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Sinead O'Connor, baladas anestesiantes entre los pinos

La irlandesa sólo consigue reunir a un tercio del aforo en el recinto de la Puerta del Ángel en Madrid

JESÚS MIGUEL MARCOS

Hay músicos que al alejarse de los escenarios alimentan el culto del público. Y cuando regresan, la expectación es máxima y llenan auditorios como quién le da una patada a una lata de Fanta. A otros les pasa lo contrario: el silencio es su tumba. Sinead O'Connor, por lo visto la noche del miércoles en Madrid, pertenece a esta última categoría. Con un tercio de entradas vendidas, alrededor de mil personas —según la organización— coincidieron en el plácido recinto de Puerta del Ángel de los Veranos de la Villa, al borde de la Casa de Campo.

No obstante, la O'Connor tiene su público. Tres cuartos de hora antes del inicio del concierto, tres docenas de aficionados, más cuarentones que treintañeros, esperaban humildemente frente al escenario, donde se depositaban unos pocos instrumentos que presagiaban una velada tan apacible como el entorno de pinos con el ruido de las chicharras de fondo. El cielo estaba especialmente quieto. Una voz en off pedía que se desconectaran los teléfonos móviles y la audiencia obedeció.

Se hizo el silencio, cayó la noche. Sinead O'Connor, que sigue siendo Sinead O'Connor aunque ya no se parezca a ella, apareció vestida con un blusón rojo que le llegaba hasta las rodillas, con una cruz de un palmo colgando del cuello y acompañada por dos guitarristas. La irlandesa agarró una guitarra eléctrica con la maña de un estudiante de primer curso de conservatorio y abrió el concierto con una hermosa y efectiva balada, Something beautiful, con un desarrollo contagioso que iba cambiando y abriendo la melodía de tal forma que emocionaría a una piedra. Los aplausos fueron sinceros y agradecidos.

La segunda canción, The healing room, se la dedicó a su hija de 14 años: 'Se está tiñendo el pelo todo el día, así que le recomendé que se lo afeitara, a lo que contestó que si lo hacía no se casaría hasta los 43 años, como me pasó a mí'. Se rieron los que entendían inglés y también los que no. Según se ha sabido estos días, Sinead se casó este fin de semana en Suiza con Steve Clooney, su guitarrista, al que presentó más adelante. Como debe ser, Steve estaba más concentrado en tocar bien que en saludar.

Y como no todo iban a ser bellas letanías amasadas con gorgoritos, The emperor's new clothes elevó las pulsaciones de la noche, con el otro guitarrista tocando un teclado y O'Connor rasgando su fender telecaster con muchas ganas. A continuación sacó su vena más tradicional recuperando otra canción del disco Theology, que según dijo, 'está basada totalmente en los textos de la Biblia'. Después, Never get old quiso ser un mantra balsámico pero se le fue la mano con la voz, lanzando unos alaridos un tanto excesivos.

La cantante no paraba de decir thank yous con su acento irlandés, que el público recibía cariñosamente entre risitas y amagos de aplausos. The thief of your heart arrancó una ovación según arrancaron las primeras notas del piano mientras el-guitarrista-que-no-es-su-marido (llamémosle ya el multi-instrumentista), se sacaba de la manga un virtuoso solo de flauta.

Se hizo esperar la esperada Nothing compares 2U, que estaba prevista en el repertorio, por supuesto, donde también figuraba Times they are changing como final de noche.

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