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Mad Cool The Cure redime a un Mad Cool menos masificado

Con una afluencia de gente mucho menor a la del año pasado, la cuarta edición de Mad Cool ha conseguido subsanar la mayoría de problemas que se vivieron en la edición anterior, y ha dejado conciertos para el recuerdo como los de The Cure, The Smashing Pumpkins, Prophets of Rage y Mogwai.

Robert Smith, The Cure. / Mad Cool

Roberto Ruiz Anderson / Julio de la Fuente

Era una edición clave para Mad Cool. Un año después de los desastres organizativos que tanto dieron que hablar, y dos años tras la trágica muerte del acróbata Pedro Aunión en directo y en plena performance, no podía fallar nada en esta cuarta edición para que el festival pudiese consolidarse definitivamente como el gran evento musical de referencia en Madrid. Y lo cierto es que este año se ha notado un importante salto cualitativo en el incremento de la comodidad.

Eso sí, puede que buena parte del mérito no haya sido de la organización, sino de la importante bajada de asistentes. En su compromiso de mejorar la experiencia de los aficionados, Mad Cool había reducido el aforo hasta 75.000 personas (el año pasado fueron 80.000 en el mismo espacio), pero incluso así se han quedado muy lejos del sold out, con cifras de entre 47.000 y 50.000 en sus jornadas principales. Por este motivo, ha resultado más sencillo garantizar la fluidez en los accesos y en la restauración, y la comodidad general en el recinto.

¿Pero por qué se han vendido tan pocas entradas en comparación con el año pasado? El factor más decisivo seguramente haya sido el propio cartel del festival, que pese a incluir multitud de artistas de calidad, no contaba con tantos grandes reclamos como el año pasado. La experiencia vivida en 2018, que tantas molestias causó al público, probablemente también hiciese desistir a muchos. Y tampoco hay que olvidar la fuerte competencia festivalera, en una semana en la que también se celebraban BBK Live (Bilbao) y NOS Alive (Lisboa).

The Cure, el gran concierto de Mad Cool 2019

Sin embargo, quienes se acercaron durante estos días al recinto de Valdebebas pudieron disfrutar de momentos muy especiales, entre los que destaca claramente el concierto de The Cure, sin duda la mayor atracción de esta edición. Pese a un anunciado retraso de 15 minutos, la mítica banda inglesa liderada por Robert Smith despachó las dos horas y cuarto previstas e inundó de magia el festival.

La mítica banda inglesa liderada por Robert Smith despachó las dos horas y cuarto previstas e inundó de magia el festival

Este año es el 30 aniversario de “Disintegration”, considerado por muchos el mejor disco de The Cure, y la banda aprovechó para reivindicar esta obra maestra con hasta siete de sus imperecederas canciones, entre las que no podían faltar las esenciales “Lullaby”, “Lovesong” y “Pictures of You”. El concierto sonó estupendamente: Smith hizo gala de su carismática voz de manera inspirada y convincente, y un enorme Simon Gallup demostró la importancia que tiene el bajo en el sonido de la banda. En total, 27 canciones que dieron para mucho y todo para bien, con clásicos pop como “Boys Don’t Cry”, “Friday I’m In Love” y “Just Like Heaven”, e himnos del rock gótico como “A Forest” y “Primary”.

Sin duda, el concierto de The Cure pasará a la historia del festival como uno de los más memorables del legado Mad Cool, junto con el de Neil Young en la primera edición o el de Pearl Jam en la tercera.

No puede decirse lo mismo de Bon Iver, el proyecto de Justin Vernon, que también era uno de los cabezas de cartel pero quedó claro que su propuesta no es apropiada para encabezar un evento de estas características. Vernon es un tipo con talento, que ha sabido explorar distintos estilos y recibir el favor de la crítica, pero el escenario se le quedó muy grande para sus experimentos electrónicos con auto-tune, y sólo logró conectar un poco con el público a través de sus canciones más folk de sus inicios como “Skinny Love”.

Por su parte, el indie rock de The National contentó a sus apasionados seguidores en un concierto muy centrado en el último disco, “I Am Easy to Find”, aunque para el público general se hizo pesado por momentos.

Mejor sabor de boca dejaron Prophets of Rage, con el prodigioso guitarrista Tom Morello a la cabeza, que hicieron saltar a miles de personas de principio a fin con temazos de las bandas originales de sus miembros: medio concierto consistió en canciones de Rage Against the Machine, junto con algunas de Public Enemy, Cypress Hill y también nuevas. De hecho, tocaron por primera vez en directo su nuevo single “Made with Hate”, lo que convirtió la actuación en una de las más especiales del Mad Cool.

