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"Los test no prueban la atribución"

John Marciari. Conservador de arte

ROBERTO ARNAZ

Menudo revuelo ha provocado con su artículo...

Sí, la revista española ha hecho creer que el descubrimiento se produjo ayer. Fue hace siete años. Trabajaba en la galería de arte de la Universidad de Yale y aquel año realizamos una gran campaña de restauración, en la que recuperaron pinturas que habían estado amontonadas décadas en los sótanos del edificio. Cuando la vi no pensé en Velázquez.

¿Cuándo se dio cuenta?

Unas semanas después, me dije: es un Velázquez. Pensé que estaba loco. Era imposible que un cuadro así hubiera estado tanto tiempo oculto. Estaba muy dañado y no había sido expuesto al público. Pasé seis meses intentando convencerme de que el pintor era otro, pero no encontré quién. Parece una locura, pero en el mundo del arte estas cosas pasan.

¿Consultó con algún experto antes de acreditarlo?

Le envié una foto por email a Salvador Salort, gran conocedor del pintor. Un minuto después me contestó con un 'estoy temblando'.

¿Qué dicen los análisis?

Iniciamos los análisis en laboratorio en 2004 y todo encaja. El lienzo es del mismo tipo que el que Velázquez utilizó en sus grandes cuadros de Sevilla y los pigmentos son idénticos a los que usaba. Los rayos X demostraron que las pinceladas del cuadro son muy similares a las de Velázquez en sus primeros cuadros. Los test no prueban la atribución, ya que son materiales que podría haber utilizado cualquier pintor que trabajara en Sevilla en entre 1615 y 1620. A mi juicio, ningún otro artista de la época podría haberlo pintado. Pero no hay documentos de la pintura.

¿Lo llevará a El Prado para que lo evalúen los expertos?

Ya hay especialistas de El Prado que han visto fotos. Además, hemos iniciado los primeros contactos informales para la pintura viaje a España y sea vista no sólo por los expertos, sino también por el público. En menos de un año organizaremos una exposición en Madrid.

¿Qué sucederá si se confirma la autoría?

Será mayor descubrimiento sobre Velázquez en el último siglo. Mayor que el retrato hallado en el Metropílitan el año pasado. Se trata de una de sus primeras pinturas, lo que le atribuye una importancia especial.

¿Cuál sería su valor si llegase al mercado?

Eso es lo que todo el mundo desea saber. Es una cuestión puramente teórica porque el cuadro nunca va a abandonar Yale pero, si una fundación sevillana compró el Santa Rufina por 12,5 millones de euros, en este caso, con un cuadro mucho más grande, el precio alcanzaría una dimensión astronómica. Ninguna pintura de estas características ha llegado al mercado en las últimas décadas.

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