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Regresa 'True Detective' con nuevas caras, nueva historia y misma calidad

Las expectativas no suelen ser buenas consejeras, pero la segunda temporada de ‘True Detective’ –que se estrenó esta madrugada simultáneamente en EEUU y España– cumple holgadamente y no solo está al nivel de la primera, sino que, si tiene cuidado con el desenlace, podría superarla. Eso sí, no se parecen entre ellas más allá del título y la calidad.

Uno de los nuevos protagonistas de la segunda temporada es Colin Farrell.

MADRID.- True Detective regresa a la parrilla televisiva con una segunda temporada que tendrá que enfrentarse a la difícil tarea de cumplir las expectativas creadas por una primera venerada y elevada a la categoría de serie de culto con solo ocho episodios. Sin Cary Fukunaga tras las cámaras y sin Matthew McConaughey y Woody Harrelson delante de ellas, la segunda temporada de la ficción creada por Nic Pizzolatto, que sí que está como guionista, ha renovado la historia y el elenco. Colin Farrell, Vince Vaughn, Rachel McAdams y Taylor Kitsch son los cuatro pilares de una nueva trama más policial si cabe que la primera en la que todos, salvo el personaje de Vaughn, que es un mafioso, son agentes de la ley.

Con un tono algo menos oscuro que la primera, menos asfixiante y más ritmo, los tres primeros episodios mostrados con antelación a la prensa por Canal + Series -que emitirá True Detective cada madrugada de domingo a lunes a las 3.00 horas y a las 22.30 horas los lunes- dan una buena idea de cómo será esta segunda temporada. 

Para empezar, los títulos de crédito vuelven a estar al nivel de pieza magistral, por el montaje, el tema musical y la composición de la imagen. Superan, incluso, a los de la primera que tanto maravillaron a críticos y espectadores. En cuanto al reparto, si había alguna duda sobre el nivel de la actuación, está queda despejada por completo ya en el piloto dado que los cuatro protagonistas nada tienen que envidiar a un McConaughey aplaudido hasta el extremo pero que, hay que reconocerlo, acabó por ser repetitivo.

No hay historia contada en flashback como en la investigación de McConaughey y Harrelson, aunque sí un pequeño viaje al pasado

Entrados en harina, en la historia y el caso, el primer episodio requiere algo de paciencia. Se presentan todos los personajes, cada uno con su punto de partida y su camino por recorrer hasta el cruce que les unirá a todos ellos. No hay historia contada en flashback como en la investigación de McConaughey y Harrelson, aunque sí un pequeño viaje al pasado. Si bien el primer capítulo contiene, quizá, demasiada información, una vez presentados los personajes, este mínimo ‘pero’ se supera por completo tanto en el segundo como en el tercer episodio, mucho más ágiles narrativamente y en los que los personajes principales van madurado y definiendo su personalidad, sus taras y sus porqués.

Vaughn es Frank Semyon, el gánster, el hombre importante de negocios oscuros al que una jugarreta de algún enemigo por definir ha colocado en una posición incómoda. Farrell es Ray Velcoro, un agente de policía de mala vida y adicciones que debe un favor al capo y que ha condenado su vida por un error del pasado. McAdams interpreta a Ani Bezzerides, una agente con problemas de tipo social y sexual (se deja entrever). Por último, Kitsch, como Paul Woodrugh, un patrullero con un fuerte trauma personal y de guerra que será quien encuentre el cadáver que servirá de nexo de unión de las cuatro historias.

Todos son personajes rotos, miembros de familias disfuncionales, con serios problemas con el alcohol, las drogas, la violencia, el sexo…

Todos son personajes rotos, miembros de familias disfuncionales, con serios problemas con el alcohol, las drogas, la violencia, el sexo… Los cuatro hechos polvo psicológicamente, alguno incluso hasta físicamente, en un ambiente de crimen y corrupción muy distinto al de la Louisiana de la primera temporada. Aquí la acción transcurre en California. Un clima soleado, con mar, una zona industrial… Un ambiente mucho más luminoso que se aleja de la oscuridad del primero. Aunque tanto la historia que cuenta como los personajes que la protagonizan son tan oscuros o más que sus predecesores.

Para esta segunda temporada no hay un director único, como ocurrió con Fukurama en la primera. La silla cambia de dueño según el episodio. De los tres vistos, tras los dos primeros se encuentra Justin Lin (Fast & Furious) y tras el tercero, Janus Metz Pedersen, el responsable del capítulo de Juego de tronos titulado Casa Austera que tantas alabanzas despertó tras su emisión. Dos directores, pero una misma dirección cuidad, con planos estudiados hasta el más mínimo encuadre, mucho picado aéreo para trasladar al espectador de una escena a otra, continuidad y minuciosidad al más puro estilo True Detective.

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