Público
Público

Series Máquinas, puertas, supervelocidad… la guía de transportes del viajero del tiempo seriéfilo

Sea cual será el medio de transporte elegido para viajar hacia atrás o hacia delante en el tiempo, solo hay dos intenciones posibles: cambiar un hecho y evitar que sea cambiado. Las series de viajes en el tiempo están en auge aunque no todas pasan el corte.

Series con los viajes por el tiempo como protagonistas.

Viajar en el tiempo está más de moda que nunca, si es que alguna vez dejó de estarlo. Solo esta temporada 2016/2017 se han estrenado, al otro lado del charco, al menos cuatro series con la premisa de viajes en el tiempo en sus tramas. Solo una de ellas continuará en la parrilla televisiva el nuevo curso. En el camino se han quedado la comedia Making a History, Los pasajeros del tiempo y 22/11/63, que estaba planteada como miniserie. La única que se ha salvado de la quema ha sido Timeless que fue cancelada por NBC y rescatada por sorpresa dos días después.

El porqué de tantas series nacidas del mismo punto de partida es un misterio. O quizá no tanto. Puede que solo tenga que ver con ese pensamiento recurrente y tan humano de querer tener la posibilidad de viajar en el tiempo para enmendar errores del pasado. Por otro lado, son tantas las producciones que no es raro que varias coincidan en su punto inicial. Más si se tiene en cuenta que viajar en el tiempo es algo muy jugoso narrativamente que, si se hace bien, puede dar como resultado grandes títulos. El ejemplo más claro y reciente es El Ministerio del Tiempo, buque insignia de la nueva ficción televisiva española que arriesga y sigue sorprendiendo en cada capítulo. Y, obviamente, no es la única. A todo el mundo le viene rápidamente la longeva Doctor Who cuando se habla de viajar en el tiempo.

Cada una busca generar una identidad propia eligiendo su modo de viajar en el tiempo y las motivaciones que llevan a los protagonistas a emprender un periplo tan arriesgado. En cuanto a lo primero, el mundo de las series ha ido desarrollando diversos transportes temporales, por llamarlo así, aunque su invención no sea mérito del medio televisivo sino que muchas beban de la literatura.

El transporte más cómodo y con menos riesgo son, sin duda, las puertas de 'El Ministerio del Tiempo'

El transporte más cómodo y con menos riesgo son, sin duda, las puertas del Ministerio. Porque basta con cruzar una de ellas para aparecer en un pasado más o menos remoto. En esta modalidad de viaje no hay más efectos secundarios que la sorpresa e incredulidad iniciales. Sin embargo, tiene sus limitaciones, ya que solo se puede ir al pasado, a una fecha concreta, en un lugar concreto y dentro del territorio español, que para eso el Ministerio es patrio. En 22/11/63 el medio de transporte también era una puerta. De una despensa, concretamente.

Aunque en este caso tenía más que ver con lo que se había colocado en el lugar del portal temporal, un restaurante, ya que al otro lado su forma no era esa. Eso sí, también tenía muchas limitaciones. Solo se podía viajar a un día exacto del calendario, siempre el mismo, y a un punto concreto. Daba igual el tiempo que estuviese el viajero en aquel pasado, cuando volviese al presente solo habrían pasado dos minutos. Lo cual daba lugar a situaciones como que el primer viajero desapareciese en lo que para el segundo había sido un momento pero aparentase varios años más en cuestión de dos minutos y, además, estuviese en la fase terminal de un cáncer. Inocuos físicamente son los efectos del viaje en Outlander. La protagonista básicamente lo hace por accidente al entrar en un círculo de piedras milenarias y mágicas. Salta dos siglos atrás, el problema es que no sabe cómo volver cuando resulta que la clave está en la genética.

