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Así se sobrevive a la posguerra

Tras ser aplaudida en San Sebastián, se estrena 'Pa negre'

SARA BRITO

'Hacer un melodrama en estos tiempos es una audacia', decía Sergi López cuando Pa negre se presentó en el pasado Festival de San Sebastián. Agustí Villaronga, director del filme, se reía entonces y respondía irónico con una frase que había leído en la portada de una revista de moda: 'Ser clásico es lo más moderno'.

Más allá del guiño entre director y actor, Pa negre, que se estrena mañana, es ante todo un drama clásico y austero sobre las emociones y las decisiones en tiempos aciagos. También podría ser la típica película que echaría para atrás a un buen puñado de espectadores con sólo decir drama de la posguerra con niño al frente. De hecho, algo así le ocurrió al propio Villaronga cuando le ofrecieron adaptar la novela homónima de Emili Teixidor. 'Mi mayor temor era hacer otra película sobre la Guerra Civil. No sabía qué se podía decir de nuevo. Y luego pensé que hay un imaginario común que dices hostia, voy a caer en lo mismo', admitía a Público el director.

'Mi mayor temor era hacer otra película sobrela Guerra Civil'

Pero no. Emplazada en un pueblo catalán durante la posguerra, la película se esfuerza por desmarcarse de ciertos manierismos de los que nuestro cine ha abusado al acercarse al conflicto. Entre ellos, la dialéctica de buenos y malos o la tendencia a machacar los dimes y diretes de un contexto histórico que ya conocemos. Villaronga pone por encima las heridas y las emociones de unos personajes devastados.

Precisamente uno de los grandes temas del filme es cómo el clima enrarecido de hambre y miseria moral manda al garete los grandes ideales. 'La película plantea que los ideales no siempre están por encima de la supervivencia, al menos no en todas las personas. Es muy fácil hablar desde la comodidad. Cuando las personas están en situaciones muy difíciles, se debe tener una mirada más comprensiva', asume el director.

'Los ideales no siempre están por encima de la supervivencia'

Más allá de los discursos de vencidos y vencedores, están las relaciones viciadas de los que viven en un pueblo pequeño. 'Nos interesaba cómo muchas veces tienen más peso las relaciones humanas en un espacio cerrado que las convicciones'.

Pero Pa negre es antes que todo esto un filme que relata el viaje de iniciación de un niño a la madurez. La película acompaña al niño protagonista (Francesc Colomer) a través de un viaje en el que descubre la sexualidad y las mentiras de los adultos, y donde aprende a entender el mundo para saber dónde colocarse, aun a riesgo de convertirse él en un traidor más.

Cuando piensa en películas sobre la posguerra española que le entusiasman, Agustí Villaronga cita Surcos, de José Antonio Nieves Conde, y El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. Y ambas dan pistas sobre lo que quiere ser Pa negre. La primera, por el retrato coral y cuasi neorrealista de unos personajes en un contexto rural de penuria; la segunda, por el acercamiento al mundo de los niños y a las leyendas y mitos que funcionan como reverso de las mentiras de los adultos.

Ambos elementos componen dos de los puntos fuertes de un drama, que fue una de las películas más aplaudidas por crítica y público (a pesar de sus subrayados) en el Festival de San Sebastián, pero peor tratadas por el jurado, que sólo le dio una justa Concha de Plata para la interpretación de Nora Navas.

Una última cosa: ojo al arranque y al puñetazo final, principio y fin de un melodrama audaz.

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