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El tiempo y Xavier Mascaró

El Instituto Valenciano de Arte Moderno muestra sus piezas monumentales en hierro y bronce

MARIA GARCÍA TORRES

Mascaró está tramando algo. Hace 17 años que se pasó a la escultura abandonando la pintura, una disciplina a la que había dedicado dos décadas de su carrera. 'Sentí que ya no quería intentar captar el reflejo de la luz en una imagen, quería crear un objeto que compartiera la luz conmigo, que fuera tan real como yo', explica a Público este artista.

Durante años se ha dedicado a la escultura, creando figuras monumentales de hierro y bronce como la serie de guardianes o las barcas que muestra el IVAM hasta el 6 de diciembre.

Pero ahora Mascaró está inquieto porque hay sentimientos que están en él, pero no en su escultura: 'Esculpir me obliga a depurar al máximo hasta obtener valores universales, como la voluntad de permanencia ante el paso del tiempo. Y así creo que no puedo expresar sentimientos como el amor, el deseo, el humor...' explica Mascaró.

Por eso ha vuelto a las dos dimensiones para empezar a experimentar con fotografías sobre las que trabaja con dibujos y anotaciones. Pero eso es el futuro de Xavier Mascaró, el presente son las 58 esculturas que reúne la muestra 'Eterno Retorno' que ha presentado el museo valenciano.

En su entrada nos reciben una fila de 'Guardianes' y una de las barcas de su serie 'Departure'. Es una pieza de 12 500 kilos de bronce con la que Mascaró quiere hacer patente el sentido de paso constante que tiene la vida, pues cada momento presente es un trozo del pasado inmediato. Y, respecto a los Guardianes, el escultor prefiere no aclarar de qué nos protegen: 'me gusta más que cada uno le de su propio sentido'. Lo que sí relata es su experiencia física de las esculturas: 'Me gusta trabajar con diferentes volúmenes para ver las reacciones del espectador. Es como hablar en diferentes tonos, con las piezas pequeñas  susurro al espectador, que ha de acercarse para poder verlas mejor. Con las grandes ha de tomar distancia y le hablo en voz alta. Frente a estatuas que superan los cuatro metros de altura uno se ve sobrepasado y, con los Guardianes, yo me siento protegido'.

Mascaró reivindica que siempre se ha financiado su propia obra para poder mantener su libertad creativa. Y todavía se siente fascinado por el momento de la fundición del hierro, cuando entran en acción el azar y el juego para conseguir que en sus series de piezas, salidas de un mismo molde, cada una se oxide y muestre un aspecto diferente del resto. Algo así como ocurre con las personas, en las que el paso del tiempo deja marcas distintas.

Precisamente el paso del tiempo es uno de los elementos de reflexión de la obra de este artista, cómo se afronta y experimenta. Mascaró ha vuelto hoy a Valencia, donde vivió entre los 7 y los 13 años. Entonces decidió que quería ser artista. Ahora ha regresado para la inauguración de 'Eterno Retorno' paseando entre los Guardianes que se alinean la puerta del museo y ha sentido seguro.  

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