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'Stranger Things' ofrece más de lo mismo, pero aumentado

La segunda temporada de la serie de los hermanos Duffer está disponible desde hoy en Netflix. Nueve capítulos en los que hay más aventuras, un monstruo más temible, más incursiones en el Upside Down y más Eleven. Eso y, claro, muchas más referencias ochenteras.

La pandilla de 'Stranger Things', casi al completo.

MARÍA JOSÉ ARIAS

Si algo funciona, no hay necesidad de cambiarlo. Basta con aumentarlo. Eso es lo que debieron pensar Matt y Ross Duffer, creadores de Stranger Things, cuando se sentaron a planear cómo sería la segunda temporada de la serie/fenómeno de hace dos veranos, el de 2016. Vista la nueva temporada completa antes de su estreno –llega hoy a Netflix–, puede afirmarse que es más de lo mismo, pero con un poco más de todo. De oscuridad, de terror, de relaciones entre sus personajes, de amor, de aventura, de violencia, de ese mundo al revés y, sobre todo, mucho más de Eleven. Ella fue la verdadera revelación en los orígenes y gran parte del éxito de una ficción que, pese a no ser redonda ni de lejos, se ha ganado un importante hueco en el panorama seriéfilo.

En esta nueva temporada, compuesta de nueve episodios, Stranger Things oscurece su universo apelando a los mismos sentimientos que tan bien funcionaron en su primera temporada. Nostalgia para el espectador. Valentía y amistad en estado puro para los protagonistas, cuya química sigue funcionando como una máquina bien engrasada incluso añadiéndole nuevos elementos a la fórmula. El principal añadido es el de Max (Sadie Sink), la niña pelirroja en monopatín a la que se había visto en imágenes promocionales previas. Su personaje entra en el grupo para darle ese toque femenino y de inestabilidad –revolución hormonal mediante–. Llega para cubrir el hueco dejado por Eleven (Millie Bobby Brown) en la pandilla aunque se haga querer por méritos propios.

La acción arranca en los días previos a Halloween, cuando está a punto de cumplirse un año de la desaparición y regreso de Will Byers (Noah Schnapp). Hawkins sigue siendo esa pequeña ciudad donde casi nunca pasa nada y en la que cuando sucede algo solo son unos pocos los que se enteran de ello. A saber, Will, Mike (Finn Wolfhard), Lucas (Caleb McLaughlin) y Dustin (Gaten Matarazzo), algunos de sus hermanos (Jonathan -Charlie Heaton- y Nancy -Natalia Dyer-), el sheriff Hopper (David Harbour), la madre de Will, Joyce (Winona Ryde) y Steve (Joe Keery), que pasaba por allí. Ellos son el núcleo en torno al cual orbita Stranger Things. El resto de habitantes vive, para suerte suya, en la más absoluta ignorancia. Aunque un terrible monstruo con aviesas intenciones venido de otro mundo ande haciendo de las suyas por los alrededores y en un laboratorio hayan experimentado con niños delante de sus narices. Bendita ignorancia.

Para la mayoría de vecinos de Hawkins la vida es tranquila y eso es lo que intentan hacer Will, Mike, Dustin y Lucas. Su inocencia, pese a todo, parece intacta en muchos sentidos sin dejar de estar en cierto estado de alerta porque sienten que algo no va bien con su amigo Will. Además, echan de menos a El. Estaba loca, pero era su amiga. De lo que sucede a lo largo de los nueve episodios de los que se compone la segunda temporada es mejor saber lo menos posible. Cuanto menos información se tengan al llegar a Stranger Things, más se disfruta. Como si se fuese un habitante más de Hawkins.

Lo que hay que saber de la 2ª temporada (sin spoilers)

Basta con saber que personajes como Hopper y Steve ganan en peso, protagonismo y cierta profundidad. Se hacen más entrañables e indispensables, por así decirlo. Que los cuatro amigos siguen siendo tan inocentes y tan niños para algunas cosas como lo eran en su estreno, pero muy adultos para otras. Su visión de los problemas es tan pragmática como siempre y todo lo ven blanco o negro. A esa edad los grises no existen. Saber también que Eleven alcanza un nuevo nivel. Eso y que en esta temporada hay mucho más del Upside Down y mucho más terror. El nuevo monstruo que amenaza a Will y a todos los habitantes de su pueblo tiene la culpa.

No faltan tampoco las referencias ochenteras tanto al cine como a la cultura pop del momento y una banda sonora elegida con mucho tino en alguna que otra escena. Todo lo que gustó, enganchó y convirtió en fenómeno a Stranger Things en su primera temporada está en la segunda, pero aumentado. Y también lo que no gustó. Su búsqueda del entretenimiento apelando a la nostalgia hace que a veces se olvide de darle una pizca más de solidez a un guion que se olvida de sus propias tramas y que hace que surjan esas preguntas, que al final son todas la misma, que ningún guionista querría escuchar. ¿Esto por qué? ¿Qué necesidad había? ¿Qué sentido tenía?

En cuanto a las incorporaciones al reparto, los más destacables son Sean Astin, Linnea Berthelsen, Drace Montgomery y Sadie Sink. De los cuatro, la única que aporta algo realmente interesante y que da juego en la trama es esta última. Su llegada es aprovechada para explorar el despertar romántico de la adolescencia y cómo una amistad puede verse afectada por un triángulo amoroso a esa edad. Al resto les han caído en gracia ‘personajes macguffin’. Están ahí para que otros avancen en algo, pero no tienen demasiada trascendencia.

Bob Newby (Astin) está presente en la vida de Joyce para retrasar lo inevitable. De Roman (Berthelsen) no se puede decir nada, pero basta saber que sirve para que Eleven avance en su trama personal. Y luego está Billy, el supuesto villano humano de esta temporada. La única función de Montgomery vista toda la temporada es la de pasearse por ahí sin camiseta, fumando y haciendo el cafre. Básicamente es alguien a quien el espectador puede odiar sin reparos. No como Steve, quien, al final, tiene su encanto.

Peros a un lado, lo cierto es que Stranger Things no decepciona. Es lo que es, ofrece lo que ofrece y lo hace a su manera, sin complejos, con un nivel de adicción que pocas series consiguen. Entretiene, se deja ver fácilmente y cada capítulo incita a seguir uno más hasta el final. Una serie para hacer un maratón de libro, sobre todo teniendo en cuenta que los capítulos miden mucho su duración y salvo el último, que llega a la hora, el resto se mueven entre los 44 y los 56 minutos. Y sí, Winona Ryder vuelve a hacer de las suyas. Con más contención, eso sí. Sus expresiones faciales siguen siendo una buena materia prima para gifs y memes.

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