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Saca el whisky, Shackleton

Descubiertas 11 botellas que el explorador dejó en la Antártida

PAULA CORROTO

El explorador Ernest Shackleton (1874-1922) no pudo beberse once botellas de whisky de malta que se había llevado en su viaje hacia el Polo Sur en 1907. Las tuvo que dejar abandonadas en 1909 en una caja escondida bajo una cabaña construida en la Antártida. Estaban envueltas en papel y paja para protejerlas. El whisky pertenecía a McKinley & Co, una de las empresas escocesas más importantes de finales de siglo y había sido destilado entre 1896 y 1897.

Este es el tesoro que ayer desvelaron los científicos de la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida neozelandesa, tras finalizar el proceso de descongelación de la caja llevado a cabo durante las últimas semanas en el Museo de Canterbury. El hallazgo, una sorpresa para los amantes delwhisky, posee además casi los mismos tintes que la famosa expedición que emprendió el explorador y que culminó en un estrepitoso fracaso.

Fue en 2006 cuando dos arqueólogos encontraron 25 cajas bajo la cabaña de Shackleton. En aquel momento, debido al espesor del hielo, fue imposible recuperarlas. No fue hasta noviembre de 2009 cuando los arqueólogos neozelandeses acudieron a su rescate. Tras emplear perforadoras especiales, a comienzos de febrero de 2010 lograron extraer siete cajas. Vieron entonces que cinco de ellas tenían una etiqueta de whisky de malta escocés y dos de brandy. Este tesoro alcohólico formaba parte de los regalos recibidos por la expedición de parte de sus patrocinadores privados. Como dijo el jefe de los arqueólogos, Al Fastier, al inició de la misión, por qué lo abandonaron allí mientras esperaban a ser rescatados 'forma parte del misterio y probablemente no lo sepamos nunca'.

El contenido de las 11 botellas de whisky encontradas ayer en una de las cajas está en perfecto estado. Para su análisis, aparte de constatar que había líquido en su interior y no sólo contenido helado, se sacaron muestras con jeringuillas a través del tapón de corcho. Con este resultado, los científicos consiguieron la sonrisa que Shackleton perdió cuando tuvo que dejar atrás su deseo de pisar el Polo Sur.

La cuestión es qué sucederá ahora con este whisky, una mezcla tan añeja que ya ha desaparecido de las destilerías. La marca escocesa Whyte and Mackay, la actual propietaria de la antigua McKinley, ya había solicitado hace un mes las muestras para poder replicar la antigua receta que acompañó a los hombres de Shackleton. 'Ellos se han mostrado muy esperanzados con el hecho de que haya restos de suficiente alcohol y que este se encuentre en las suficientes condiciones para poder reelaborar la mezcla y que todos la compartamos', señaló Nigel Watson en el diario neozelandés The Press.

Los científicos tendrán ahora que certificar si el whisky hallado en la Antártida después de cien años se puede beber o no. Desde la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico se señaló que esa no es su intención, sino la conservación. Sin embargo, la portavoz del Museo de Canterbury, Lizzy Meek, manifestó ya antes del proceso de descongelación de la caja que si el whisky se congela alrededor de los 50 grados bajo cero, es probable que sí sea apto para su consumo.

En cualquier caso, estas 11 botellas, que seguramente tendrían un precio sólo al alcance de millonarios, no llegarán al mercado. Ahora pertenecen a las autoridades neozelandesas, que deberán devolverlas al lugar en el que fueron halladas, como obliga el tratado de preservación histórica firmado por los 12 países que coadministran la Antártida.

Shackleton emprendió una de las expediciones más alucinantes del siglo XX. Marcó el rumbo a los que años más tarde se llevaron la gloria. Lo que no sabía nadie hasta ahora es que viajaba tan bien acompañado.

El 7 de agosto de 1907 partió hacia la Antártida la expedición Nimrod. Capitaneada por el explorador Ernest Shackleton, el objetivo era alcanzar el Polo Sur. Jamás lo consiguieron. En 1909, cuando estaban sólo a 160 kilómetros de distancia, Schakleton decidió dar la vuelta. Era demasiado arriesgado. Salvó la vida de sus hombres, pero perdió el honor de ser el primero en alcanzar el Polo Sur. La gesta la conseguiría en 1911 el noruego Roald Admundsen. Shackleton lo intentó otras dos veces, en 1914 y 1921, pero volvió a fracasar. Murió en 1922 con apenas 556 libras en sus bolsillos, según desveló el martes una web británica. 

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