En Timeless, donde las similitudes con El Ministerio del Tiempo son más que evidentes y cuyo litigio judicial se ha resuelto con un acuerdo entre ambas partes, sus guionistas decidieron optar por el medio de transporte más socorrido: la máquina. Aquí los inconvenientes tienen que ver con náuseas y mareos por el salto temporal y el que no es poco probable que el aparato se estropee con tantas idas y venidas. Máquina también es la que usan en la cancelada Time After Time (estrenada en España por AXN bajo el título Los viajeros del tiempo). La de esta serie de ABC la inventaba nada más y nada menos que H.G. Wells, el escritor. En ella se introducía accidentalmente Jack el Destripador acabando en la Nueva York de hoy en día.

Es evidente que lo más recurrente es la máquina/nave. La Tardis es la reina porque es capaz de viajar en el tiempo y en el espacio y lleva operativa desde los años sesenta. Su forma de cabina de la policía británica de aquella década es todo un icono del género. Siguiendo con las naves, por llamarlas así, lo que usaban en la fallida Terra Nova, producida por Steven Spielberg, eran unas cápsulas que mandaban al cretácico. O la que lleva a los protagonistas de Legends of Tomorrow de un lado a otro de la historia. Mucho más complejo y evolucionado era el sistema de los Observadores de Fringe para abrir portales temporales con unos dispositivos que parecían supositorios enormes.

Y, acabando con la distintas opciones de transporte que tiene el viajero del tiempo seriéfilo, en 12 monos, serie basada en la película de Terry Gilliam, utilizan una máquina para la que existe una especie de bono transporte. Usarla no es nada saludable y por eso, además de preparar el cuerpo del viajero con un cóctel de sustancias, el número de viajes está limitado. De lo contrario, mueres. Así de simple. Salvo que seas el protagonista, James Cole (Aaron Standford), y acabes descubriendo que eres capaz de viajar en el tiempo sin la máquina, solo tomándote una sustancia. Lo que hace el aparato, que está físicamente en el futuro, es descomponer tu cuerpo y enviarlo al pasado. Así no es raro que acabes hecho trizas o dejándote alguna extremidad en el camino.

El problema es que para viajar en el tiempo siempre se necesita de una ayuda mecánica, de un transporte

Viajar en el tiempo no siempre es bueno para la salud. Si no que se lo pregunten a Lola Mendieta (Natalia Millán), que de tanto usar el dispositivo de Darrow acaba enferma de cáncer. Las puertas, desde luego, parecen lo más sencillo y saludable. El problema es que para viajar en el tiempo siempre se necesita de una ayuda mecánica, de un transporte. Salvo que se sea Flash, quien si corre lo suficientemente rápido puede viajar al pasado, al futuro y a mundos paralelos. Pero para eso hay que ser un superhéroe. No vale cualquiera. Eso o ser la Tardis.

De motivaciones y misiones de los viajeros del tiempo

Cuando el viaje en el tiempo es accidental, como ocurre en Life on Mars o en Outlander, el protagonista lo único que quiere –al menos al principio de la historia– es volver a su tiempo, con los suyos. Sin embargo, cuando el salto temporal es intencionado las motivaciones suelen ser otras. No se trata de simple turismo. Espíritu aventurero, remordimientos, curiosidad, deber… Todas ellas igual de válidas para dos únicas modalidades de misión de quienes se embarcan en un viaje así: cambiar el pasado/el futuro o evitar que cualquiera de los dos sea modificado.

Gran parte de las series del reportaje buscan saltar en el tiempo para arreglar algo que consideran que fue un error con la intención de mejorar el presente y/o el futuro

Gran parte de las series mencionadas en este reportaje lo que buscan es precisamente lo primero, saltar en el tiempo para arreglar algo que consideran que fue un error, personal o ajeno, con la intención de mejorar el presente y/o el futuro. Eso implica una serie de paradojas temporales imposibles de prever que dan mucho juego en la ficción. En 12 monos, donde la misión del protagonista es viajar al pasado para desbaratar la suelta de un virus que diezma la población y pinta un futuro apocalíptico, dedicaron toda su segunda temporada a las paradojas temporales. Eso que tanto preocupa en los funcionarios de El Ministerio del Tiempo, guardianes de la historia como los son en Legends of Tomorrow o lo es Doctor Who. Para ellos lo importante es precisamente salvar la historia, hacer que permanezca intacta, como se cuenta en los libros.

