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Pablo Berger: "La tragicomedia es el género que mejor transmite la realidad"

El director firma una versión libre del cuento de Blancanieves. La película, muda, en blanco y negro y ambientada en la Andalucía de los años veinte, se estrena el 28 de septiembre

BEGOÑA PIÑA

Una versión libre del cuento de los hermanos Grimm, Blancanieves, muda, rodada en blanco y negro, ambientada en la Andalucía de los años veinte y con el mundo del toreo de fondo es una apuesta de mucho riesgo en la que no creyeron muchos productores españoles. La película, sin embargo, ha emocionado en el Festival de Toronto y lo ha hecho aquí, en las proyecciones previas a su estreno. Ahora el segundo largometraje de Pablo Berger, que debutó con Torremolinos 73, aspira a la Concha de Oro en el festival y ya tiene fieles defensores. Con Maribel Verdú en el papel de la vil madrastra y Macarena García, en el de la Blancanieves adolescente, la película se mantiene leal al tono sombrío del texto original.

Maltrato infantil, discriminación, miedo a envejecer, ambición por el dinero... son temas que surgen en esta historia, en la que, junto a las actrices principales, se encuentran también Emilio Gavira, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina y José María Pou, entre otros. Con música de Alfonso de Vilallonga, la película es, además, fiel a la estructura del mejor cine mudo de los años veinte.

Ha pasado por el Festival de Toronto antes que por San Sebastián, ¿cómo ha reaccionado el público a una película en blanco y negro y muda?

Los pases de público han estado llenos a rebosar y, aunque eran espectadores ajenos a nuestra cultura, no tuvieron ningún problema en entender la historia. Aplaudieron y se emocionaron. Con San Sebastián cierro el círculo, porque fue en este festival donde se produjo el germen de la historia. Volver ahora es mágico. Con Torremolino 73 me invitaron, pero mi hija se adelantó y nació entonces, y yo no pude venir. Ahora me la he traído al festival. Y aquí están todos los jefes de equipo de la película, es como nuestra gran fiesta. San Sebastián necesita una película como Blancanieves y al revés. El festival es como su megáfono, está aquí, vayan a verla.

¿Cómo se le ocurrió hacer una adaptación del cuento de Blancanieves?

Lo primero fue querer hacer una película muda. Desde que vi, en un Festival de San Sebastián, Avaricia con una orquesta en vivo pensé que algún día haría una. Aquella película me hizo sentir cosas que no había sentido antes.

¿Y Blancanieves cómo apareció?

Años después, mirando el libro España oculta, de Cristina García Rodero, vi unas fotografías de toreros enanos. Allí puse a Blancanieves torera y escribí tres páginas de guion. Después de estrenar Torremolinos 73 pensé que sería más fácil levantar el proyecto, pero en 2005 lo empecé a mover por productoras y me cerraron todas las puertas, no querían una película muda. Pero el cine tiene que ser aventura, riesgo, un salto al vacío. Fueron años de obstáculos, pero con Ibon Cormenzana, el productor de Arcadia, encontramos las vías fuera de España.

'El cine tiene que ser aventura, riesgo, un salto al vacío'

Ahora no están mejor las cosas que hace unos años...

Ya, pero creo que los directores, actores, productores, guionistas... de largo recorrido, los que estamos aquí para quedarnos, tenemos en el cine nuestra forma de vida y la crisis no nos va a frenar. Estamos acostumbrados a las dificultades. Tenemos ya la piel de elefante. Dentro del área de Cultura, el cine es lo menos apreciado por el público español, pero curiosamente es lo mejor recibido fuera de España. Tenemos técnicos, creadores... de gran nivel, aunque el espectador medio no lo crea así. Hay que cambiar esa imagen errónea y equivocada.

¿La historia se desarrolla en los años 20 como homenaje al cine mudo de entonces?

El cine me gusta como máquina para viajar en el tiempo. De una forma inconsciente, todos mis trabajos son de época, he ido cubriendo décadas. Me gusta llevar al espectador a un lugar y a un época desconocidos. Me gusta la forma clásica de narra, al estilo del cuento.

A propósito del cuento, ¿ya conocía el original de los Grimm cuando pensó en la película?

No. Como todos, tenía la idea equivocada de que el cuento lo había escrito Disney. Más tarde supe que lo habían recopilado los hermanos Grimm. Ahora se cumplen doscientos años de la publicación de Cuentos de hadas. Al decidirme con el proyecto sí recuperé el original. Son apenas tres páginas y la película está libremente inspirada en él. Están los personajes principales, pero he inventado otros y varios giros en la trama.

Lo que sí está es el tono sombrío del texto.

Sí, estén el tono oscuro y, hasta cierto punto, lo que hay de cruel y la moraleja. La esencia del cuento está en la película, aunque le hemos dado otra vuelta de tuerca.

¿Y la vida tiene el tono de esos cuentos?

La vida no es como en los cuentos de ahora, es más un melodrama gótico. Creo que la tragicomedia es el género que mejor transmite la realidad. Por eso no quería perder el tono del cuento clásico y eso lo aplicamos a todos los departamentos.

'Creo que la tragicomedia es el género que mejor transmite la realidad' ¿Blancanieves es una película sobre el maltrato a la infancia?

De hecho, una de mis inspiraciones fue Oliver Twist, de Dickens, y la tradición inglesa de la novela gótica. El maltrato a la infancia está presente en la historia, pero también hay un elemento de esperanza y de cambio. Blancanieves en este viaje tiene momentos gozosos.

El cuento ha sobrevivido siglos, ¿qué actualidad tiene hoy?

Tiene muchas lecturas. Ahí están la rivalidad madre e hija, la pérdida de la juventud de la madre que, como mujer, se enfrenta al envejecimiento mientras ve cómo su hija florece. Otra lectura es la de cómo se comercia en nuestros tiempos con el dolor ajeno, eso se ve muy bien al final. Y también de qué manera hay discriminación hacia las personas que son diferentes, a los enanos.

Y los toros, que están de plena actualidad...

Es por el contexto histórico. Fue una decisión muy consciente. Yo no soy taurino en un sentido estricto, pero por generación he crecido con ello. La razón de su presencia en Blancanieves es que yo me negaba a hacer una princesa, y en los años veinte el matador era el rey, era el más popular, el único que llenaba plazas con 20.000 espectadores, hombres sin educación y sin abolengo que podían ser ricos. Yo necesitaba un castillo y aquí tengo un cortijo. Creo que cualquiera lo va a entender y a disfrutar independientemente de la polémica.

En su película hace una apuesta potente por la estética visual, ¿no temió que ésta ensombreciera la historia?

Yo soy un director clásico y creo que el guion es el corazón de la película, es el vértice de la pirámide donde todas las piezas encajan. La forma y el contenido están relacionados, y en el cine tiene que ser como un café con leche, tienen que integrarse y, al mismo tiempo, se invisibles.

Ver Blancanieves en el Liceo y en la Zarzuela con música en directo ¿qué significa para usted?

La guinda del pastel. ¡Y Silvia Pérez Cruz cantando! Es la bilbainada.

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