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La Yugoslavia nostálgica y tragicómica de Tanovic

El director de 'En tierra de nadie' estrena 'Cirkus Columbia'

SARA BRITO

Danis Tanovic se contonea por el hall de un céntrico hotel de Madrid como si estuviera en la orilla de una playa mediterránea. Altivo, morenazo, la manera de caminar del bosnio proyecta la autocomplacencia de saberse el director más relevante de la exigua industria cinematográfica deBosnia-Herzegovina.

Gracias a su primer filme, En tierra de nadie (2001), que ganó desde el Mejor Guión en Cannes al Oscar a mejor película extranjera, y así hasta 40 premios por todo el mundo, Bosnia sonó y emocionó en el mapa del cine mundial. 'Con aquella película conseguimos revitalizar la industria, hoy se hacen dos o tres películas al año, que para un país de cuatro millones de habitantes no está mal', reconocía a Público esta misma semana durante la fugaz promoción de su última película, Cirkus Columbia, que se estrena este viernes. Un filme muy diferente a aquel, que, sin embargo, vuelve a encarar la fractura de Yugoslavia desde la intimidad de los personajes y la tragicomedia.

La película se sitúa en un pueblo de Bosnia en 1991 poco antes del conflicto

'Esta no es una película bélica, como era En Tierra de nadie, es más bien una historia de amor extraña y una carta de amor a mis padres', explica. Rodada con un estilo visual y narrativo nostálgico, que Tanovic compara con el neorrealismo italiano, es también 'una carta agria' hacia la generación de sus padres, que 'permitieron que la guerra de los Balcanes [que arrancó en Bosnia en 1992] empezara. Mi generación no tuvo ninguna culpa. A nosotros sólo nos pusieron un arma en las manos y nos mandaron a matar', reconoce quien manejó no sólo un fusil durante el conflicto, sino también una cámara con la que filmó la contienda empotrado en el Ejército de Bosnia Herzegovina.

Cirkus Columbia, basada libremente en un fragmento de una novela de Ivica Djikic, sitúa al espectador en un pequeño pueblo en 1991, cuando Bosnia era sólo una región de la antigua Yugoslavia. Los comunistas han perdido el poder y Divko Buntic vuelve a su pueblo a reclamar la casa familiar y a pavonearse de su Mercedes y su mujer, una jovencita, que acabará cayendo en los brazos de su hijo, Martin. Las cosas se complican cuando Divko pierde a Bonny, su gato negro de la suerte, al que acabará buscando el pueblo entero. La vida se desenvuelve entre absurda y ordinaria, mientras los rumores secesionistas y la constitución de bandos van sucediéndose sin que afecten a los habitantes del lugar. 'Me gusta contar historias íntimas en un marco enorme. Hay otros que prefieren los grandes ejércitos y presupuestos. No es mi caso. No lo hice ni siquiera en En tierra de nadie donde abordaba el conflicto bélico', apunta.

'En esta película muestro lo íntimo y lo circunstancial de una guerra civil, cómo las rencillas personales acaban manifestándose cuando la guerra estalla. Cuando leía lo que escribió Hemingway sobre la Guerra Civil española me di cuenta de que si cambiaba los nombres de lugares y personas estaba leyendo cosas que podían haber pasado en mi país', admite. ¿Tanta nostalgia porque extraña Yugoslavia? 'La amaba y me gustaba su ideade fraternidad, pero también amo Bosnia, mi pequeño nuevo país'.

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