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Zombis a la cubana

La primera película cubana de muertos vivientes de la historia es tan divertida como políticamente irreverente.

RUBÉN ROMERO

Digan adiós a los barbudos de Sierra Maestra y hola a los caníbales de la plaza de la Revolución. Lo que no han conseguido décadas de inhumano embargo ni los planes secretos de la CIA, cambiar el poder político en Cuba, lo va a lograr una invasión de no muertos.

Así al menos lo entiende Alejandro Brugués, director de Juan de los Muertos, la primera película de zombis de la historia de la isla, quien afirma con modestia: 'No sé por qué no se había hecho antes'. Gervasio Iglesias, el productor español de la cinta, también lo vio clarísimo cuando Brugués le contó su idea durante la promoción de su primera película, Personal Belongings (2006). 'La publicidad era insuperable: 50 años después, una nueva revolución llega a Cuba. ¿A quién no le picaría la curiosidad?'. Tiempo habrá tenido de arrepentirse, vistas las dificultades, especialmente materiales, para llevar a cabo semejante proyecto.

El clímax del filme tiene lugar frente a la plaza de la Revolución, bajo la atenta mirada del Che y la famosa sentencia 'hasta la victoria siempre', que bien podría ser el mantra de la realización de esta película. 'Tantos años de sufrimiento han hecho que los cubanos seamos una gente con un carácter especial', prosigue Brugués. ¡Y tanto! Son capaces de convertir un Cadillac de los años cincuenta en un mortífero Hovercraft y haciendo de la necesidad virtud, no precisan escenógrafos para recrear un mundo apocalíptico cuando filman en las derruidas construcciones de La Habana vieja.

Juan de los Muertos trata también la crisis de los balseros o el turismo sexual

Si hablamos de maquillaje, sin embargo, el reciclaje ya es más complicado, claro. 'Muchos materiales, como el látex, eran estadounidenses y no podíamos conseguirlos de manera directa... Pero llegaron gracias a los contactos de producción [risas]'. La proverbial habilidad cubana para sacar partido de cualquier cosa hizo el resto.

'El equipo de maquillaje era una mezcla de mexicanos y cubanos. Los mexicanos estaban acostumbrados a las sesiones de seis horas con mil productos; los cubanos hacían lo mismo en cinco minutos y con dos trozos de algodón. Lo bueno es que no sabría decir que zombis me gustan más'. Los personajes del filme no dejan de trasegar una botella de ron tras otra, pero fue otro producto autóctono, el habano, el que dio más quebraderos de cabeza: 'Cuando rodamos la estampida de zombis en El Malecón me harté de gritar: ¡Señores, los zombis no fuman!'.

Gervasio Iglesias, por su parte, puede empezar y no parar de contar anécdotas sobre cómo producir cine fantástico en un país tan peculiar como Cuba, en el que a menudo encuentras lo más rebuscado y después... 'Te las ves y te las deseas para conseguir una verja para una ventana. Cada día era una aventura... y cada día acababa bien'. Para Brugués, sin embargo, el gran problema de dirección de Juan de los Muertos fue más mundano. 'No te puedes imaginar lo que me costó que el actor español Antonio Dechent [en un cameo delirante] dijera cuatro frases en inglés [más risas]'.

Es la primera cinta independiente que aprueba el Gobierno cubano

Como mandan los cánones del género, Juan de los Muertos también tiene un subtexto político. Si La legión de los hombres sin alma (Victor Halperin, 1932) criticaba un totalitarismo embrionario y La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968) hacía lo propio con el racismo estadounidense y la Guerra de Vietnam, a un cubano como Alejandro Brugués lo que le interesa reflejar es la difícil situación política y económica de su país natal una vez desaparecido el bloque comunista.

Desde la orilla española, Gervasio afirma que 'el humor del filme esconde una manera de contar muy comprometida y decenas de guiños para el espectador avispado. En mi opinión, la crítica está muy repartida'. Brugués reconoce el empleo político del género y también defiende su ecuanimidad ('ni todo es blanco ni todo es negro'), al tiempo que niega cualquier tipo de censura.

Lo cierto es que la política está casi tan presente en el filme como la sangre: la crisis de los balseros, el conflicto angoleño, la carestía, la pereza isleña, el turismo sexual... Los chistes de equívocos sobre la carpetovetónica nomenclatura castrista son continuos y, los zombis, rebautizados 'disidentes', pueden verse como una representación de los cubanos de Miami, aunque el director prefiere una interpretación más doméstica y familiar. 'La gente habla de la nostalgia del exiliado, pero los cubanos que estamos dentro también tenemos nuestra tristeza por ver cómo las cosas se deterioran. La salida fácil es no luchar. Mi generación es la última que tiene esa preocupación. La juventud de ahora es más desenfadada. Yo creo que hay que vivir la vida con algo más de compromiso'.

'Cada día de rodaje era una aventura', confiesa el productor, Gervasio Iglesias

Los matazombis adolescentes de la trama representan a ese colectivo del que Brugués habla con una mezcla de acritud y resignación. 'En último término, el filme trata de responder a la pregunta de si todo lo que hemos pasado vale la pena cuando uno ama a su tierra. Yo creo que sí. Juan, también... es la moraleja'.

Paradójicamente, el salvaje embargo que desde 1962 asola la isla no parece afectar al audiovisual. 'No sé cómo lo hacen mis compatriotas, pero a veces tengo la sensación de que en Cuba puedes ver las grandes producciones norteamericanas en su versión pirata antes de que se estrenen en Estados Unidos. Oye, ¡no vamos a pagar por ellas encima!'.

Pone como ejemplo un referente obvio, la serie de zombis The Walking Dead (la más vista de la historia de La Sexta): 'Nos preocupaba mucho qué diseño de zombis iban a sacar en el primer capítulo, porque, aunque no lo creas, en esto también hay una evolución. Así que unas horas después de su estreno, ya nos tenías a todos ante el televisor'.

Para Gervasio, fue una sorpresa comprobar la facilidad con la que se obtenían DVD de cualquier rareza, máxime teniendo en cuenta que el acceso a internet es escaso. Y es que la cinefilia isleña no parece conocer fronteras. 'Te aseguro que en Cuba puedes ver películas que nunca conseguirías en Suecia'.

El clímax tiene lugar en la plaza de la Revolución bajo la mirada del Che

Fan declarado de Zombies Party (Una noche de muerte), de Edward Wright (2004), Alejandro Brugués es una enciclopedia en materia de muertos vivientes que, como era de esperar, es devoto del maestro George A. Romero: 'Mi zombi favorito, sin duda alguna, es Bob, de El día de los muertos (1985).

Es un muerto viviente intelectual con una personalidad avasalladora'. Con semejante bagaje y conociendo el fenómeno fan que rodea a este tipo de películas, ¿habrá un Juan de los Muertos II? ¿Qué tal una secuela en Miami con ríos de sangre corriendo por South Beach? 'Me encanta el género, pero hacer zombis es durísimo. Para los actores es una tortura. Imagínate llevar un montón de capas de maquillaje con el calor del Caribe. Es como los partos: tienes que esperar a que se te olvide para poder hacerlo'.

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