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"El pasado es una fuente riquísima con la que hacer avanzar al arte"

Carmen G. Castro huye de lo convencional con una propuesta que revisita y se apropia de los iconos de la historia del arte

La artista visual Carmen González Castro.- MAURIZIO LANZILLOTTA

La artista visual Carmen G. Castro (Granada, 1982) ha dedicado buena parte de su trayectoria a la reflexión e investigación sobre los procesos artísticos contemporáneos. Le mueve un interés por zafarse de lo explícito y lo unidireccional, algo que consigue deformando, ocultando o mostrando parcialmente la imagen de partida. "Los artistas buscamos nuestro espacio en el tiempo que nos ha tocado vivir y la forma en que deseamos vernos y que otros nos vean", explica esta prometedora creadora.

¿Cómo empiezas a interesarte por este mundo? ¿En qué momento tienes la certeza de que quieres dedicarte al arte?

Mi dedicación al arte existe desde que alcanzo a recordar. Si bien al principio parecía claro que mi carrera iba a estar dedicada al piano, una vez terminados los estudios, proseguí los de Bellas Artes. También la literatura, a pesar de lagunas imperdonables y de lo mucho que aún querría leer, me ayudó a configurarme como la persona que soy. A donde quiero ir a parar es a que este contexto es el que impregna mi obra hoy en día, por eso con frecuencia aludo a la música o la literatura en mi trabajo. También y sobre todo a la historia del arte, pues mi casa siempre ha estado llena de libros que hablan de ella y, en mis circuitos de museos y centros de arte, visito por igual exposiciones de arte anterior al siglo XIX, arte moderno y arte contemporáneo. Aunque el piano fue mi mundo durante bastantes años, fue cuando empecé a manejar las herramientas de las artes visuales cuando la decisión ya estaba tomada, y esto llegó al comenzar la licenciatura.
Pero lo cierto es que cuando decidí ser algo más que espectadora de lo que el hombre es capaz de producir, tenía claro que el pasado es una fuente riquísima con la que hacer avanzar al arte hacia territorios radicalmente contemporáneos y hacia la modernización de sus lenguajes, bien por oposición o por continuidad; no hay diferencia para mí, porque en ambos casos el referente está vivo.

¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional? Háblame de las galerías y centros en los que has ido exponiendo.

Mi trayectoria profesional es heterogénea, pero he intentado proyectar todas mis experiencias en este sentido hacia un único punto, de modo que, después de un largo período escribiendo y publicando sobre procesos artísticos contemporáneos, investigando para hacer mi tesis doctoral, y dando clase en la universidad, me concentro desde hace pocos años en mi propia producción. No obstante, sigo ejerciendo labor docente, impartiendo cursos y charlas y comisariando propuestas artísticas como la exposición que tendrá lugar durante los Encuentros Manuel de Falla, en noviembre.

El entierro de Atala

El entierro de Atala

Desde que produzco prácticamente a tiempo completo, he colaborado con la galería Fernando Pradilla y Factoría de Arte y Desarrollo en Madrid, y las galerías Punto Rojo y Ruiz Linares en Granada. Otros dos espacios acogerán mis próximas exposiciones individuales: L&A Projects, en Madrid, y el Instituto de América, en Granada, en junio y septiembre, respectivamente. Además de estos sitios, he expuesto en otros centros y museos en Granada, Málaga, Madrid, Barcelona y Londres, y disfrutado de becas doctorales en la Universidad de Kingston, en Londres, la School of Visual Arts, de Nueva York, y, hace un par de años, una beca de producción y residencia en La Térmica, en Málaga. Anteriormente, obtuve una ayuda del programa Iniciarte.

¿Qué influencias trabajas?

Creo que es necesario contar entre tus referentes con trabajos que se alejen de tu propio lenguaje. Eso siempre abre nuevas perspectivas. Hace poco respondía a esta pregunta citando pintores casi exclusivamente, pero no puedo no hablar de escultores, sobre todo de la generación británica de los años ochenta y noventa, como Anish Kapoor, Mona Hatoum, Rachel Whiteread o Antony Gormley, por su manera de tratar el espacio y cómo el cuerpo se relaciona con éste. Por otra parte, como encuentro que la oposición entre minimalismo y "barroquismo", (este último es en la dirección en la que me muevo), no existe sino para ordenar y etiquetar, por parte de la crítica, según denominadores comunes e históricos que, más que ampliar, coartan las formas de mirar, el minimalismo para mí también ha sido determinante: Donald Judd, Robert Morris, Sol LeWitt. Particularmente, abogo por una lectura vertical de la historia, como diría Bachelard.

