optimista y vital” de toda su carrera. No hay color que no aparezca en sus diseños. Tarea fácil cuando una de las líneas principales ha sido usar los muestrarios de colores que le envían los proveedores como adorno e incluso como base de sus looks.

“La crisis está aquí y es muy triste”, opina Delfín, pero cree que al sector no le pilla “por sorpresa” porque la moda “siempre ha estado en crisis en España”. El diseñador critica que la industria vaya “por un lado y el diseño por otro”, algo “impensable” en otros países vecinos, como Francia o Italia, cimas de la moda internacional.

A Delfín el pasado no le interesa; él se fija en 'lo que está por venir'

Aunque el sueño de David Delfín es vivir del diseño de moda, hoy en día su empresa se “mantiene” gracias a proyectos que le encargan desde otros ámbitos artísticos: cajas de Smint, la moto y el equipo de Dani Pedrosa, el interiorismo de un hotel, una línea especial para Dr. Martens, trajes a medida...

En una edición marcada por revisitar el pasado –especialmente la década de los setenta–, la agresiva contemporaneidad de David Delfín supone una bocanada de aire fresco. Al diseñador el pasado no le interesa “lo más mínimo”, se define como un hombre de su tiempo que se fija más en “lo que está por venir”.

Para Delfín, el colmo del glamour son unos taconazos Lou-boutin. Se llevan con calcetines blancos deportivos, y por si fuera poco, de colores diferentes. Crea así, sin pudor, una legión de jóvenes a lo Punky Brewster, carne de asfalto de la Gran Manzana y de la Gran Vía. Delfín se atrevería con todo, “o casi”, y por eso diseña elegantes trajes de noche inspirándose “en los chándal que llevaban los yonkis de los ochenta”. Los sube a la pasarela y el público se rinde ante la evidencia: David Delfín mola.

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