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'Rellik' y 'Liar', cuando el cómo se cuenta hace brillar lo que se cuenta

HBO ha estrenado estos dos thrillers británicos creados por los hermanos Jack y Harry Williams (‘The Missing’) en los que la forma de narrar los hechos convierte al espectador en una pieza más del rompecabezas invitándole a un juego de pistas que debe hacer encajar. El lunes ambas alcanzan el ecuador de su primera temporada con la emisión del tercer capítulo.

Rellik, protagonizado por Richard Dormer y Jodi Balfour.

Rellik y Liar tienen mucho más en común de lo que pueda parecer a simple vista pese a que sus tramas son tan distantes como un supuesto caso de violación y uno con asesino en serie de por medio. Se asemejan no solo en el hecho de ser ambas británicas, enmarcadas dentro del thriller y con los hermanos Jack y Harry Williams (The Missing) en los títulos de crédito. La una y la otra son un gran ejemplo de que a estas alturas, cuando parece que todo esta ya inventado y contado, lo importante para marcar la diferencia y captar la atención no es tanto el qué sino el cómo.

Estos dos hermanos se han convertido en algo así como los chicos de oro de la televisión británica haciendo gala de una habilidad especial para manejar el misterio y la tensión de la investigación de un caso de manera que una historia que puede sonar a manida o contada cientos de veces antes se convierta en algo genuino. La más rompedora en ese sentido es, si duda, Rellik, un thriller de estructura inversa. Así se presenta. Particularidad que puede apreciarse ya en el título. Rellik es Killer (asesino en inglés) escrito del revés.

Lo que los Williams hacen aquí es contar la historia de un asesino en serie a través de la investigación de un agente de policía víctima fallida del mismo poniendo el foco en el porqué de las cosas. La narración transcurre de manera tradicional hasta que está llega a un momento clave de la trama. Entonces es cuando se activa el resorte, el muelle que hace girar el tiempo hacia atrás para explicar cómo se llegó a esta situación. La imagen, literalmente, se rebobina ante los ojos del espectador llevándole hasta el momento exacto en el que se desencadenaron los acontecimientos.

Los saltos atrás de 'Rellik'

Rellik indaga en las motivaciones. Busca el porqué de cada acto viajando al inicio de este, a su génesis. El agente Gabriel Markham (Richard Dormer) ejerce de guía en el viaje para recopilar todas las piezas del rompecabezas. Un inspector de policía encargado de investigar el caso del asesino en serie que desfigura a sus víctimas con ácido que en algún momento –aún por descubrir– es atacado y ha de enfrentarse a sus propios demonios.

Con gran parte de su rostro desfigurado convive con la impotencia de la falta de pistas fiables, la incertidumbre de saber qué algo se le escapa y el hecho de no aceptar su nueva situación. Un caos laboral y personal –su matrimonio hace aguas y la relación con su amante tampoco es sana– que son parte importante en el desarrollo de Rellik.

Contaba Dormer en una entrevista para la BBC, cadena que emite en Reino Unido Rellik, que lo más complicado y duro no eran las dos horas de maquillaje para desfigurarle, sino lo que implicaba la particular estructura narrativa de la serie a la hora de rodar. Lo calificaba de “absoluta locura”. Cuando parecía que todo iba a encajar, en ese preciso instante, había un salto atrás en el tiempo y de nuevo todo se desmoronaba. Algo que pueden comprobar por sí mismos quienes aún no hayan descubierto esta joya seriéfila acercándose a los dos de los seis episodios ya emitidos por HBO. El lunes, el tercero. Así lo vivió el actor protagonista y así lo vive el espectador.

Rodar no fue sencillo, como tampoco lo es del todo exponerse al juego de información escondida y revelada en pequeñas piezas que propone Rellik. Una serie con un tono grisáceo, oscuro, como lo que cuenta, y una ambientación de thriller de alta intensidad a la que contribuye esa atmósfera nublada y lluviosa tan típicamente británica. Eso y los personajes tristes, deprimidos y con múltiples problemas y traumas que pueblan su universo.

Al final, todo encajará –es lo que se espera–. Mientras, toca entrar en ese juego detectivesco y de indagación en los porqués que propone. Ya en el segundo episodio algunas piezas del rompecabezas empiezan a enlazarse unas con otras, como atisbando un poco por dónde irán los derroteros de un caso que se planteaba sencillo al inicio de la serie pero que nunca lo fue. Por lo enrevesado de la mente del criminal perseguido y por la forma de abordarlo en la pantalla.

El juego de las versiones de 'Liar'

En Liar el juego que se plantea es otro. Aquí lo que proponen Harry y Jack Williams es colocar al espectador en la posición de investigador. Se le van dando pequeñas píldoras de información, las dos versiones de lo sucedido, las pruebas recopiladas y él ha de ir reconstruyendo lo acontecido en aquella cita en principio inocente entre dos personas que se conocían previamente y que acaba con una acusación de violación.

Laura Newell (Joanne Froggatt) es una joven profesora que acaba de salir de una relación y que, sin tiempo de recuperarse de la ruptura, decide aceptar la invitación de Andrew Ellis (Ioan Gruffudd), un cirujano de prestigio colega de su hermana. Salen, cenan, toman unas copas, charlan, se divierten… A la mañana siguiente ella se despierta desubicada, desconcertada y en shock. Asegura que ha sido violada. Él lo niega rotundamente. No hay pruebas evidentes que demuestren que los hechos ocurrieron de una forma u otra.

Liar expone las dos versiones de los hechos. Nada es concluyente y todo está sujeto a interpretaciones. Entonces, ¿quién dice la verdad? ¿Ella? ¿Él? ¿Ninguno? ¿Es eso posible? Y en ese ir y venir de pruebas detectivesco que se plantea desde el inicio, sus creadores van dosificando los datos de la misma manera que lo hacen en Rellik, con cuentagotas, midiendo bien qué cuentan y cuándo lo cuentan.

La diferencia aquí es que si bien en la serie emitida por la BBC los hechos, una vez expuestos, son los que son vistos a través de la mirada de Markham; en Liar siempre hay dos versiones de todo, de cada dato, de cada detalle, de cada... La versión de él y la de ella. ¿Fue Laura quien bebió accidentalmente de la copa de Andrew? ¿O fue el cirujano quien dio cambiazo a las copas tras echarle algún tipo de droga?

Liar intenta mantener en todo momento la objetividad exponiendo las dos versiones en un cara a cara en el que es difícil tomar partido. Cuando parece que ella ha encontrado pruebas irrefutables de que lo que cuenta es cierto aparece un detalle que hace dudar de nuevo a quien sigue la acción. Y a la inversa. La mentira es un protagonista más de Liar. Lo dice el título. La cuestión está en descubrir quién miente de los dos o si lo hacen ambos en un círculo de familiares, amigos y compañeros de trabajo en los que todos lo hacen, mentir, en mayor o menor medida. Liar va de embustes, de verdades a medias, de la falsedad y de cómo esta afecta al entorno más cercano.

Casualidades de la parrilla y de los tiempos de producción, Rellik y Liar han coincidido en el tiempo en la pantalla. La primera puede verse en BBC One. La segunda, en ITV. Ambas, los lunes a la misma hora. Ambas disponibles en España en HBO solo una hora después de su estreno británico. Es decir, cada lunes, a las once. Dos episodios de cada una –en total su primera temporada se compone de seis– bastan para engancharse a dos casos violentos abordados en dos thrillers distintos pero parecidos que obligan a quien los sigue a estar bien despierto en un interesante juego de recopilación de piezas para llegar a la resolución del caso.

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