The Smashing Pumpkins también supieron cumplir con lo que se esperaba de ellos. Con el regreso del guitarrista James Iha a la banda el año pasado, el líder Billy Corgan ha logrado que su grupo casi vuelva a ser lo que fue en los 90: al menos en directo, como bien se pudo comprobar en Mad Cool con un concierto muy correcto, bien ejecutado y con predominio de canciones de la época clásica en el setlist, aunque reivindicando también algunas de los últimos discos.

El recinto del Mad Cool / Mad Cool

El recinto del Mad Cool / Mad Cool

Más allá de los cabezas de cartel

Dejando a un lado los cabezas de cartel, sin duda había mucho más que rascar en el amplio cartel de Mad Cool. En un buen puñado de casos, con conciertos que superaron ampliamente a la mayoría de los propios cabezas. Fue el caso de Mogwai, maestros del post-rock que mostraron de lo que son capaces con un tremendo recital que repasó los más de veinte años de la banda, incluyendo una canción de la reciente banda sonora de la película de ciencia ficción Kin. Otros escoceses, The Twilight Sad, también maravillaron con su post-punk lleno de emoción, sobre todo por la impresionante voz del carismático y enérgico cantante James Graham. Tras verle en directo, queda claro que es uno de los mejores frontmen de rock que han surgido en este siglo.

Y si hablamos de uno de los mejores cantantes de rock y punk de toda la historia, también lo encontramos en este Mad Cool: el gran Iggy Pop, que a sus 72 años sigue dando tanta guerra como siempre. Su voz aún está a un gran nivel, y no dejó de moverse durante todo el concierto, incluso bajando del escenario para interactuar con el público durante muchos minutos. Clásicos de sus discos en solitario como “The Passenger” y “Lust for Life” se unieron a inolvidables temas de su legendaria banda The Stooges como “I Wanna Be Your Dog” y “Search and Destroy” para formar un repertorio brutal.

Entre los mejores conciertos estuvo sin duda también el de Vampire Weekend, toda una delicia para los sentidos en la que Ezra Koenig y los suyos interpretaron maravillosamente muchos de los grandes temas de sus cuatro discos. Por su parte, Ms. Lauryn Hill jugó un poco con las expectativas de los fans y se presentó media hora más tarde de lo esperado, tras enviar a su DJ al escenario como calentamiento. Eso sí, cuando cogió el micrófono acompañada de su banda y empezó a cantar canciones de su icónico álbum “The Miseducation of Lauryn Hill”, la controvertida artista ofreció una estupenda aunque acortada interpretación.

El indie nacional de Vetusta Morla

Vetusta Morla lleva el espectáculo allá donde va. Competía en el pódium del viernes y logró medalla. Su elenco de canciones es sobradamente conocido por el público nacional, y la garra de su líder, el cantante Pucho, no aburre. Especialmente si regaña a los políticos por la situación de bloqueo actual; al actual alcalde de la capital por querer cerrar Madrid Central (“es nuestra salud”, le espetó); a los asistentes por acudir poco a las salas a ver música en directo en invierno; o a la organización del festival por la escasa presencia de grupos españoles en esta edición o por el enorme pasillo que colocaron este año en el medio del escenario, que dividía al público literalmente en dos.

Por otra parte, algo hace bien la ya veterana banda sueca The Hives para meterse al público en el bolsillo cada vez que viene a nuestro país. Quizá sea su exquisita puesta en escena o los continuos comentarios en español de su líder, Pelle Almqvist, pero sobre todo su divertido repertorio musical, que además en esta ocasión incluyó su nuevo single “Good Samaritan”, lanzado hace sólo unos días.

Noel Gallagher y sus High Flying Birds dedicaron medio concierto a defender su disco más reciente, el más experimental y psicodélico “Who Built the Moon?”, aunque los mayores aplausos llegaron en la segunda mitad con las canciones de Oasis y la versión del “All You Need Is Love” de los Beatles. Otro guitarrista de otra célebre banda disuelta, Johnny Marr de The Smiths, también equilibró sus nuevas canciones con las de su vieja banda para convencer a quienes se acercaron a verle, y demostró que es capaz de cumplir incluso en su faceta de cantante.

