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Tortazos para todos los gustos

'Jackass', el grupo liderado por Johnny Knoxville, arrasa en la taquilla de EE UU con sus locuras escatológicas, que algunos museos, como el MoMA de Nueva York, comienzan a considerar arte. La entrega en 3D de la saga se estrena el vi

ROBERTO ARNAZ

A los peculiares integrantes de Jackass les han llamado de todo, desde idiotas asquerosos hasta inmaduros e irresponsables. Incluso hay quienes se han atrevido a asegurar que son el perfecto ejemplo de la decadencia de la sociedad occidental, algo así como un eslabón perdido del ser humano.

Sin embargo, el grupo encabezado por el bromista Johnny Knoxville ha esperado pacientemente una década para saborear el éxito y tomarse cumplida venganza de quienes no entienden su alocada y dolorosa forma de ganarse la vida.

Johnny Knoxville: 'Hemos llevado la estupidez a una nueva dimensión'

Su última travesura cinematográfica, Jackass 3D, llegará a España el viernes como la película más taquillera de todos los tiempos y convertida en objeto artístico de culto tras su presentación en la meca del arte contemporáneo, el museo MoMA de Nueva York. Allí se plantaron Knoxville, Steve-O, Bam Margera y el resto de la banda, con las manos cubriéndose bien sus partes pudientes, por si las moscas.

Cuando este grupo salvaje anda suelto, nunca se sabe y más vale estar preparado. Muchos los han visto como unos divertidos paletos estadounidenses que no respetan nada. Ahí reside la gracia de su éxito. Son transgresores, y si artistas como Daniel Edwards exponen esculturas de Britney Spears desnuda y dando a luz, ellos encierran al intrépido Steve-O en un váter portátil lleno de excrementos y lo lanzan hacia el cielo con un tirachinas gigante formado por dos grúas. El resultado en ambos casos es el mismo: una pseudo obra de arte con cierto tufillo que deja al espectador con una inevitable sensación de sorpresa y de profundo desagrado.

Han recaudado más de 100 millones de dólares en sólo tres semanas

Josh Siegel, comisario del MoMA responsable de la invitación a los Jackass, justifica su presencia y la de sus bromas en el prestigioso museo asegurando que 'siguen la tradición iniciada por los Lumière con El regador regado, en 1895', y que se basa en algo tan simple como el que 'nos gusta reírnos del mal ajeno'. Su visita al templo neoyorquino del arte moderno ha servido para que los medios de comunicación abran el debate sobre si unos tipos de mediana edad, muchos de ellos padres de familia, recibiendo golpes y gastando bromas de lo más escatológicas puede considerarse una manifestación artística.

'Las performances que he visto en muchos museos contemporáneos no están tan alejadas de lo que nosotros hacemos', se defiende Johnny Knoxville, el cerebro de la banda, quien presume orgulloso de que, después del MoMA, otros museos se han interesado por mostrar sus ocurrencias más alocadas. Vestido de inocente marinero recibió a Público en el exclusivo hotel Rooseveltde Los Ángeles para dejar claro que jamás pensó que lo que hiciera fuera arte, pero que, a simple vista, la única diferencia que les separa de los artistas contemporáneos más polémicos 'es que nosotros al menos divertimos al público'.

De momento, la taquilla le da la razón. Los fans de la franquicia del caca, culo, pedo, pis, que comenzó en 2000 con la serie de televisión que se hizo mundialmente famosa en la cadena MTV, han llenado las salas de cine de todo el mundo. Jackass 3D lleva recaudados más de 100 millones de dólares y sólo ha necesitado tres semanas. En su estreno estadounidense, la tercera entrega de la saga sorprendió con una recaudación de 50 millones de dólares, todo un hito para los irreverentes y alocados protagonistas del filme.

Miden la calidad de sus bromas por los huesos rotos o las visitas al hospital

Estrellas de Hollywood, como Brad Pitt, o del deporte, como Kobe Bryant, son seguidores incondicionales de las horripilantes hazañas de este grupo de descerebrados, que se convirtieron en el mejor estreno del año desde Origen, el aclamado filme de Christopher Nolan protagonizado por Leonardo DiCaprio. La revista Variety les reconoció el mérito de haber conseguido la mejor marca de una película en el mes de octubre en la historia, superando el anterior récord, en manos de Scary Movie 3, con 48,1 millones de dólares en 2003. Además, consiguieron dejar en la cuneta a Red, la última aventura de Bruce Willis, o a La red social.

Johnny Knoxville tiene muy claro lo que ha hecho a esta película especial. 'Es el 3D, hemos llevado la estupidez a una nueva dimensión', reconoce entre risas. Para regocijo de sus fans, la nueva tecnología permite a Steve-O vomitar sobre la audiencia, ver cómo Knoxville atraviesa una valla de madera a lomos de una moto de agua o cómo a Ban Margera lo noquea una mano gigante. 'Al principio estábamos en contra del 3D, hasta que lo probamos. Es divertidísimo, especialmente la cámara lenta', reconocen al unísono.

El particular sentido del humor de estos 'simpáticos idiotas', como ellos mismos se definen, no tiene límite. Miden la calidad de sus bromas según los huesos rotos o las visitas al hospital. En ocasiones, los partes de lesiones son tan largos que se ven obligados a suspender el rodaje durante algunas semanas para recuperarse. 'Sólo en la última película me disloqué el hombro, necesité puntos en una mano y perdí un diente por un golpe de un consolador', recuerda orgulloso el creador de la saga, quien reconoce que, a pesar de sus locuras, 'mostramos al público que estamos acojonados y ese es parte del encanto. No somos tipos duros'.

Pero Knoxville es más que un paleto al que le gusta partirse la crisma con sus amigotes. Sabe que Jackass le ha abierto las puertas de Hollywood, donde compagina sus locuras con papeles serios en películas como Men in Black II o Los amos de Dogtown. También aprovecha los cuatro años que suelen dejar pasar entre película y película para producir programas de televisión y documentales. 'No está mal para un chico de Tennesse', bromea el actor, de 39 años, a la vez que asegura que de no haber sido un Jackass, 'solo me habrían quedado dos opciones: ir a la cárcel o ser policía'.

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