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"Ganar nos daría tres años de tranquilidad"

Juan Carlos Pastor busca hoy, desde el banquillo español, el título de campeón de Europa en Noruega

MIGUEL ALBA

El vértigo en el que se mueve el balonmano impide encontrar una identidad. Pero en ello anda Juan Carlos Pastor. “Hemos tenido vicisitudes y no sabremos si habrá más, pero nosotros somos España, somos un equipo y entre todos tenemos que cubrir las ausencias. Ahora lo importante es que sobre la pista seamos nosotros, que hagamos nuestro juego, que confiemos en el de al lado, que hagamos lo que hemos hecho durante la preparación”, asegura. La referencia no anda lejos. “Tenemos que volver a recobrar el espíritu de Túnez (oro mundial) y Suecia”, asegura. Pero el asunto no es fácil en el Europeo que comienza hoy en Noruega.

Más que nada porque no estará Barrufet, el portero que aprendió de Lorenzo Rico, ni Uríos; la zona de creación vivirá una recomposición con un esquema que puede convertir a Iker Romero o Alberto Entrerríos en segundos centrales (“siempre que las defensas jueguen muy abiertas”) acompañando a Chema Rodríguez y porque la dinámica de un calendario apretado (ocho partidos en once días) obliga al interés general frente a las individualidades. “Voy a tener que utilizar a los catorce jugadores en cada partido. Una de las claves de este campeonato va a ser el mantener un alto nivel en las rotaciones”, explica Pastor.

Sin embargo, el técnico del Valladolid parece haber encontrado ese equilibrio entre aquellos que se colgaron la plata en el último Europeo y los que buscan reivindicar su apellido con una medalla. “Los nuevos aportan frescura y están a un nivel bastante importante. Carlos (Ruesga), es el mejor ejemplo, porque cada día toma más responsabilidades en el Portland”, explica Pastor. Y de ello se aprovechará una selección “que tiene hambre” y que busca un título con más carga a corto plazo que significado en el presente. “El principal objetivo de este año es ir a Pekín”, asegura Pastor. Y para evitar preolímpicos aún sin definir, que cargarían aún más un calendario repleto de viajes, partidos y más viajes, España debe hacerse con el título.

“Ganar el Europeo es importante por muchos motivos, pero, especialmente, porque nos daría tres años de tranquilidad. Nos evitaría tener que estar jugando torneos de clasificación innecesarios y así los jugadores podrían tener al menos tres días de descanso, cosa que no está sucediendo desde que ha empezado esta temporada”, espeta. Y a Pastor no le falta razón. El triunfo en Noruega clasifica al campeón para los Juegos Olímpicos, para el próximo Europeo de Austria y para el Mundial que se disputará en Croacia.

 

Hungría, de inicio

Y para calmar esas ganas de entrar en acción, Hungría. Semifinalista en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, el equipo que dirige Laszlo Skaliczky dispone del talento necesario para moverse por Europa sin temer a nadie. Ya lo demostró el pasado año en el Mundial de Alemania, donde los húngaros concluyeron la primera fase como líderes invictos de su grupo tras derrotar a Dinamarca, a la postre medalla de bronce, y Noruega. Con un férreo sistema, Hungría cimenta su fortaleza en el histriónico portero de origen serbio Nenad Puljezevic, un jugador capaz de ganar por si solo partidos, con increíbles rachas en las que el meta del Pick Szeged parece capaz de atajar cualquier balón por imposible que parezca.

Mientras tanto, Pastor tuvo que inventarse ayer otra solución de urgencia ante el enésimo problema. “En un principio yo pienso que no voy a poder jugar de titular”, se lamentaba ayer Hombrados, a quien la baja de Barrufet le regaló un superávit de minutos. Sin embargo, la lesión de Hombrados colocará a José Manuel Sierra en un partido ante uno de los dos rivales directos del grupo. El otro, Alemania, servirá para cerrar una primera fase en la que la selección Bielorrusia se presenta como la gran sorpresa del torneo.

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