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La última escena del crimen de Félix Romeo

Mondadori publica 'Noche de los enamorados', novela póstuma del escritor

PAULA CORROTO

El grande Félix Romeo murió el pasado 7 de octubre. Un fallo del miocardio acabó con este enorme escritor (en tamaño y corazón, como recordaron sus amigos) a los 43 años. Sin embargo, Romeo, el 'gran curioso', 'el insumiso ilustrado', el 'intelectual al que no le gustaba ese vocablo', 'la rima perfecta entre exigencia e inteligencia', según sus colegas Daniel Gascón, Martín Casariego, Antón Castro y David Trueba, dejó un último trabajo: la novela Noche de los enamorados, que ahora publica Mondadori.

La historia comienza con el crimen real de una prostituta en Zaragoza en 1994. Es un relato a ritmo de frase periodística que exhala podredumbre moral, que reflexiona sobre un país fétido. Una novela desoladora, que el propio Romeo pergeñó a partir de lo que le contó su compañero de celda, Santiago Dulong, en 1995, mientras el escritor cumplía condena por insumisión en la cárcel de Torrero (Zaragoza). Una narración de corte afiladísimo que cierra el cuarteto que conforma junto a sus anteriores novelas, escritas a golpe de infancias gastadas en pleno tardofranquismo (Dibujos animados), recorridos por los bares de alterne de los Monegros con prostitutas y proxenetas (Discothèque) y las heridas que le dejó el suicidio de su amigo Chusé Izuel en 1992 (Amarillo).

El escritor fue el cronista de una España 'medio rural, católica, violenta y atrasada', según Ismael Grasa, autor de 300 días de sol. En su última novela, Romeo apuntala estas características. Como si fuera una especie de Sherlock Holmes literario, investiga quién fue como persona esa prostituta llamada María Isabel Montesinos, de 46 años. Cómo murió asesinada por su pareja y cómo 'es 15 de junio de 1995 y esas bofetadas, para los jueces y para el fiscal, no son demasiado relevantes', escribe.

Romeo relata la cruenta escena del crimen, reconstruye los 'hechos probados', los testimonios de los vecinos ('era una borracha y se merecía lo que terminaría pasándole', transcribe el novelista) y la cruda sentencia: 'Santiago Dulong no tenía la intención de matar a María Isabel. Pero la cosa se le fue de las manos'. Imprudencia temeraria. Treinta días de prisión. Es una novela, pero también una historia de la España más negra y real. Y el grande Félix aún estaba ahí para contarlo

La publicación de esta Noche de los enamorados se acompaña, además, de una separata (¡Viva Félix Romeo!) elaborada con los textos que sus amigos escribieron tras su muerte. Emocionante y emotivo, supone un perfecto tiralíneas para definir la figura del escritor, lo que fue (director del programa cultural La Mandrágora y voraz escritor de artículos de periódicos) y lo que podría haber sido para las letras españolas de no haber fallecido tan prematuramente.

'Tenía el aspecto de un guerrero vikingo, de un invasor bárbaro [...], defendía sus ideas con vehemencia y con argumentos [...]; recuerdo que una vez defendió, entre cervezas, a Tintín frente a Asterix, aduciendo que Tintín se abría al mundo, mientras que Asterix era el prototipo del aldeano que se encierra en su pequeño microcosmos. ¿Qué contestar a eso?', recuerda en su artículo Martín Casariego.

Sus amigos, especialmente el mundo literario de Zaragoza, que él tanto alentó, le dibujan como un hombre divertido, exuberante y apasionado por la vida al que 'le encantaba besar a su chica. Era un enamorado del amor', según confiesa Martínez de Pisón. Y, sin embargo, como vuelve a suceder en su última novela, sombrío en la literatura y en sus relatos periodísticos.

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