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Toulouse-Lautrec, el pintor de la modernidad

La Fundación Canal, en colaboración con el Museo de Ixelles, acaba de inaugurar la exposición 'Toulouse-Lautrec y los placeres de la vida', que recopila por primera vez en nuestro país la cartelería del postimpresionista francés.

'Troupe de Mlle. Eglantine'.- TOULOUSE-LAUTREC

Toulouse-Lautrec apenas despegaba metro y medio del suelo. Un pequeño gran hombre que hizo de los pinceles un sacerdocio. En 20 años fue capaz de producir más de mil pinturas y acuarelas, 5.000 dibujos y 370 litografías. Un legado generoso para un tipo enfermizo provisto de una genética un tanto defectuosa —sus padres eran primos; había una dinastía que mantener—. El tiempo corría en su contra y la pintura fue su modo de atraparlo como si de un cuadro viviente se tratara.

Un tiempo que, sobra decir, ya no era el de aquella aristocracia rancia que le precedía, no había lugar en sus representaciones para emular estéticas pretéritas; el hijo del sopor quería un poco de jarana y el París de la belle époque prometía, al menos, nuevas sensaciones. De trazo incisivo pero delicado, el pincel de Henri se zambulló en cuanto pudo en los cafés, cabarets y teatros de una época ligera de cascos. Y fue ahí, en ese submundo de vedettes, dandies y payasas, donde el joven Henri se convierte en Toulouse-Lautrec.

Lo hace siguiendo a pies juntillas aquella máxima de Wilde que el arte no debe contener un juicio moral. Su mirada está llena de ternura y piedad para con los perdedores y desviados de ese baile de máscaras frenético. Empatiza con ellos nuestro aristócrata chaparro, su condición de lisiado no le deja otra opción. Es el outsider que lleva dentro quien se alinea con la chusma y a su rebufo capta la urgencia de aquellos días sobrado de ironía pero sin un atisbo de condescendencia.

'Jane Avril'.- TOULOUSE-LAUTREC

'Jane Avril'.- TOULOUSE-LAUTREC

Y en medio de esa vorágine, la cartelería al rescate. Junto con Alphonse Mucha, Jules Chéret y Stenlainy, Toulouse-Lautrec se desempeña sin rubor en este nuevo formato nacido al calor de una incipiente sociedad de consumo. Su aportación, pese a ser exigua, terminó por consagrarle. Tan sólo pintó 32, pero se multiplicaron hasta tal punto que es posible que ilustren la alfombrilla del ratón o la taza con la que desayuna usted cada mañana.

La Fundación Canal, en colaboración con el Museo de Ixelles, acaba de inaugurar la exposición Toulouse-Lautrec y los placeres de la vida, un lugar en el que poder visionar por primera vez en nuestro país la obra íntegra del postimpresionista, así como de otros insignes cartelistas de la época. Un total de 65 carteles que retratan el desmadre parisino desde la publicidad y el refinamiento estético.

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