Al tocarlo el marfil se ablanda

Al tocarlo el marfil se ablanda

Si tengo que pensar en artistas ya históricos, una vez más no puedo no citar a Rothko, Bacon, Richter, porque son, indiscutiblemente, ejes de la modernidad, pero, si miro a otros más cercanos a mi generación o mi contexto, encuentro artistas haciendo cosas que me interesan mucho, como José Luis Puche, Marta Beltrán, Simón Zabell, Jesús Zurita, Ángeles Agrela, Paco Pomet, Victoria Maldonado, Antonio Montalvo, Irene Sánchez, Juan Francisco Casas, Marina Vargas, Guillermo Mora, Nino Maza, Guillermo Peñalver o Julio Falagán, entre otros muchos. No sé en qué medida son referentes o influencias, pero sí artistas a los que sigo de cerca por lo que sus obras me aportan.

Te has visto obligada, en algún momento de tu trayectoria, a tener que traicionar tu arte, o involucrarte en historias que no van nada con tu forma de verlo, para sobrevivir en este mundillo

He realizado retratos por encargo, pero nunca los he contemplado como una traición hacia mí misma. Cuando un cliente te quiere pedir una obra "a medida" siempre habrá formas de llevarla hacia tu terreno, o de lo contrario, no aceptaría encargos así.

También noto que cada vez me voy radicalizando en este sentido, por justicia y por salud mental. Estoy pensando en todas esas propuestas en las que te "invitan" a participar bajo condiciones abusivas, que no me aportarán nada y mucho menos al colectivo de artistas en general, pues, si no hubiese gente que pasara por el aro de las malas prácticas para exponer su trabajo a toda costa, estos abusos terminarían.

¿Cómo le explicarías lo que haces a alguien que no tiene vinculación con el mundo del arte?

Es difícil explicar con palabras sencillas cuando se tiene un resorte que te obliga a desarrollar un discurso, y hasta a retorcerlo, para ajustar el lenguaje a unos determinados cánones, así que es un ejercicio interesante esto que me planteas. Lo que hago gira en torno a ciertas premisas. Por un lado, el reto de ocupar el espacio del espectador desde la pintura, que es una superficie plana. Por otro, la huida de lo explícito y lo unidireccional, mostrando parcialmente, ocultando la mayoría de las veces, deformando por distintos medios la imagen reconocible de la que parto. En tercer lugar, la revisión y apropiación de los iconos de la historia del arte para tomar ventaja de su vigencia como arquetipos, como cánones o como relatos. Por último, la autorrepresentación. Por este medio, los artistas buscamos nuestro espacio en el tiempo que nos ha tocado vivir y la forma en que deseamos vernos y que otros nos vean.

Júpiter y Antíope

Júpiter y Antíope

¿En qué andas ahora mismo imbuida, cuál es tu proyecto presente?

Preparo una exposición en un espacio maravilloso y muy amplio, el Instituto de América de Santa Fe, en la que mostraré obra desde el 2015 (series que nunca se han expuesto completas), una serie nueva, Introspectiva, y una pintura mural. La última serie es un autorretrato fragmentado en un conjunto de cuadros en los que me incluyo como única protagonista de las obras de arte cuyas poses recreo y acompaño de un contexto orgánico. El contexto son mis propias vísceras, alteradas para oponer su belleza convulsa al desnudo clásico, que palpita, intentando sobresalir entre los tejidos orgánicos, los que normalmente no se ven y que se repudian por su fealdad. Ambos conceptos, el desnudo y las vísceras, se acoplan con precisión de cirujano en un engranaje que forma un todo.

Y tus próximos pasos... ¿Hacia dónde te interesa encaminarte?

Me interesa seguir investigando sobre obras de las que quiero apropiarme, su historia y su vida, de dónde vinieron, a dónde fueron a parar, qué subyace bajo su origen y sus viajes y por qué razón llegaron a su localización actual. Me fascinan las numerosas capas de significado que hayan podido ir adquiriendo a lo largo de los siglos y que todavía están por llegar. Su memoria se diluye, pero dejan una pátina, en todos los sentidos, y no son objetos congelados; están vivos y la proyección del espectador las modifica constantemente.

Mis próximos proyectos insistirán en estos aspectos, así como otro que nunca ha dejado de estar: el cuestionamiento de los roles adquiridos por los artistas en oposición a los de las artistas. Nunca he creído en el arte de género: hay arte hecho por hombres y arte hecho por mujeres. Y no encuentro diferencia. Donde sí la hay, y es lo que se pretende cambiar, aunque el proceso sea lento y largo, es en esos roles, pero aún estamos a años luz de lo que considero un tratamiento justo para todos los artistas, independientemente de su género. No hablo sólo de la tradición del hombre como configurador del arte de su tiempo y de la mujer en la sombra, sino del hoy en día, que es sobre lo que sí podemos actuar. No somos desiguales en número en nuestra profesión, pero sí respecto a la manera de conjugar la vida personal con ésta, respecto al trato y el silenciamiento de las artistas desde la institución, que todavía ve en el hombre una apuesta segura. En mi obra y mi vida esto está presente, desde la ironía y la metáfora en la primera, y desde el rigor y la actuación en la segunda, siempre que pueda detectar este problema sobre mí o sobre compañeras cercanas.

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