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Spielberg: “Cuanto más negro parece todo, más necesaria es la magia”

Un deslumbrante Mark Rylance se convierte en ‘El gran gigante bonachón’ en la adaptación al cine que ha hecho Steven Spielberg sobre el cuento de Roald Dahl. ‘Mi amigo el gigante’ revela la mirada de un cineasta melancólico, pero enamorado todavía de la magia y la fantasía

Spielberg junto a la protagonista de su último rodaje.

MADRID.- “Los que no creen en la magia nunca la encontrarán”, sentenció Roald Dahl, aquel gigantón de casi dos metros, un maleducado amante de la buena vida, caprichoso y litigante que, sin embargo, conquistó el corazón de adultos y niños con sus relatos. En uno de los cuentos de sus últimos diez años, El gran gigante bonachón (1982), volvía a uno de sus temas recurrentes, la relación de los niños con los adultos malvados, aunque en esta ocasión había también un ‘adulto’ amable. Steven Spielberg, otro narrador habitual de cuentos infantiles, incondicional también de la magia, firma ahora la adaptación al cine de esta fábula y lo hace con la colaboración de Mark Rylance, un actor superdotado que parece de otro planeta.

La pequeña Ruby Barnhill interpreta a la niña Sofía, una huérfana que sufre insomnio y en sus paseos nocturnos descubre a un hombre enorme caminando por las calles de Londres. Cuando éste la ve, la secuestra y se la lleva al País de los Gigantes. A pesar de su tamaño y su aspecto terrorífico, el gigante es bueno y amable, no come niños, de hecho, es vegetariano y se dedica a cazar sueños para distribuirlos por las noches a los humanos. También es el marginado de su comunidad. Mucho más pequeño que sus hermanos -Zampamofletes, Bebesangres, Machucahombres, Tragamollejas, Revientahuesos, Picacarnes, Estrujaniños, Aplastadamas y El Pequeño Carnicero-, le gustaría que estos dejaran de comer guisantes, es decir, humanos. Tal vez, con la energía que le da Sofía sea el momento de intentarlo.

Un Spielberg melancólico

“Esta es una historia sobre la necesidad de abrazar las diferencias, sobre la amistad y la lealtad, y esos valores son los que he trasladado a la pantalla por encima de cualquier otra consideración -ha dicho Steven Spielberg-. Además, cuanto peor está el mundo, cuanto más negro parece todo, más necesaria es la magia. Porque la magia nos da esperanza y nos hace proactivos. Nos coloca en una posición que nos permite vencer las adversidades. La esperanza procede de la magia, y eso es todo para mí”.

Un Steven Spielberg melancólico, un poco triste, ha introducido un cambio radical en su cine juvenil o infantil, ha dejado de observar desde los ojos de los niños para ser él mismo BFG, The Big Friend Giant, y desde esa mirada construye una maravillosa fantasía, en la que por momentos se descubren algunas de las preciosas ilustraciones de Quentin Blake (de la edición original). Así, ‘Mi amigo el gigante’ es una fábula cargada de ternura y de emoción, pero vacía de ñoñeces y sin atisbo de ironía.

'Mi amigo el gigante'

'Mi amigo el gigante'

Mark Rylance, el socio perfecto

El texto de Roald Dahl ha encontrado en Spielberg un buen aliado, que, a su vez, ha descubierto al socio perfecto, el actor Mark Rylance. Al Pacino lleva años diciendo que “Rylance recita a Shakespeare como si se hubiera escrito para él la noche anterior”. Steven Spielberg, no hace mucho, aseguró: “De verdad, creo que este actor puede hacer cualquier cosa”. Los intérpretes Sean Penn y Ray Winstone, los directores Simon McBurney y Richard Olivier, el dramaturgo Jez Butterworth… cualquiera, de hecho, que haya trabajado con él lo confirma. “Es lo más cercano que tenemos a un mago en nuestro universo”.

Mark Rylance que, en efecto, parece aterrizado aquí desde otro planeta, se transforma ante los espectadores como en un truco de ilusionismo. Ausente del cine por culpa de su enamoramiento por el teatro, este monumental actor ha encontrado con Spielberg la libertad que dice necesitar para trabajar y tras su papel de espía ruso en El puente de los espías (que le valió el Oscar al Mejor Actor Secundario), se ha convertido en el magnífico gigante bonachón que creó Roald Dahl.

"Oscuridad y luz"

Imponente en su interpretación del gigante, el intérprete ha buscado una lectura contemporánea en el cuento del británico y ha aludido al macabro escándalo que protagonizó Jimmy Savile, el popularísimo ex presentador de la BBC que abusó de más de 200 personas, 63 de ellas en un hospital, y que sigue muy presente entre los ciudadanos británicos que durante años adoraron a semejante desalmado. “A veces la persona que puede detectar el diamante en alguien joven no está en su círculo habitual. Ese es el caso de El gran gigante bonachón y la niña que secuestra. Ahora, debido al abuso de Jimmy Savile y de otros, muchos padres tiene miedo a ese tipo de relaciones y eso es una pena para la sociedad”, dijo el actor en una entrevista concedida en Inglaterra.

“Era muy valiente por parte de Roald Dahl introducir esa combinación de oscuridad y luz –escribe Spielberg en sus notas de dirección-. El poder dar un poco de miedo y esperanza al mismo tiempo, y enseñar una lección, una lección duradera, a todos es una cosa maravillosa que ha logrado Dahl, y fue una de las cosas que me atrajeron para dirigir este libro”.

Prodigiosa en su realización técnica -mezcla de acción real y procesos de captura de movimiento-, la película de Steven Spielberg, que se presentó en la reciente edición del Festival de Cine de Cannes, está rodada sobre un guion escrito por su colega y amiga, la escritora recientemente desaparecida Melissa Mathisson, autora también de E.T. El extraterrestre, que, curiosamente, se estrenó el mismo año en que se publicó ‘El gran gigante bonachón’.

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