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El regreso del jefe de la caravana

Rafael van der Vaart recuperó ante Italia su mejor fútbol y se convierte en el cerebro de la selección holandesa

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Cuando nombraron a Rafael van der Vaart Mejor Jugador del Europeo sub-16 de 2000, a su lado se encontraban Sneijder, Heitinga, Van Persie y Huntelaar. Por entonces, era él capitán y el juvenil holandés que más elogios coleccionaba. El martes, ante Italia, con sus cuatro quintos como testigos, Van der Vaart volvió a engatusar otra vez a la Europa futbolística. Se le vio muy fresco para pensar el fútbol: “Si tengo detrás a Sneijder y a Kuyt, ya no soy el único que tiene que estar pendiente de crear el juego”, explica.

A Van der Vaat le brotó el fútbol espontáneo que mamó en los parkings en los que su padre y su madre aparcaban cuando vivían en una caravana. Técnica natural e inteligencia. Uno de los beneficiados del fútbol de tiralíneas que desplegó sobre la hierba del Wankdorf Stadion fue Van Nistelrooy: “Es fácil entenderse con Ruud”, reconoce el centrocampista.

Su padre es sinto (gitano), y su madre, una española de Chiclana (Cádiz). Ambos han sido fundamentales en su carrera. Así, su padre escribió una carta al Ajax cuando tenía 10 años. Hace un año, en agosto, llegó a posar con la camiseta del Valencia para forzar su marcha del Hamburgo y no salió bien parado de aquella entrevista. Aún le escuece aquel episodio y, por eso, pese a sus raíces españolas, prefiere hablar en inglés para evitar malentendidos.

El excepcional partido que se marcó ante los italianos le ha recolocado en el escaparate. La capacidad de Engelaar para manejar el encuentro desde sus 1,98 m., su pierna izquierda y el dinamismo y la llegada de Sneijder fueron coronados por la capacidad de Van der Vaart para sincretizar el juego en décimas de segundo: ver y pasar, ver y pasar… Su lección tuvo el mérito de ser ante Italia, que lo que menos deja al contrario es recibir y pensar.

Con Ambrosini y Gattuso bufando, Van der Vaart dibujó varios pases excepcionales. “Necesitaba un partido como éste con la selección. Es importante hacerlo bien en los grandes encuentros como el que jugamos ante Italia”, admite.

Su prestigio no estaba por los suelos, pero sí existe la sensación de que todavía no ha alcanzado el nivel que se le presuponía. Su propio fichaje por el Hamburgo no se correspondió con el destino que se le auguraba desde juveniles: Madrid, Barça o uno de los grandes de Italia. “Para mí, el partido que jugamos ante Italia no fue una sorpresa”, asegura.

 El partido ante Italia no fue sólo una exhibición de las facultades técnicas de Van der Vaart. El centrocampista holandés también realizó un gran despliegue físico. Recorrió 11,3 kilómetros. Sólo le superó Gattuso, que recorrió 600 metros más que él. “No se puede jugar al fútbol de hoy sin esfuerzo. Hay que trabajar para el colectivo cuando no tienes el balón y cuando lo tienes”, contaba Van der Vaart al término del partido ante los italianos.
La solidaridad de Van der Vaart no sólo se da en el campo. “Sus padres le han educado muy bien y nunca tuve que motivarle para jugar un partido”, suele contar Swart, una leyenda del Ajax de Cruyff que le tuvo a sus órdenes desde que tenía 10 años. Van der Vaart ha creado una fundación que gestiona una casa para que pasen las vacaciones niños con graves enfermedades.

No puso ningún reparo en los gastos y le encargó el diseño a uno de los arquitectos más prestigiosos de Holanda. Van der Vaart sueña con jugar en España y así lo ha confesado. Falta que el presidente del Hamburgo cumpla la palabra que le dio de escuchar ofertas transcurridas un par de temporadas. De momento, él exhibe sus cualidades y se revaloriza en la Eurocopa.

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