La patrulla de la americana Timeless tiene la misma misión, la de proteger la historia y evitar que el supuesto malo, Garcia Flynn, ponga el mundo del revés para salvar a su familia, que por eso viaje él. Muchas veces los que quieren cambiar el pasado son los ‘villanos’ de la historia y los protagonistas son los encargados de evitarlo. Su problema, el de los tres protagonistas de Timeless, es que ya sea porque son unos aficionados, porque no tienen el sentido del deber de otros o porque les da exactamente igual las consecuencias, la lían casi en cada misión. En una llegan a conseguir que maten a Eliot Ness antes de tiempo y en otra que Ian Fleming, padre de James Bond, escriba una historia que nunca existió con ellos como protagonistas. Cada vez que vuelven de un viaje algo ha cambiado.

Lo suyo es pura torpeza sin posibilidad de enmienda porque solo se puede viajar una vez a cada momento del pasado. Así que por mucho que metan la pata, no tiene solución. No como en el caso de Jake Epping (James Franco) en 22.11.63, quien viaja unos años antes del asesinato de JFK para evitarlo con la teoría heredada del anterior viajero del tiempo de que el mundo sería un lugar mejor con John Fitzgerald Kennedy vivo. En esta misma línea de cambios en el tiempo se mueven los Observadores de Fringe, quienes viajan de un futuro en el que las emociones humanas han sido erradicadas para estudiar cómo era su propia raza antes de conseguir ese logro científico.

Al final, el que acaba viajando al futuro para arreglar el pasado es Walter Bishop (John Noble), que tiene la misión de convencer a los hombres del futuro de las bondades de sentir emociones y así evitar que viajen al pasado. Enrevesado, sí, como todo en Fringe. Al contrario de lo que ocurre en la recientemente estrenada en España Los viajeros del tiempo. En ella H.G. Wells viaja al pasado siguiendo los pasos de Jack el Destripador para impedir una carnicería en el futuro, el presente del espectador. Aquí la misión y la motivación están claras. Detener a un criminal que ha saltado en el tiempo por culpa de una máquina construida por él mismo. En Terra Nova el viaje tenía que ver con salvar a la Humanidad en su conjunto. El planeta agonizaba por culpa de la contaminación y deciden enviar a los elegidos al cretácico, a convivir con los dinosaurios.

La razón por la que se viaja tanto al pasado como al futuro suele estar relacionada con el cambio

Formas de viajar en el tiempo existen unas pocas. Motivaciones, no tantas. Se sea héroe o villano, la razón por la que se viaja tanto al pasado como al futuro suele estar relacionada con el cambio, ya sea para provocarlo por el bien propio o común o para evitarlo pensando en que el tiempo es el que es y es mejor dejarlo como está porque las consecuencias pueden ser nefastas e impredecibles. Ya se vio en la segunda temporada de The Flash. Después de mucho contenerse, Barry Allen (Grant Gustin) decide salvar a su madre y desencadena una serie de acontecimientos en Flashpoint con los que se pasa más de una veintena de capítulos luchando. La magnitud no es la misma, pero el intento de Julián (Rodolfo Sancho) por salvar a Maite en El Ministerio del Tiempo tampoco fue precisamente positivo.

Fringe, Doctor Who, The Flash, El Ministerio del Tiempo, Timeless, Legends of Tomorrow… Historias, misiones, aventuras, viajes en el marco de la ciencia ficción que plantean una y otra vez las mismas preguntas en quien las vive al otro lado de la pantalla. ¿Qué cambiaría si pudiese viajar al pasado? ¿Qué época me gustaría visitar? ¿De verdad el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo?

¿Te ha resultado interesante esta noticia?