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Paco Roca y Joann Sfar saltan al mundo de las dos dimensiones

Zabaltegi presenta las adaptaciones de las novelas gráficas 'Arrugas' y 'El gato del rabino'

BEGOÑA DONAT

Francia vive una eclosión de novelistas gráficos reconvertidos en cineastas: Marjane Satrapi (Persépolis, Pollo con ciruelas), Riad Satouff (Les Beaux gosses) o Joann Sfar, que, tras fantasear con la vida de Gainsbourg, se ha encargado de llevar al cine su cómic de culto El gato del rabino, una jocosa llamada a la tolerancia en la Argelia de los años veinte que se presenta en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián. La película, que mezcla 2D y 3D, se ha alzado con el Premio Cristal al mejor largometraje en el Festival de Cine de Animación de Annecy.

La réplica de este fenómeno en España también ha encontrado hueco en San Sebastián con el estreno de Arrugas. Pero contrariamente a la dinámica francesa, el autor de la novela gráfica, Paco Roca, se ha mantenido en un segundo plano limitándose a colaborar en el guión. 'No soy un director frustrado matiza. Me gusta la soledad para trabajar y el cómic tiene una libertad creativa de la que no gozan otros géneros'.

El director Ignacio Ferreras ha sido el artífice de la versión cinematográfica de la novela gráfica que otorgó a Roca el Premio Nacional de Cómic en 2008. Ferreras conoció el cómic gracias a Manuel Cristóbal, productor de animación ganador de tres Goya. 'La definió como la Persépolis española, de modo que me privé de ver la película de Satrapi para evitar que se convirtiera en una losa psicológica', comenta Ferreras.

El director ha cambiado el orden de las escenas de la novela gráfica, restando elementos del original y añadiendo otros nuevos, material extra que Paco Roca decidió no incluir en su libro y aportaciones de neurólogos, asociaciones y enfermos de alzhéimer.

'Siempre he pensado que mi libro Las calles de arena funcionaría mejor en el cine que Arrugas', confiesa Paco Roca. 'Hacer interesantes las vivencias en una residencia de ancianos donde se asiste al lento paso del tiempo era un reto. En la película está muy bien resuelta la soledad y el aburrimiento', añade. Ferreras matiza: 'Las historias que suceden en mundos mágicos son las peligrosas. Las intimistas permiten explorar vivencias'.

Ni Ferreras ni Roca temen que el público se resista a enfrentarse a su propio sentimiento de culpabilidad. 'Ni la película ni el cómic son una crítica abierta a las residencias de ancianos, pero es cierto que estos centros tienen que evolucionar del mismo modo que las personas lo han hecho. Hay mayores que se pasan más de 15 años recluidos', zanja Roca.

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