En cuanto a la siempre impredecible Cat Power, vino arropada por su banda y entusiasmó al público con su fascinante voz y su hipnotismo sobre el escenario. Sharon Van Etten, una de las mujeres más relevantes del indie rock actual, también ejecutó todo un despliegue de calidad y buen gusto. La fiesta de The Chemical Brothers, y artistas como Miles Kane, Robyn, Le Butcherettes, Sex Museum y muchos otros también destacaron en estos días repletos de buena música.

No nos olvidemos tampoco de la Welcome Party que se celebró el miércoles, en la que Rosalía y otros artistas dieron el pistoletazo de salida. La catalana desplegó todo su arte una vez más y encandiló a un público de 39.700 personas que en la mayoría de los casos había pagado la entrada de esta Welcome Party (que en próximas ocasiones debería estar incluida en el precio del abono) sólo por verla. Aquel mismo día, Bring Me the Horizon se entregaron por completo y dieron un buen concierto pese a que su metalcore se ha vuelto algo blando; The Cat Empire, la banda australiana de ska, funk y rock hizo botar al público con su buen rollo; Metronomy brilló como una de las mejores bandas de synthpop del mundo; y el público coreó a pleno pulmón el himno generacional “I Follow Rivers” de Lykke Li.

The Vampire Weekend. / MadCool

The Vampire Weekend. / MadCool

Sin grandes problemas, pero con margen de mejora

No hubo incidentes relevantes en esta cuarta edición. Como decíamos, el aumento en la comodidad fue palpable, la organización colocó varios grifos de agua potable para garantizar la hidratación de los asistentes, y el servicio especial de autobuses funcionó muy bien (aunque sólo llegaba a Plaza de Castilla, y luego había que coger otro transporte para llegar al centro).

Pero aún hay mucho margen de mejora para Mad Cool, y ciertos detalles chirriaron un poco. El más feo de todos fue la forma en que retorcieron una iniciativa a priori tan loable como el sistema de vasos reutilizables: tener que pagar por el vaso cada vez que se cambiaba el tamaño de la bebida no era normal (lo normal es pagar solo el primero), no disuade a la gente de tirar al suelo el primer vaso y es una manera algo cutre de sacar hasta el último cuarto a los clientes. Tampoco estuvo bien que, desesperada ante la escasa venta de entradas, la organización lanzase una drástica oferta del abono a solo tres semanas del festival, la cual salía mejor de precio que para los indignados fieles que lo compraron hace más de medio año con la tarjeta de socio Mad Cool, sin conocer el cartel completo y creyendo que lo hacían al mejor precio.

No estuvo bien que la organización lanzase una drástica oferta del abono a solo tres semanas del festival, la cual salía a mejor precio  

Por otra parte, el tamaño relativamente pequeño del recinto (si lo comparamos con otros festivales de este nivel) tenía sus ventajas e inconvenientes. Lo bueno es que todo pillaba cerca, y era muy rápido ir de unos escenarios a otros. Lo malo, que al estar todo tan junto se producían algunos problemillas: en la carpa que albergaba dos escenarios, las pruebas de sonido de uno solían invadir el sonido del concierto que había en el otro; el espacio EQ de Mercedes-Benz sólo sirvió para obstaculizar el paso y molestar con tanto ruido; e incluso algo tan bonito como el Espacio Pedro Aunión solapaba su sonido con las últimas filas de uno de los escenarios.

En cuanto a la fluidez al pedir en las barras, es cierto que se notó una gran mejora respecto al año pasado, pero no dio la sensación de que hubiese más barras y camareros como había prometido la organización, sino que era la menor afluencia de gente lo que aligeraba la cosa. De hecho, la organización cortó grandes porciones de varias barras incluso en hora punta.

A nivel técnico, pocas pegas que poner. El montaje de vídeo en las pantallas gigantes fue espectacular un año más, y en ellas podíamos ver a los músicos en todo su esplendor; y el sonido estuvo a un muy buen nivel, aunque es cierto que si estábamos un poco lejos en los escenarios principales se echaba en falta más volumen.

Y en cuanto al aspecto puramente musical, tuvimos un sábado brutal (puede que incluso mejor que el del año pasado, que ya es decir), aunque las jornadas de jueves y viernes no fueron tan completas.

En definitiva, Mad Cool 2019 ha cumplido para quienes asistieron, aunque el festival pinchó en la venta de entradas y aún puede mejorar mucho más en próximas ediciones. Ojalá el año que viene tengan mayor fortuna seduciendo a más miles de festivaleros, y que al mismo tiempo consigan mantener la comodidad que se ha vivido en esta edición, perfeccionando algunos de los detalles comentados.

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